Capitulo 9. Pánico

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No cabía dudas, venia con ella; sus manos entrelazadas indicaban claramente que Ben venia con esa mujer en un plan romántico.

No cabía dudas, venia con ella; sus manos entrelazadas indicaban claramente que Ben venia con esa mujer en un plan romántico

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Sintió un nudo en la garganta y un peso oprimiéndole el corazón. Le faltaba el aire y no podía emitir palabra alguna.

—¡Hey! Nora... ¿Cómo estás? —pregunto el castaño con una sonrisa fingida en el rostro.

—Un momento, ¿ustedes dos se conocen? —pregunto la mujer rubia mirando a su novio con curiosidad.

—Un momento, ¿ustedes dos se conocen? —pregunto la mujer rubia mirando a su novio con curiosidad

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—S... si, ella trabaja conmigo en la oficina. E... es nuestra analista de IA —decía sin poder mantener la mirada a los ojos de la pelinegra.

—Oh, ¿en serio? Que alegría conocer a un compañero de Ben —comento la mujer con una amable sonrisa —. Mucho gusto, mi nombre es Genna —saludo y le ofreció su mano.

La joven trago saliva y recurriendo a toda su fuerza de voluntad se obligó a sonreír como respuesta.

—El gusto es mío, me llamo Nora —contesto y acepto el gesto de su mano.

—¿Por qué no me habías hablado de ella? — le pregunto a su gigante novio que seguía sin hablar mucho — Ben me ha contado sobre los chicos de la oficina pero no me dijo nada de ti.

Aquel fue un golpe duro para la pelinegra: parecía que era menos importante en su vida de lo que pensó.

—Es que soy nueva, no llevo mucho— le explico y la rubia asintió.

—Si, debe ser por eso. Pero bueno, ¿podemos entrar? Muero por probar su comida, ya vine en una ocasión y me gusto lo que comí. Pero me gustaría que Ben también probara sus delicias.

Evidentemente no le había contado que él también había estado ahí, cosa que hizo que el castaño la mirara para pedirle silencio inconscientemente.

—Si, por supuesto. Seria bueno... de hecho tenemos una mesa disponible junto a la ventana, ¿están de acuerdo en sentarse ahí? —pregunto Nora desviando la mirada esta vez de su jefe.

—Si, claro. Vamos cariño —dijo la pareja del castaño, tomándolo de la mano y caminando hacia donde la pelinegra los guiaba.











La debilidad del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora