— A ver —Rebeca tomó asiento en el sofá, dejándome en medio de ella y Sara—. No me aclaro.
— Eso —asintió Sara—. Entonces, ¿te gusta o no?
— ¡No lo sé! —Exclamé, agotada, tirándome hacia atrás, impactando contra el respaldo del sofá.
— ¿No lo sabes? —Inquirió Rebeca.
— No, no lo sé —bufé, molesta—. Damiano me parece el tío más atractivo que he conocido nunca, es carismático, divertido e ingenioso, pero también me parece un estúpido, narcisista y...
— ¿Y...? —Me apremió Sara.
— Y no sé si yo le gusto o solo soy un capricho porque le dije que no cuando nos conocimos. —Suspiré.
— Y eso es, en realidad, lo que bloquea.
Miré a Rebeca, con enfado, aunque en realidad puede que tuviese razón, si supiese si de verdad tenía cierto interés en mí, tal vez no fuese con tanto miedo y me dejaría llevar más, y no solo con cuatro copas encima.
— Puede —admití—. Puede que si supiese de verdad sus intenciones, todo sería de otra manera.
— Pregúntale. —Sara me acercó mi móvil.
— ¡Uy sí! —reí, sarcástica—. Ni siquiera sé qué piensa él de lo que pasó ayer por la noche.
— ¿Qué va a pensar? —Rebeca me miró—. Vomitaste y te cuidó, ¿no te parece suficiente como para pensar que no solo quiere acostarse contigo?
— Actuó como cualquier persona medianamente decente en una situación así. —Respondí.
Mis amigas iban a protestar, pero la vibración de mi teléfono lo evitó. Rebeca y Sara me instaron a que viese quién me había mandado un mensaje.
— Es Damiano. —Informé.
El corazón se me aceleró y no supe qué hacer.
— ¿Qué te ha dicho? —Curioseó Sara.
— No sé, no he entrado en el chat.
— ¿¡A qué esperas!? —Apremió Rebeca.
Desbloqueé el móvil y entré a los mensajes.
Damiano: ¿Ya se te ha pasado la resaca?
Alma: Esta tarde ya estaba bien. Y gracias, por cierto.
Mis amigas se las habían ingeniado para leer por encima de mi hombro.
Damiano: Si es que no sabes beber. Dios te hizo tamaño bolsillo para que no llegases a pedir en la barra.
Rebeca empezó a reírse a todo volumen. Yo me limité a pegarle en el brazo.
Alma: Pero también inventó los tacones.
Damiano: Por cierto, estás muy graciosa durmiendo.
Bloqueé el móvil, leer aquel mensaje me había llenado de vergüenza, ¿acaso me observó dormir? ¿Cuánto rato?
El teléfono vibró de nuevo, y mis amigas me golpearon, cada una por un lado, para que continuase conversando.
Damiano: Roncas.
Alma: No es verdad, imbécil.
Damiano: Ya estaba pensando que no te encontrabas bien del todo, has tardado en insultarme.
Alma: Lo que tú has tardado en ser idiota.
Damiano: Jajajajaja. Bueno no roncas, respiras fuerte.
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Bed of roses · Damiano David
FanfictionLos caminos de una joven escritora y un famoso cantante se cruzarán más de una vez de las maneras más inesperadas y abruptas posibles. "Siguió subiendo sus manos hasta casi rozar mis ingles cuando noté mi móvil vibrar. Aparté a Damiano de un empujón...