—Ben, deberías irte a descasar ya— sugirió Nora al notar la evidente falta de sueño en el rostro de su ahora novio.
El castaño que estaba cabeceando, negó con la cabeza para despabilarse y tras apretar los ojos con fuerza para intentar lubricarlos, dijo:
—No, estoy bien. Solo necesito un poco de café— respondió, dándole una sonrisa y apretando su mano con cariño.
Desde que se rencontraron y comenzaron su relación, él decidió mudarse a su lado en Ginebra y permanecer con ella todo el tratamiento; no habían sido precisamente unas vacaciones, y la mayor parte del tiempo Nora estaba dormida o en radioterapias y quimios, pero aún asi se sentía como el hombre más afortunado del planeta.
Después de que la joven se fue de Noruega, sintió como si un peso le oprimiera el corazón todo el tiempo; se sentía vació, y sin motivación alguna para levantarse de la cama. Incluso, después de que su hermana intervino y se lo llevo de vacaciones, la opresión seguía en su pecho.
Sin embargo, en cuanto se reencontró con Nora fue como si el aire volviera a sus pulmones.
Todo su ser la había estado esperando, extrañado. Por eso no pudo evitar llorar cuando la volvió a ver, estaba tan feliz que no podía reprimir sus sentimientos. Era ya como otra parte de él... y permanecer junto a ella era justo lo que necesitaba. No importaba si tuviera dinero, fuera un vagabundo, o si una espada le atravesara el corazón: al lado de Nora sentía que podía superarlo todo.
Tenia la fuerza para hacerlo.
Y no le importaba que estuviera muy delgada, sin cabello, pálida, o con alguna de las otras secuelas por el cáncer... aún asi cada que sonreía o escuchaba su voz, él seguía viendo a la misma mujer de la que se enamoró.
Por eso, es que a pesar de las circunstancias que pasaban, se sentía más feliz que nunca en toda su vida.
Aunque si era sincero, a veces también se sentía aterrado.
Contradictorio, ¿no?
Tenía un miedo que provocaba que no pudiera dormir por las noches y que lo obligaba a despertarse agitado, temiendo que estuviera solo. Pero aquel sentimiento se desvanecía cuando se daba cuenta que Nora yacía a su lado, devolviéndole la calma a su corazón.
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La debilidad del jefe
RomansaBenjamin Hansen es el jefe de las pesadillas de todos sus empleados... de todos menos de la analista de IA, Nora Cortez. Mientras para los demás no tiene más que gritos y ordenes, a ella le regalaría incluso el cielo si pudiera; perdidamente enamora...