Capítulo 16. Compromiso

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—¿Quién crees que tiene pases para ir al concierto este fin de semana? — pregunto Joe a la pelinegra.

—No... no puede ser... ¿En serio los compraste? ¡Eres genial! — dijo mientras le daba un abrazo.

—Que tiernos— comento Danny a la vez que recargaba la mejilla en su mano — ¿Saben? Se ven muy bien juntos, ya se habían tardado en salir. ¿Verdad, Samuel? — le pregunto con malicia.

—¡Ay! Sabes muy bien que me es difícil estar soltero y ver a todas las parejitas que se forman en mis narices. Sin ofender chicos— se disculpo con ellos —. Pero ahora parece que todos los demás están saliendo con alguien.

—Oye, oye... no te quejes de Nora y Joe. Mi amiga llevaba quien sabe cuanto tiempo sin novio, ya le tocaba. Además, es natural que los más guapos de la oficina encontremos pareja...

—Hmp...— carraspeo Mario —, y no se olviden de mí.

—Ya te dije, que hasta que no la conozca en persona no te creere— respondió el programador de tez oscura y todos se rieron.

La puerta se abrió entonces, y entro Ben con cara de pocos amigos rompiendo con el agradable ambiente.

—¿Y a este que le pasa? — pregunto Danny en voz baja a Nora — Se va a casar y parece que fuera su condena de muerte; de un tiempo acá esta con un humor insoportable

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—¿Y a este que le pasa? — pregunto Danny en voz baja a Nora — Se va a casar y parece que fuera su condena de muerte; de un tiempo acá esta con un humor insoportable... no pues, a este nadie lo entiende.

Y tenía razón.

Su jefe estaba más serio de lo normal, y se pasaba la mayor parte del tiempo dentro de la oficina de Jonathan; parecía que aquella época en la que incentivaba ser más cercano a su equipo y compartir lugar en una mesa donde todos eran iguales, ya había pasado.

—Hey, Nora. Toma, la traje para ti— dijo Joe regalándole una rosa de forma disimulada.

Para cualquiera habría pasado por alto aquella acción, menos para el castaño que pudo darse cuenta del intercambio incluso estando del otro lado de la oficina.

Para cualquiera habría pasado por alto aquella acción, menos para el castaño que pudo darse cuenta del intercambio incluso estando del otro lado de la oficina

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—Oh... muchas gracias— respondió la chica mientras con una enorme sonrisa.

—Hoy, me gustaría invitarte a comer a otro lugar fuera de aquí. ¿Te parece bien? — decía en un susurro, a la vez que su jefe intentaba escuchar la conversación.

La debilidad del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora