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"Nada, no pasaría nada". Esas palabras retumbaron en mi cabeza durante todo el fin de semana que me había pasado encerrada en mi cuarto. Sara y Rebeca me respetaron; me traían la comida y se quedaban conmigo un rato en silencio, era su forma de decirme que se preocupaban por mí.

— ¿Vas a venir mañana a la oficina? —Me preguntó Rebeca, recordándome que estábamos a domingo.

— Podemos decir que estás enferma. —Sara se sentó a los pies de mi cama.

— No no...—hablé—. Sí que voy a ir al trabajo.

— No te dejaremos sola ni un momento. —Rebeca me abrazó.

— Estamos aquí, ¿vale? —Sara se unió al abrazo.

Decidí que ya estaba bien de autocompadecerme. Me sentí ridícula cuando supe que Lucas solo quería utilizarme y también me sentí humillada cuando Damiano decidió que el mejor momento para contarlo fuese aquel, pero ya estaba bien, no iba a permitir que nada me hundiese, así que salí de la cama ante la atónita mirada de mis amigas y anuncié que iba a ducharme, a fumarme un cigarrillo y a cenar con ellas en el comedor.

Me reí y disfruté de la compañía de mis mejores amigas durante la cena y nos fuimos a dormir temprano. Estuve un rato intentando que me entrase el sueño mirando algunas redes sociales en mi móvil cuando me salió una publicación de Victoria en instagram; eran varias fotos de ellos comiendo pizza y haciendo el tonto, le di al botón de me gusta mientras deslizaba el carrusel de fotos. La última era de Ethan dormido en el hombro de Damiano. Hice click en la imagen y me salieron las etiquetas. No supe muy bien por qué, pero presioné en la de Damiano y me llevó a su perfil. No le seguía, ni él a mí, aunque sí que seguía a los demás miembros de la banda en esa red social. Iba a salir de su perfil cuando algo en la última publicación llamó mi atención: era una foto del plató vacío, el fondo estaba desenfocado y, en primer plano, varias sillas vacías de espaldas a la cámara, excepto una. Reconocí perfectamente mi silueta de espaldas. Fruncí el ceño, ningún texto acompañaba la imagen, tan solo un punto. ¿En qué momento había tomado esa foto y por qué no me había dado cuenta?

Mi mirada se desvió hacia la parte alta de la pantalla. Había recibido un mensaje. Suspiré, cansada. Era de Lucas: Por favor, Alma, déjame explicarme, ¿podemos hablar? No dudé ni una milésima de segundo cuando me dirigí a bloquear su número. Nadie se reía de mí dos veces. Una vez hecho me salió la lista de gente a la que había bloqueado, tan solo eran tres números; el de Lucas, un número extraño que no conocía, y el de Damiano. Apreté el número del italiano y le di a la opción de "desbloquear". Iba a trabajar con él durante varios meses más y tenía muy claro que debíamos tener una relación cordial y, después de lo de la otra noche, lo más distante y fría posible, al menos por mi parte. No entendía sus cambios de actitud y no estaba dispuesta a que eso me jodiese la mejor experiencia de mi vida.

La mañana del lunes pasó sin más, estuvimos trabajando y no vi a Lucas porque no había grabaciones, ni a ninguno de los cuatro italianos hasta la hora de comer, en la que coincidimos Sara, Rebeca y yo con ellos en el comedor. 

— Odio los lunes. —Dijo Thomas, dejándose caer hacia atrás en la silla.

I feel you. —Contesté.

— ¿Estás mejor? —Me preguntó Ethan.

Me quedé paralizada unos segundos, no estaba preparada para que ninguno de ellos sacase el tema.

— Sí, sí, estoy mejor. —Contesté, incómoda.

— Tampoco es que Lucas fuese nada del otro mundo, menudo capullo. —Comentó Rebeca.

Bed of roses · Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora