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AQUILA SE ENCONTRABA EN LA MADRIGUERA, la chica se encontraba afuera admirando el bello paisaje y el cálido viento que se colaba por los mechones de su pelo, provocando que se movieran con lentitud, William había ido a trabajar a Gringotts, días antes el pelirrojo había renunciado a su puesto de profesor en Hogwarts.
Aquila posaba en su mano una cadena, la misma con que había soñado aquella vez, lo había encontrado en el cuarto donde se hospedaba, mientras su otra mano agarraba la cadena que colgaba de su cuello, la cadena que le había regalado su padre, la chica voltea el collar y observa como en este había escrito algo.
"4 de Marzo de 1974; El día donde conocí lo que verdaderamente era el amor verdadero."
Aquila sonrió y observó con detenimiento la cadena y vio que esta se podía abrir, cuando la abrió se dio cuenta que dentro de ella se encontraba una foto de Sirius, Lyra y ella, los tres estaban sonriendo, como si fueran una familia feliz, como si nunca hubieran conocido a Artemis, la chica se lo colocó junto con los dos collares que posaba, el que le había regalado su padre y el de Bill.
Aquila empezó a sollozar como era posible que no podía recordar esos recuerdos que se veían tan felices, de repente alguien carraspea y la chica voltea para luego ver a Sirius, la pelinegra se sorprende al ver al hombre hay pero no dice absolutamente nada.
—Me recuerdas a tú madre, tienes sus ojos—Aquila sonríe mientras las lágrimas siguen brotando—Yo conocí a tu padre, era un gran hombre, todo lo que una mujer buscaba, tú madre se enamoró de él meses después de que yo entrara a Azkaban, tú ya tenías 7, mi madre nunca acepto que a Lyra y por ende a ti tampoco, las odiaba, un día mi mamá se quedó contigo y por enojo te borro la memoria, por eso no recuerdas casi nada y cuando me dijiste que recodabas algunas cosas hizo que vuelva a pensar que al menos me recordarías, tú madre nunca te odio, su sufrimiento siempre lo callo y por eso siempre tomaba mientras tú padre siempre se preocupó por ti, él si fue un verdadero padre, algo que yo nunca pude ser, soy un mal ejemplo para ti.
Sirius dejo caer una lagrimas, Aquila paso lentamente su mano por la mejilla borrando en el camino la lagrimas que había brotado, el hombre cerró los ojos disfrutando del tracto que le brindaba su pequeña hija, Aquila en un reflejo lo atrajo a ella y lo abrazó con todas sus fuerzas, Sirius se aferró al cuerpo de la chica mientras los dos sollozaban.
Sin ninguna duda los dos estaban rotos pero sin ninguna duda los dos van a lograr poder recomponerlo, mientras que se abrazaban los collares se unieron formando un corazón, los dos poco a poco se iban conociendo, nada malo podría pasar ¿Verdad?
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Aquila se encontraba en la recámara que compartía con Bill, Molly le había dicho que se quedaran a dormir, la pelinegra anunció que no tenía hambre, lo cual la mujer a duras penas aceptó, no podría ni imaginar el dolor que sentía la chica.
—Hola nena—Bill la beso y la chica le sonrió levemente mientras volvía su mirada hacía el collar que posaba en sus manos—¿Que es eso?
—Es un collar, lo encontré en la Mansión Black, había soñado con este collar hace un tiempo—Bill le sonrió mientras se quitaba la camisa y los zapatos para luego recostarse en la cama—Era mío Billy, dentro de este collar hay una foto de Sirius, mi madre y yo.
Bill la abrazó y está solo enterró su cara en el cuello de su chico, mientras respiraba su caracterizó pero fascinante olor, se hacía preguntas tratando de encontrar respuestas, pero lo único que encontraban era una tormenta y la chica simplemente no la quería atravesar, pero no sabía si luego de ella se encontraban las respuestas que buscaba, eso solo lo diría el tiempo.
De repente se abre la puerta del aposento y la pareja voltea para ver a los gemelos recostados en el marco de la puerta con los brazos cruzados.
—Todavía no puedo creer que cambiaras a este bombón tallado por todos los griegos del mundo, por este ferrocarril oxidado—Bill lo fulmina con la mirada—Ponte una camisa hermano, no queremos que las mujeres de esta casa griten de horror.
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