Cap 30

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Entreabro los ojos y gimo por el dolor en las costillas. «Duele como el infierno, y que haya sido entrenada para soportarlo no quita que moleste»

Miro alrededor para notar que sigo en el camerino. Unos hombres están a unos metros de mí hablando y uno se percata de que estoy despierta.

—La puta despertó —le dice al hombre que está de espaldas a mi.

El hombre voltea el rostro en mi dirección y lo reconozco de inmediato. Daniel.

—Bienvenida al mundo de los vivos—se levanta y se acerca hasta pararse frente a mi.

—¿Qué quieres, Daniel?—ruedo los ojos

Es un imbécil, sin duda, y aunque no tengo ánimos para discutir, tampoco para complacer a cualquier bastardo que se me ponga en frente.

—¿De ti? Nada—ríe—. Solo me sirves para tener a Antoni en mis manos.

—Antoni en tus manos—me burlo—. Definitivamente la inteligencia no es tu fuerte ¿Cierto?

La bofetada que llega me toma por sorpresa pero aún así no le muestro signos de dolor. Me lamo los labios y le doy una sonrisa de satisfacción.

—Mientras más me golpees, peor será para ti—murmuro y suelta una carcajada

—¿Qué harás?—se burla—. ¿Matarme? Si ni siquiera te puedes mover por los golpes.

—¿Me subestimas aún sabiendo que soy soldado?—río secamente—. Tú si que no tienes ni una pizca de inteligencia.

Me da otra bofetada. El sabor metálico de la sangre me invade la boca y le escupo en la cara a Daniel haciendo que se enfurezca y me de un puñetazo que me voltea el rostro.

Me trago el siseo de dolor y suspiro tratando de contenerme para no gritarle. «No es momento».

—¿Sabes quién viene por ti?—pregunta, tomándome fuerte de la mandíbula antes de lamer mi mejilla.

Frunzo el ceño, sintiendo que la bilis se me sube por la garganta.

—Ilenko viene por ti—me suelta y bufo—. No está muy feliz, mataste a su socio y a un miembro de su familia.

—¿Crees que le tengo miedo?—le susurro—. No le tengo miedo ni al mismísimo líder, mucho
menos a un imbécil que depende del negocio de otro.

Me mira cómo si estuviera loca y le doy una sonrisa que parece eso, cómo si lo estuviera. «En este negocio si vas a morir, lo haces. Temer no sirve para nada más que para hundirte más»

—Miedo deberías tener tu —le digo—, porque aquel que se mete con un Morgan se condena al infierno. Deberías rezar para que el que te atrape sea Antoni y no mi hermano, porque ahí sabrás lo que es el infierno en carne propia.

Saca una jeringa con un líquido que reconozco y me tenso. Él le quita la tapa y clava la aguja en mi muñeca.

—Dulces sueños —dice y es lo último que escucho antes de desmayarme.

5 días después.

—Dejame verla—le pido a Daniel y niega

—¡Que no!—grita, lanzando la botella de vodka a la pared.

Prefiero quedarme callada.

Se acerca a mí tomándome del rostro haciendo que tense la mandíbula por el dolor de la presión que ejerce sobre los golpes.

—Aquí se hace lo que yo diga—murmura a centímetros de mis labios y el olor a alcohol me causa náuseas—. Y si yo digo que no, es no. Deja de insistir.

Grey-eyed Queen [Dominick Parker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora