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Estaba viviendo un sueño del que no quería despertar jamás. Habían pasado once meses desde que decidí enviar el manuscrito de mi novela a una editorial y, para mi sorpresa, me habían respondido en menos de tres semanas. A partir de ahí mi vida se convirtió en un constante bucle de felicidad; el libro se publicó en menos de dos semanas tras aquella favorable respuesta en una de las editoriales demás renombre del país. Pero ahí no acababa mi sueño, pues tras la buena acogida de los lectores, obtuve una llamada que me paró el corazón, una gran productora contactó conmigo para convertir la novela en una miniserie para la plataforma de streaming más importante del mundo.

Lo mejor de todo es que yo participaría de forma activa en la parte creativa gracias a mis estudios en cine, por lo que me involucré de lleno en el proyecto, mi vida entera navegaba alrededor de la producción. Me dieron tantísima libertad dentro de la preproducción que pude hacer fuerza para que Rebeca y Sara formasen parte del equipo, puesto que ellas habían estudiado conmigo y se habían especializado en guión. Así que las tres nos mudamos a la capital, nos alquilamos un piso en el mismo centro.

Todos mis sueños se estaban cumpliendo, uno detrás de otro, y junto a mis dos mejores amigas, ¿Qué más podía pedir?

No voy a negar que el síndrome del impostor seguía persiguiéndome de vez en cuando, pero intentaba hacer oídos sordos. Siempre había sido una persona que pensaba demasiado en todo, por lo que intentaba llenar ese tipo de pensamientos con trabajo y más trabajo. De todos modos, pese a que podía vivir en ese momento de algo que había creado, seguía teniendo el amado anonimato, pues un escritor no suele ser reconocido por la calle como en otro tipo de artes, así que nadie sabía que yo era la autora de aquel libro que había llegado a tantas manos, cosa que agradecía infinitamente.

Tras meses de trabajo tuvimos el primer día libre, por lo que Rebeca, Sara y yo decidimos salir a disfrutar de lo que la capital nos ofrecía. Era una mañana otoñal con la temperatura perfecta para degustar unas tapas en la terraza de un bar del centro, y así lo hicimos.

- ¡No te muevas! -me ordenó Sara-. Déjame hacerte una foto, hay una luz preciosa.

Me reí por el susto que me había dado mi amiga pero posé con la copa de vino que me estaba bebiendo.

- La voy a subir a insta, te etiqueto. -Me informó.

Trasver la foto y comprobar lo cierto que era aquello de que había una luz perfecta, decidí resubir la publicación a mis historias de instagram. No era muy dada a las redes sociales, no me gustaba ir publicando todo lo que hacía, por lo que mis redes eran privadas y solía aparecer por ahí una vez cada ciertos meses.

Pasamos un día espectacular que acabamos en el sofá de nuestro apartamento, preparadas para ver "El Cuervo" por milésima vez. No podemos negar que a las tres nos unió nuestro gusto por el séptimo arte.

- ¿Has hablado con el director? -Me preguntó Rebeca, mientras dejaba un bol de palomitas en la mesita y se acomodaba con nosotras en el sofá.

- No -respondí-. Están ahora con el tema de la banda sonora, quieren tenerlo claro antes de empezar el rodaje, quiere que la imagen esté muy unida a la música, para que todo tenga más sentido.

- ¿Y cómo van a hacerlo? -Inquirió Sara-. Tú les pasaste una lista de canciones que te inspiraron a escribir la novela, ¿no?

- Así es -dije-. Pero parece que Roberto quiere que sea algo hecho para la serie, no quiere que usemos canciones que ya existen.

- ¿Pero no sale mejor de presupuesto pagar derechos que hacer que alguien haga toda la banda sonora? -Habló Rebeca, con la boca llena de palomitas.

- La verdad que no lo sé. -Me encogí de hombros-. Pero tenemos bastante margen económico.

La película terminó y nos quedamos un rato vagueando en el sofá, así que decidí coger mi móvil y vi que tenía notificaciones en instagram, revisé con una sonrisa los "me gusta" de mis amigos en la historia que había subido horas antes, hasta que me di cuenta que tenía un mensaje sin abrir. Cliqué para abrirlo y se me paró el corazón. ¿Qué cojones quería esta persona ahora?

- ¿Qué te pasa? ¿Y esa cara? -Me preguntó Rebeca.

Yo respondí enseñándole la pantalla de mi móvil.

- ¿Qué? ¿Qué cojones le pasa a este tío? -Dijo Sara, metiendo la cabeza para ver con claridad mi teléfono.

Miré el mensaje durante varios minutos, sin saber muy bien qué hacer.

- ¿Le vas a contestar? -preguntó Rebeca.

- No ...no lo sé. -suspiré.

- Vamos a ver -Sara me cogió el móvil de las manos-. Eyy, ¿estás en la capi? -Leyó el mensaje poniendo voz de idiota.- ¿Es tonto? ¿Pues no ve que sí?

- Sabía que esto iba a acabar pasando. -Me resigné.

- A ver -Rebeca me cogió por los hombros-, sabíamos que el imbécil de tu ex vivía aquí, pero hemos estado bien tranquilas casi un año entero. Simplemente ignóralo.

- Dani y yo ni siquiera fuimos oficialmente nada. -Fruncí el ceño.

- Bueno pero era un capullo de mierda, lo pasaste fatal, así que, puerta. -Sara bloqueó el móvil y lo tiró a un lado del sofá.

Alos pocos segundos mi móvil sonó, era un mensaje. Las tres nos miramos expectantes. Agarré el móvil.

- Es Roberto. -Sonreí aliviada.

- ¿Qué pasa? -Preguntó Rebeca-. No son horas.

- Dice que mañana hay una sorpresa. -Las miré.

- ¿Qué clase de sorpresa? -Dijo Sara, intentando leer de lejos el mensaje del director.

- Sobre la música. -Leí-. Que viene un grupo que parece que está interesado en hacer la banda sonora.

- ¡Chicas! -gritó Rebeca. La miramos sin entender-. Victoria acaba de subir una historia...¡aquí!

- ¿Victoria, Maneskin? -Pregunté.

Tras aquella noche tan extraña de hacía casi un año con Damiano, dejé de escuchar su música con tanta frecuencia. Seguían gustándome, era innegable, pero, para mí, perdió todo el encanto conocer como era de arrogante el cantante. Por su parte, Rebeca y Sara fueron a un concierto de la gira y seguían siendo igual de fans que antes, así que en realidad estaba al tanto de todas las noticias importantes, quisiera o no.

- No pero... ¿¡te imaginas que ellos son el grupo de la reunión de mañana!? -Dijo Rebeca dando saltitos.

- Ojalá. -rio Sara.

- Venga, a dormir que mañana madrugamos. -Dije levantándome del sofá mientras me reía.

Bed of roses · Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora