Capítulo Veintisiete.

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-¿Supiste sobre lo del anuncio?- preguntó JiMin por lo bajo a lo que YoonGi volteó a verlo de reojo. Los dos en la cocina mientras preparaban el café de todas las mañanas.

Ellos dos siempre se levantaban antes que todos, exactamente a las cuatro de la mañana su primer sorbo de café empezaba y claro que las platicas con finales pendientes también. Ellos eran muy discretos a exigencia de YoonGi quien juraba que las paredes tenían oídos y que sí eran descubiertos pagarían el peor de los castigos.

Pero en aquella cocina, donde JiMin vivía casi la mayor parte de sus días, estaban seguros y más a esas altas horas de la madrugada.

Por otro lado YoonGi terminó asintiendo lentamente antes de seguiurle el paso a su amado hacia la mesa de madera que ya era adornada con pan dulce, una azucarera y dos tazas.

-Mañana será todo un caos- siguió-, la corte se volverá loca.

-Deja eso de lado YoonGi- reprochó el rubio-. Es la primera vez que un rey concede ese titulo a un concubino. Es más, es sorprendente que lo haya hecho a un concubino varón, lo más concreto posible es que JiSoo lo tuviera.

-JiSoo sólo es una pieza de ajedrez, recuerda cuantas veces te lo he dicho.

- Si, lo sé- asintió convencido-. Pero es extraño que Jin sea el elegido, siento que en cualquier momento el rey hará algo. Dijiste muy bien que todos aquí somos piezas de su poder, piezas que lo hacen siempre el ganador, ¿Por qué con SeokJin sería diferente?

YoonGi suspiró dejando la taza en la mesa y recargándose en el espaldar de la silla aún con esa pijama de seda color azul marino.

Podía jurar que él más que nadie estaba nervioso de lo que podría suceder. Darle el titulo especial a un concubino podía ser índice de una próxima guerra y él por obvias razones estar al mando de las estrategias y a la cabeza de la tropa.

A veces pensaba que para eso mismo había sido entrenado desde los nueve años, y que su deber era servirle al rey. Que desde que tenía veinte años le daba igual morir en una batalla puesto que no tenía nada más que perder que su honor.

Pero desde que apareció JiMin... el sólo hecho de pensar que él era la cabeza de todos en la guerra (después del rey, claro) y que posiblemente moriría, le daba miedo.

No se sentía capaz de dejar solo a quien por primera y única vez robó su corazón. Desolado y con la oportunidad de conocer a alguien más después de que él desapareciera.

-YoonGi- escuchó al dueño de sus preocupaciones y regresó de nuevo a la conversacion-. ¿todo bien?

Él asintio, enderezándose para acariciar la mejilla sonrojada de JiMin por lo caliente del café.

- No te preocupes por absolutamente nada, yo me hare cargo de cualquier cosa que vaya mal.

Park sonrió tierno antes de asentir y tomar la mano de Min, para dejar un suave beso en los nudillos.

Y cuando pensaron que la platica de algún tema mas seguiría, los gritos de alguien fuera del palacio los alertó. Voltearon a verse aún más alerta cuando escucharon el nombre de SeokJin y de inmediato se levantaron para salir de la cocina.

El lugar aún estaba en silencio por los integrantes del palacio; los príncipes, la corte real, los guerreros y los criados.

Solo los guerreros de guardia nocturna se encontraban yendo de inmediato a la entrada y preparando sus espadas por sí las dudas.

JiMin y YoonGi se voltearon a ver caminando entre la nieve mientras la luz de la luna y las lamparas de vela los alumbraban en el jardín principal a la entrada.

Concubino Varón -NamJin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora