Capítulo Ocho.

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La humanidad... Es un conjunto de personas que se dividen en varios bandos; algunos son amables, otros crueles y uno que otro lograba balancear su temperamento entre éstas dos. Había gente asesina y otra religiosa. Gente egoísta y otra compartida, pero había una cosa que todos lograban tener en común. Los humanos... Están traicioneros.

Los amigos, los compañeros de vida, e incluso la familia. Todos ellos por más amados que fueran o por más premiados que estuvieran te entregarían directo a la boca del lobo para salvarse a sí mismos.
¿Cómo podía ser que un desconocido te sea más fiel que tú propio padre? Apesar de que el desconocido no sabía nada de ti y no podía confiar también en tu palabra, era más probable que te sea más fiel a qué tú propia madre te guarde un secreto.

¿Entonces él era un traicionero ante la realeza? Si la humanidad era traidora significaba que algún día él traicionaria al rey en algún momento apesar de que juro lealtad.
¿Así serían las cosas? Estaba curioso de saber cuál sería la razón de su traición.

El capitán Min despertó de golpe, su frente estaba perlada en sudor y su respiración era agitada, podía sentir su pecho subir y bajar en constante golpeteo a su corazón con nerviosismo.
Otra vez ese discurso...

No sabía cómo es que siempre soñaba los mismo, ni tampoco de quién lo había escuchado, pero la voz de esa persona... Era la suya, no había duda de olvidar su propia voz ni lo ronca que era. Y eso en cierta parte le daba más miedo porque él quien había jurado ser leal al trono y a quien era su dueño, ahora simplemente ya estaba dudando.

Dejando de lado que los sueños habían empezado desde que el concubino llegó al palacio, de hecho no se había dado cuenta de ese pequeño detalle puesto que en su posición SeokJin no era alguien importante, debería serlo para el general Choi incluso para el comandante Lee, no cabía duda que al igual a NamJoon. Entonces por qué siempre pensaba en él, por qué sentía lástima de verlo encerrado si ya había visto cientos de hombres en la misma posición, si él mismo los había asesinado junto a su tropa.

Junto a ese discurso su ignorancia llegaba a ganarle, no solamente esas palabras llegaban a su mente inconsciente por las noches, también las escenas de una mujer guerrera quien sonreía con altanería y otra quien corría atrás de ella con furia.
Pero... Su corazón quería salirse cuando la bella imagen de su amado lleno de sangre y sin ojos le atormentaba.

¿Qué significaba eso? ¿Alguna guerra se aproximaba? Lo más probable es que... No, debía olvidarlo.

Finalmente suspiró ya más tranquilo y quitando las cobijas de sus piernas se levantó de la colchoneta. Su habitación era enorme y digna para un capitán, una mesa de madera en medio y cojines como asientos al rededor de esta, un enorme librero cómo adorno y un pequeño sillón para tres personas.

Se levantó aún aturdido y limpió el sudor dirigiendose a la salida de la habitación, sus manos se sentían raras pues sus dedos empezaban a temblar. Era aún de noche, la mañana ya se acercaba así que no se le hizo raro que algunos criados estuvieran haciendo sus deberes antes de que los sirvientes empezarán con su atención a la familia real que no eran muchos en realidad.

Entró a la cocina y en ésta encontró solamente al chef Park y disimuladamente su corazón empezó a latir tranquilo cuando lo vio sano y salvo. El rubio se movía de un lado a otro, podía sentir incluso la tensión en el aire y eso le hizo fruncir el ceño.

-JiMin- llamó su atención y el nombrado volteó de inmediato-. ¿Te sientes bien?

El rubio asintió inseguro.
-Volvi a tener ese sueño... - murmuró y YoonGi se acercó a pasos rápidos antes de tomarlo entres sus brazos y esconderlo en su pecho-. La concubina real-

-No lo digas, sabes que aquí las paredes tienen oídos. Yo también volví a soñar lo mismo, ya van tres noches seguidas y empieza a preocuparme.

-YoonGi- los dientes del menor rechinaron y el capitán entendió que estaba asustado-, Por favor...

