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Pasaron tres días en los que estuve enfrascada con mucho trabajo, continuamos con los rodajes de varias escenas y no pensé mucho en lo que hablé con Rebeca y Sara, porque no tenía tiempo ni de respirar. Me pasé casi todo el tiempo en plató, donde grabábamos todos los interiores y ni siquiera vi a Damiano ni a los demás.

Tras varias horas intensas de rodaje hicimos un parón de un cuarto de hora para descansar, así que decidí que era el momento de salir a fumar. Al estar en los platós me venía más cómodo salir a la calle que subir a la azotea.

Me puse a mirar el móvil mientras me terminaba el cigarrillo hasta que una voz me hizo levantar la mirada de la pantalla.

— Hola, buenas.

Se trataba de un chico bastante alto. Tenía una melena larga y rizada que le llegaba por encima de los hombros, una frondosa barba que casi hacía imperceptible su piercing del labio inferior y un tatuaje en los dedos de su mano derecha. La verdad es que me quedé embobada mirándolo, no voy a mentir.

— Perdona —volvió a hablar—. ¿Es esto el edificio de oficinas de la productora Seven?

— Ehm, sí. —Respondí algo confusa.

— Es que soy el nuevo, vengo para el equipo de eléctricos. —Sonrió tímido.

Joder, qué sonrisa más bonita tiene.

— ¡Ah! —caí en la cuenta—. Es verdad que había oído que se incorporaba alguien hoy. —Sonreí.

— Soy Lucas. —Me tendió la mano.

— Alma. —Le imité.

— ¿¡La escritora!? Me encanta tu libro. Perdona, no te conocía, ni siquiera hay foto en la contraportada del libro—Dijo, emocionado.

— Vaya, muchas gracias. Y no, me gusta el anonimato —sonreí, tímida.

Todavía no me acostumbraba a que me dijeran cosas así.

— Perdona, no quería incomodarte. —Se rascó la nuca.

— No, no, para nada, tranquilo, solo que no me acostumbro todavía.

— Bueno, creo que voy a...—señaló la puerta principal— ...a ver si voy a llegar tarde mi primer día.

— Oh, sí, sí, no te entretengo, ahora entro yo.

Fue a entrar, por lo que me aparté de la puerta a la vez que él quiso esquivarme para poder abrir, así que acabamos uno enfrente del otro, muy cerca. Me moví hacia un lado, pero Lucas hizo exactamente lo mismo y volvimos a chocar nuestros pies. Nos reímos.

— Espera, me muevo solo yo. —Dijo, riéndose.

— Sí, que al final va a parecer que no te quiero dejar entrar. —Reí también.

¿Qué acababa de pasar? Pensaba que esto solo ocurría en las comedias románticas, género que detestaba, por cierto.

Entré a plató y mis amigas me asaltaron nada más pasé el umbral de la puerta.

— ¡Alma! —susurraron ambas al unísono.

— Joder que susto. —Me puse una mano en el corazón.

— Tía hay un chico nuevo que es guapísimo. —Dijo Sara.

— Es tu tipo al cien por cien. —Rió Rebeca.

— ¿Lucas? ¿El del equipo de eléctricos? — me reí viendo el desconcierto en sus caras—. Lo he conocido fuera, mientras fumaba.

— Anda que avisas. —Se ofendió Sara de broma.

Bed of roses · Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora