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Llevábamos una hora en el karaoke y ya íbamos todos algo bebidos. Estábamos solos en una sala, pero todavía ninguno había tomado la iniciativa de cantar ninguna canción. Ethan había invitado a Ana y estuvo todo el tiempo hablando y riendo con ella. Thomas y Rebeca estaban enfrascados en una conversación que, a simple vista, parecía bastante intensa e interesante.
Sara y Victoria estaban armando jaleo, haciendo tonterías. Damiano, por su parte, estaba haciendo lo mismo que yo, observar a la bajista y a mi amiga mientras se reía. En algún momento nos miramos y reímos juntos, negando con la cabeza ante las tonterías de aquellas dos.

Tomé aire y me bebí dos chupitos de golpe, estábamos en un karaoke y nadie estaba cantando, así que dejé el segundo vaso en la mesa y me levanté.

— Ya que nadie empieza, voy a cantar yo. —Anuncié.

— ¿Tú? —Sara casi se atraganta con la copa que estaba bebiendo.

— Yo también me animo. —Damiano se levantó.

— Ah, pues entonces canta tu primero.

Me iba a apartar cuando Damiano me cogió de la cintura, no fue brusco, fue solo un "quédate".

— No, cantemos juntos. —Propuso.

Iba a declinar la oferta cuando todos empezaron a vitorear y gritar que cantásemos juntos.

— Bueno, pero ¿qué cantamos? —Pregunté, algo nerviosa.

— ¡Tienen de Britney! —Gritó informativamente Rebeca.

— ¿Te gusta Britney Spears? —Me preguntó el italiano, sorprendido, con su mano aún en mi cadera.

— Claro, es la princesa del pop. —Dije, gesticulando, dando a entender que era obvio aquello que estaba diciendo.

Era una persona de rock, nadie podía negar eso, pero Britney era mi debilidad, tal vez porque era lo que escuchaba de pequeña, y se hizo un hueco en mi corazón, aunque ya no la escuchase muy a menudo.

— Adoro a Britney —Dijo Damiano, con una enorme sonrisa—. ¿Oops, I did it again? —Propuso.

Asentí, efusiva, era una de mis canciones favoritas.
Damiano me dio el micro mientras buscaba la canción en la máquina.

La música empezó a sonar e instantáneamente me arrepentí de haberme levantado.
Damiano comenzó a cantar, cogiendo el micro directamente de mi mano, pero no dejando que yo lo soltase.
Me quedé inmóvil, escuchando la voz del italiano. No supe si era el alcohol, pero me parecía incluso más bonita que otras veces.
En un momento dado me acercó el micro y volví en mí. No supe ni cómo, pero empecé a cantar. Damiano se cayó y me dejó hacer el estribillo sola, mientras sonreía.
Una vez me solté, comenzamos a cantar juntos. El italiano empezó a bailar, haciendo el tonto e invitándome a mí también a moverme.
Acabamos cantando a viva voz, compartiendo el micro, bailando y riendo.
La canción acabó y nos tiramos al sofá más cercano, aún a carcajada limpia.

Fue un momento totalmente surrealista. Me había divertido como nunca y había sido con Damiano.

La noche continuó, todos cantaron, bromeamos, reímos y bebimos todavía más. Damiano y yo estuvimos sentados el uno al lado del otro desde que acabamos de cantar, sin ningún mal gesto ni ninguna insinuación, tan solo disfrutando con nuestros amigos.

En algún momento llegué a pensar que aquello no era real, había bebido mucho y todo estaba yendo apabullantemente bien.

Thomas y Victoria estaban cantando TNT de AC/DC mientras fui al lavabo, quería retocarme el maquillaje, había llorado de la risa y no quería parecer un mapache.
Una vez hube terminado, me apoyé en el lavamanos y suspiré, no podía creerme lo mucho que estaba disfrutando.

Bed of roses · Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora