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Me tapé las piernas con una manta mientras decidía qué ver en la tele, aunque en realidad me daba igual, eran las nueve de la noche pasadas y tenía un sueño terrible, por lo que no tardaría en irme a la cama.

Estuve zapeando un rato cuando escuché la puerta de la entrada abrirse y cerrarse. Mis amigas habían llegado a casa. Entraron con una sonrisa al comedor.

— Espero que no hayas cenado. —Habló Sara mientras sacudía las cajas de pizza que llevaba en la mano.

— Qué va —contesté— . Me daba mucha pereza cocinar. —Reí.

— Pues haz sitio, que me muero de hambre. —Se abalanzó Rebeca.

Ambas se sentaron conmigo en el sofá y cenamos en la pequeña mesita de café mientras veíamos un reality cualquiera de la tele.

— Mañana vuelve Lucas, que tenemos rodaje. —Anunció Sara mientras tiraba los bordes del pedazo de pizza.

— ¡Qué ilusión! —Dijo Rebeca, sarcástica, mientras ponía los ojos en blanco. Le tiré un cojín—. ¡Oye! ¡Eso es agresión! —Reímos.

— Eres una borde, tía. —Le recriminé.

— Borde tú, que tienes a Damiano bloqueado. —Me devolvió el cojín.

— ¿Có...?

— No, no nos lo ha contado él —habló Sara, cortándome—. Nos lo ha dicho Victoria.

— Bueno, ¿y qué? —Me puse a la defensiva.

— Desbloquéalo, últimamente se está portando guay. —Sugirió Rebeca.

— Que ahora se esté portando como una persona decente y funcional no es motivo suficiente para desbloquearlo. —Contraataqué.

Era cierto que este último par de días había estado "normal", no me había hecho insinuaciones de las suyas y simplemente manteníamos conversaciones cordiales, pero ¿y qué? Lo bloqueé por un motivo y así iba a continuar.

— Bueno, pero parece que ha perdido un poco de interés y ya no va tan a saco, desbloquéalo.

— Que no, Rebeca, se va a quedar así.

— Sí, parece que ahora le interesa Ana —habló Sara—. Ayer y esta mañana los he visto hablando y riendo mucho solitos. —Se encogió de hombros.

— Pues todo para Ana, por mi mejor. —Me crucé de brazos.

Mis amigas se miraron entre ellas y comenzaron a reírse.

— ¡Te pica! —Rebeca me señaló a modo de burla.

— ¿Qué dices? —Me cabreé.

— ¿Te molestaría que se tirase a Ana? —Preguntó Sara.

— Pues claro que no, a ver si así se olvida de mí para siempre.

— No lo dices en serio...—Susurró Rebeca.

— Claro que sí, ¿por qué iba a molestarme? ¡A ver! —Mi enfado escalaba.

— Porque desde que está más normal te da igual Lucas. —Contestó Sara.

— ¿Qué cojones tiene que ver el tocino con la velocidad? —No entendía nada.

— Paso de explicarte algo que ya sabes.

— Bueno, dejemos el tema —cortó Rebeca—. Pero desbloquéalo.


Esa noche di demasiadas vueltas en la cama pensando en la conversación con mis, a veces, odiadas amigas. No tenía ningún sentido lo que habían estado diciendo, bueno, tal vez sí, pero uno demasiado retorcido que no se asemejaba, en absoluto, a la realidad. Damiano se había dado cuenta que conmigo no tenía nada que hacer y simplemente había decidido rendirse, jugada sabia por su parte. Era cierto que tal vez hubiese empezado a tontear con Lucas para que el italiano viese que, en efecto, no tenía intención alguna de caer en sus redes, y aunque el nuevo me había agobiado un poco la última vez que lo vi, estuvo los días siguientes intentando hacer las cosas bien, por lo que decidí que cuando lo volviese a ver, tal vez le daba otra oportunidad, quién sabe.

Bed of roses · Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora