Capítulo Diez.

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El lugar aún se encontraba en silencio, la concubina se había marchado no más de cinco minutos y SeokJin ni JiMin sabían exactamente cómo empezar.
De hecho, el hecho de que hubiera una conversación después de lo que había ocurrido era extraño, y en cierta parte aterrador. ¿Cuáles serían las siguientes palabras? ¿Quién comenzaría y exactamente cómo lo diría?

En ese punto lo único que quedaba hacer era simplemente hablar como el puesto que ocupaban en el palacio.
Así que JiMin solo agachó la mirada sin poder verlo directo a los ojos, no conocía a SeokJin ni tampoco cómo se había tomado las palabras de la concubina, pero no hacía falta ser cercanos para tenerle pena, no lástima porque eso lo haría más lamentable. A veces casi todo el tiempo, se sentía mal de no poder ayudarlo, porque trsitemente se encontraba en la misma situación, si escapaba de ahí entonces la vida sería difícil para él, sería difícil para todos los que vivían en el palacio si decidían traicionar al rey o simplemente abandonarlo.

Y SeokJin sintió la pena, cerró los ojos y soltó un suspiro tembloroso, sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas y cuando los abrió simplemente se dirigió al joyero con espejo y lo aventó contra una de las paredes haciendo un ruido sordo cuando este se rompió.

-JiMin- comenzó frustrado y sus palabras temblaron en su lengua-. Por favor...

-Concubino, la comida se enfriará.

Pasó sus manos por sus cabellos negros y se acercó a pasos rápidos antes de tomar por los hombros al rubio.

-Escuchame, no puedo seguir aquí esto es un infierno. ¿No lo estás viviendo también conmigo? Tú... No eres el concubino varón y eso... Apesar de lo que me sucede y que yo puedo tener la maldición sobre los hombros estoy feliz por tí. Nunca le desearía este infierno a nadie, así que por favor JiMin, por favor ayúdame a salir de aquí.

-SeokJin- murmuró quitando las manos del menor sobre sus hombros, con delicadeza para no causar más problemas, pero sin voltear a verlo aún.

Y se sintió mal, SeokJin era muy amable y apesar de todo no le deseaba mala nadie, de hecho estaba seguro que ni siquiera al rey o a la concubina .
Pero él seguía siendo un inútil, ¿Cómo un simple chef podía ir en contra del mismísimo rey? El mismo rey que lucho en guerras contra Corea del Norte o Japón y mató a miles de soldados con sus propias manos y a civiles inocentes sin piedad, y todo a tan corta edad porque NamJoon no tenía ni veintisiete años.

Entonces ¿Qué tan cruel tiene que ser? ¿Qué vivió el rey a lo largo de su vida cómo para causarle el mismo daño que él sufrió a otros?

-Lo siento- continúo Park-. Pero cómo podría ayudarte, sólo soy un chef.

-Y yo sólo era un pueblerino, dime qué fue lo qué hice para estar aquí; fuí un idiota por merodear por los jardines del palacio.

-No SeokJin, tú eres un doncel y uno muy fértil. Por eso eres especial porque así nos darás esperanza a todos con la llegada del heredero, no pienses que tú estancia aquí es mala porque con el hijo que nacerá de tu vientre el rey será piadoso de nosotros y el pueblo conocerá lo que es la alegría.

-No- negó con la cabeza-, Entiéndeme, ya no me importa si me matan, si la concubina, el rey o cualquier otra persona lo hace, yo simplemente no puedo darle un heredero al rey. No sabes el miedo que siento, no te imaginas las horas que he estado pensando en cómo terminaría mi hijo si yo me quedo aquí, simplemente no puedo con esa idea.

-La idea no es tan mala, si lo piensas bien el hecho de ser el concubino varón te hace ser como una deidad, el pueblo siempre estará agradecido por eso y-

-¡Escúchame! No amo al rey, me da asco el sólo pensar que pronto llegará la noche en la que tengo que pasar con él ¿Cómo podría darle un hijo cuando su simple mirada me da náuseas? ¿Sabes lo que se siente eso?

JiMin frunció el ceño.
-¿De qué hablas? Claramente no amas al rey, nadie de aquí lo ama SeokJin, no seas un puto egoísta porque aquí todos estamos haciendo sacrificios. ¿Tú crees que yo quería ser el chef real? No, quería tener mi propio restaurante porque a comparación de otros herederos que odian su destino yo como un doncel tuve la oportunidad de seguir el ejemplo de mi padre, y amo cocinar pero se volvió una maldita maldición cuando tengo que hacerlo para todas estas personas. ¿Crees que la vida es justa concubino? Me convertí en un asesino sin querer serlo por culpa de ese cerdo, entonces no me pidas que te ayude a cumplir tus sueños cuándo claramente no puedo hacer nada por los míos.

Dicho esto se separó de golpe del menor quien cayó al suelo por lo repentino que fue, sus piernas temblaron pues seguían llenas de moretones y si duró todo ese tiempo de pie fue por el coraje de tener la esperanza en que JiMin lo ayudará.
Pero que equivocado estaba, no había expandido su visión hacia los guerreros o cualquier sirviente del palacio para darse cuenta que todos estaban viviendo de una manera en la que podían vivir, no de la manera en la que querían vivir.

Pero entonces si todos en ese lugar eres lamentables porqué no ayudar a los demás, porqué no evitar que la vida de alguien más fuera miserable.

-No, espera...- murmuró cuando JiMin empezó a dirigirse hacia la salida, sus ojos se llenaron de lágrimas por milésima vez en el día y se arrastró por el suelo para alcanzarlo-. ¡Por favor no me dejes solo!

-No hagas esto más difícil- siguió y de repente se detuvo cuando el Concubino tomó una de sus piernas.

-¡JiMin por favor!- sollozó-, ¡Ayúdame a salir, por favor!

Sin hacer caso se zafó y sin intenciones de hacerlo aventó por accidente al concubino, cayendo en el montón de vidrios del joyero antes roto, pero Park lo ignoró y así salió de la habitación cerrando de golpe la puerta. Se encuclillo y sus dedos se enlazaron en sus cabellos rubios mientras los gritos de SeokJin seguían escuchándose alto, tan alto que tuvo que tapar sus oídos.

-JiMin...- escuchó su nombre y abrió los ojos poco a poco, la voz era ronca y salía de la habitación del concubino apesar de que la voz de SeokJin era suave-, Los humanos son egoístas y traicioneros; te apuñalan por la espalda y se ríen cuando ven tus desgracias. Pero las deidades son vengativas a comparación de los humanos, y son justas con todos aquellos que lo merecen, así que  JiMin... Si puedes huir, será mejor que te quedes con la idea de hacerlo porque nunca vas a poder escapar de aquí. El condeno está por empezar.

Lágrimas bajaron por sus mejillas con miedo cuando después de eso una risita tétrica se escuchó por todos lados, su corazón latía tan rápido y todo empezó a dar vueltas y vueltas sin parar. Estaba mareado y su estómago empezó a revolverse y cuando estaba a punto de caer inconsciente la figura de un hombre parado frente suyo llamó su atención, sus zapatos negros y un hanbok blanco con figuras de dragones hechas con oro.

Finalmente todo era oscuro.

- Concubino Varón -

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-jkookie.

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