Capitulo 6. Ingrid

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—Esa maldita mujer fue quien me hecho a perder la vida.

Después de aquella breve, pero impactante sentencia... Ben no había vuelto a hablar del tema. Sino todo lo contrario; desde que volvieron a la fiesta se la había estado pasando tomando lo que encontrara con alcohol y sin querer escucharla en lo más mínimo

De hecho, la estaba evitando.

—Ya debería irse el jefe —dijo Samuel que miraba la escena con algo de preocupación.

—Lo se... pero esta de necio —respondió Nora que no podía evitar afligirse por el espectáculo que estaba dando el castaño; en ese preciso momento, era el centro de atención, y cantando con bastante desafino varios lideres de otros proyectos estaban riendo y animándolo para que continuara.

 pero esta de necio —respondió Nora que no podía evitar afligirse por el espectáculo que estaba dando el castaño; en ese preciso momento, era el centro de atención, y cantando con bastante desafino varios lideres de otros proyectos estaban riendo ...

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—No tiene nada de malo lo que esta haciendo... pero se que esto avergonzara a Ben el lunes —pudo adivinar el rubio.

—Amor, ¿ya nos vamos? — pregunto la novia de Samuel, para después intentar jalarlo del brazo.

—Espera amor... es que no podemos dejar al jefe así —respondió sin tener una idea de cómo sacarlo de ahí.

—Ay... ya estoy aburrida. Déjalo que se quede ahí... después de todo está muy feliz.

—Mmm... no se... ¡es cierto! Nora, ¿y donde esta Danny? —pregunto intentando encontrarlo con la mirada —. Él puede ayudar a llevarlo a su casa.

La pelinegra se puso nerviosa y rápidamente intento crear una excusa para su amigo.

—Eh... él... se fue porque se sentía un poco enfermo.

Samuel puso los ojos en blanco.

—Típico de él, huir cuando más lo necesitamos —respondió con una mueca —. Aún así, alguien debe llevar a Ben a casa...

—Chicos, ¿Qué le pasa al jefe? —pregunto Gabriel uniéndose a ellos.

El rubio se alegro bastante por la llegada del programador.

—Qué bueno que llegas, amigo. ¿Sabes? Tienes una misión —anuncio Samuel.

—¿De que hablas? —respondió Gabriel sin comprender.

—Ayuda a Nora a que Ben se vaya a su casa. No, ayuda a llevarlo.

El chico de aspecto escuálido de inmediato se negó.

—No, no... ¿Cómo crees que lo hare? Debe pesar al menos cien kilos. Eso es imposible...

—No digo que lo cargues... solo que manejes y lo lleves. Que con Nora te asegures de que llegue a su casa.

—Pero... ¿Por qué no lo haces tú?

—Sam... ya me quiero ir. Me aburre esta fiesta de viejos —se quejo la novia del rubio, y este la señalo con la cabeza para demostrar porque no podía ayudar.

La debilidad del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora