—¡¿Nora?!— gritaba mientras con la linterna de su móvil intentaba tener mejor visibilidad del lugar; se había internado en el bosque, y debido a la fase de la luna en que se encontraban, prácticamente estaba a oscuras.
Iba solo, y eso se debía a que aunque intento convencer a los encargados del campamento para que lo acompañaran a buscar a la joven analista, estos insistieron en que primero se aseguraran de ver en el gran salón y las cabañas.
Pero Ben presentía que algo malo sucedía, y esperar a que terminaran de hacer eso significaría mucho tiempo perdido; afortunadamente no había animales peligrosos en aquel sitio, pero las temperaturas podían llegar a ser bajas por la madrugada, a pesar de que estuvieran aún en verano.
Por eso mismo, y tras decirles que buscaría el mismo a Nora, salió apresuradamente de aquel sitio y se dirigió hacia el bosque.
No obstante, ya llevaba casi media hora buscando a la pelinegra y aún no había rastro de ella.
¿Hacia donde debía dirigirse?
Frente a él había prácticamente un montón de árboles gigantescos, y parecían ser solo lo mismo mientras mas se adentraba en aquella vegetación. Tal vez debería poner una ceña para saber por donde ir cuando quisiera volver...
—Ayuda— escucho a una voz apenas perceptible, pero la que sin dudas reconoció como la de ella.
—¡¿Nora?!— grito de nuevo con todas sus fuerzas, y tras esperar unos segundos, escucho la respuesta.
—¿Ben? — dijo la joven como respuesta, y el castaño camino entonces más rápido, aunque de manera más descuidada.
¡Lo sabía! Ella estaba ahí, había hecho bien en ir a buscarla.
Debía encontrarla y llevarla rápido al campamento de vuelta.
—No... no vengas...— le pidió, ahora en un volumen un poco más alto.
—¿Dónde estás? Ya voy por ti— le aseguro Ben mientras tentaba delante de él, y después se abría paso entre los arbustos.
—No, Ben... escucha... detente...
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La debilidad del jefe
RomanceBenjamin Hansen es el jefe de las pesadillas de todos sus empleados... de todos menos de la analista de IA, Nora Cortez. Mientras para los demás no tiene más que gritos y ordenes, a ella le regalaría incluso el cielo si pudiera; perdidamente enamora...