-No, JiMin sabes que mi podemos irnos, la vida no es tan fácil afuera y menos para nosotros.

-Pero si no lo hacemos entonces terminaremos muertos.

-Aunque eso suceda, aunque nuestro final sea tan lamentable, no dudes que yo te seguiré a cualquier lado. Nuestro deber ahora es servir a la familia real, no podemos ir en contra de eso sólo por unos sueños que aún no sabemos qué significan.

JiMin frunció el ceño.
-Para mí está más que claro.

-Pero si nos equivocamos entonces seremos castigados. Por favor no seas terco y hazme caso, en dado caso que tengamos que huir entonces lo haremos... Si es que podemos hacerlo.

Dicho esto JiMin no volvió a decir nada más, se separó de los brazos del mayor y  cuando estaba a punto de decir algo más las puertas se abrieron dejando ver a los sirvientes. Fue así que con una simple mirada se despidió y junto a sus dos ayudantes tomaron las bandejas de oro llenas de comida.

Caminó entre los pasillos con velocidad, sentía que si no llegaba rápido a la habitación del concubino entonces todo se caería gracias a sus manos temblorosas.

Pero lo hizo, logró llegar a la habitación y dió la orden para que dejarán las bandejas a un lado de la cama donde el menor descansaba.
Su ceño se frunció lamentable ante la vista triste, no era la primera vez que lo veía pero aún así la imagen de ese niño lo golpeaba fuertemente.

SeokJin tenía todo el rostro hinchado, lleno de moretones y una que otra cortada, sus brazos morados al igual que sus piernas pues se permitió observar más allá de lo que tenía que observar. SeokJin no podía moverse, no por propia cuenta, incluso se le dificultaba hablar a pesar de que ya habían pasado días desde la masacre que el rey le brindo.

Pero esa vez, SeokJin abrió los ojos por primera vez en días, apesar de que estaba despierto no podía abrirlos por el dolor, entonces cuando JiMin lo vió hacerlo se acercó de inmediato.

-SeokJin- comenzó con total delicadeza-. ¿Cómo estás? ¿Te sientes un poco mejor?

-JiMin- susurró lentamente-. Ayúdame.

-¿Qué...?

-Y-yo... No... Quiero estar aquí.

-La habitación empezaba a hacer aburrida ¿cierto?- fingió una risita-, No te preocupes, las medicinas del doctor Jeon están haciendo efecto muy rápido, y más por la atención que te da ese niño. Asi podrás ir a los jardines más rápido de lo esperado y-

-No- interrumpió-. Ayúdame a salir de aquí... Quiero irme lejos.

-Oh...- la mirada de Park se entristeció-. Lo siento SeokJin, no puedo hacer eso.

La habitación quedó en silencio algunos segundos, y cuando JiMin pensó que ya no diría más, las palabras secas del concubino le erizaron la piel.

-Los humanos... Son tan crueles como traidores. Ven al lobo comerse a las ovejas como si fueran cerdos, porque piensan que tienen el valor de un cerdo cuando la lana de una oveja es más valiosa de lo que piensan.

-Concubino- lo nombró horrorizado-, Tú...

-Cuando el mundo cambie, JiMin, estoy seguro que cada una de las personas que se encuentran aquí se arrepentirán de esto.

JiMin sintió sus ojos llenarse de lágrimas y volteó lentamente hacia las puertas que se deslizaban, y dejaban a la vista al rey despreocupado y con mirada oscura.

Entendió que SeokJin no sería capaz de hacer algo para salvarse, y esa tal vez sería la perdición de todos. Cada decisión que se tomará ante su voluntad sería como si estuvieran cavando su propia tumba, SeokJin era alguien débil entonces significaba que cada desgraciada que pasará en un futuro sería culpa de ellos mismos, no de él. Qué el remordimiento les carcomeria de poco a poco hasta volverse locos.

Y eso... Eso en cierta parte era justo.

- Concubino Varón -

-jkookie.


Concubino Varón -NamJin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora