Capítulo Quince

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Podría decir que jamás había sentido la mirada del rey tan penetrante, si bien siempre se sintió intimidado por sus ojos de dragón esta vez se sentía diferente, cómo si la hora de ejecución hubiese llegado ya y mientras se quitara cada prenda de ropa le clavaran un cuchillo.

Aún no estaba desnudo pero se sentía así, las criadas y el costurero esperaban pacientes la orden de poder comenzar con su trabajo y el rey se cruzaba de brazos impacientes.
Nunca había estado desnudo ante alguien y apesar se que sabía que el rey sería el primero en hacerlo se sentía incómodo hacerlo en frente de cuatro personas más que, apesar de que tenían los ojos vendados, tocarían su cuerpo sin vergüenza.

-Vamos SeokJin- siguió el moreno y el nombrado volteó a verlo-. Quítate la ropa.

Volvió a tragar pesado y volteó a todos lados mientras sus dedos jugueteaban entre sí con nerviosismo.

-Tengo miedo- confesó por primera vez en toda su estancia, antes lo había sentido pero le daba más miedo tener que confesarlo, siempre terminaban en golpes y está vez aunque supiera en qué acabaría, se atrevió a decirlo.

Por su parte NamJoon frunció el ceño y se acercó dos pasos con lentitud.
-¿Quieres que te demuestre lo que es tener miedo? No me hagas enfadar y quítate la ropa antes de que lo haga yo.

Sin otra opción se tuvo que rendir y ante un último suspiro sus ropas empezaron a desaparecer, sus mejillas se tornaron rosas por la vergüenza y soltó un leve quejido cuando la lengua del rey se paseó por sus labios con deseo.

El cuerpo de SeokJin era tan hermoso, no había ningún bello ni siquiera en sus partes íntimas, ninguna imperfección, mancha o lunar, no había absolutamente nada. Sus piernas delgadas y suaves; su abdomen plano pero adornado con unas buenas caderas y unos pezones rosados e hinchados.
Se supone que el cuerpo humano siendo de hombre o mujer tenía partes donde la piel era más oscura por lo regular en las partes íntimas dónde casualmente ni el sol llegaba, todo era natural no debía haber asco ante eso, pero SeokJin... Parecía simplemente un ángel o un personaje escrito solo con la intención de ser perfecto.

Es por eso que fue inevitable ante el rey que sus ojos brillarán con deseo y esperaba impaciente a qué los criados terminarán con su trabajo. Los veía ir de aquí allá, con experiencia y manchadose con tinta roja el filo de las uñas para marcar las medidas en las cintas de medir.

Todo era tan sorprendente, SeokJin los observaba trabajar como si en realidad no tuvieran las vendas atadas con dos nudos. ¿En qué mundo había vivido todo ese tiempo? Más bien, nadie estaba enterado de lo estricto que podía ser el rey ni tampoco de lo poderoso que era como para tener ese tipo de criados en su palacio.

-Listo- comenzó HoSeok después de treinta minutos-. Las medidas del concubino ya están, torso, piernas, espalda, brazos, muñecas, pecho y pies. ¿Hay algo más que el rey desee que hagamos?

NamJoon los vió a todos en una fila aún con las vendas.
-Cuando escuchen la puerta ser cerrada se pueden quitar las vendas, si los descubro haciéndolo antes no dudaré en sacarles los ojos.

HoSeok se tuvo que aguantar una risilla descarada ante lo estúpido que el rey se escuchó.
Por otro lado NamJoon se acercó a SeokJin, tomó su abrigo tirado en el suelo y lo volvió a poner sobre el menor.

-Vamos- se acercó hasta susurrar en su oído-. Te daré una muestra de lo bien que te vas a sentir próximamente.

Los ojos del concubino se agrandaron con miedo y antes de poder asimilar lo que pasaría el rey lo tomó de la muñeca y lo arrastró hacia la salida. Finalmente la puerta se cerró y fue así que todos pudieron quitarse las vendas.

Concubino Varón -NamJin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora