Eran las ocho y cinco minutos de la tarde y yo estaba echa un manojo de nervios. Mi pie derecho zapateaba en el suelo mientras miraba el reloj de muñeca. Temía que se hubiese olvidado.
— ¿Por qué siempre piensas que me voy a olvidar cuando quedamos? —Habló Damiano, apareciendo por detrás de mí—. Llevo queriendo esto desde que te volví a ver en la sala de reuniones la primera vez.
— ¿Nos vamos? —Apremié, intentando que no se me notara abrumada por sus palabras.
El italiano asintió y comenzamos a caminar calle abajo. La galería quedaba a unos escasos quince minutos andando desde el trabajo.
— ¿Dónde vamos? —Damiano metió las manos en los bolsillos de su abrigo.
Me subí la bufanda hasta taparme la boca y le imité. Hacía un frío atroz, noviembre había traído el invierno consigo.
— Ya lo verás, no seas impaciente.
Seguimos caminando en silencio. Intentaba no mirar a Damiano, el cual me iba observando con una sonrisa, y me estaba poniendo demasiado nerviosa.
Giramos la última esquina y nos encontramos con las grandes ventanas acristaladas de la galería. Me paré en seco.
— Bueno, pues ya hemos llegado. —Me balanceé sobre mis pies, ansiosa.
— ¿Una galería? —Preguntó, con un semblante indescifrable.
— Sí, bueno —comencé—. Hay una exposición de cine, yo creo que puede ser interesante, aunque no sé si te gusta el cine, verás, a mí me apasiona, yo...—Me iba atropellando con mis propias palabras, desbordada por los nervios.
— ¡Cálmate! —Rió el italiano, agarrándome por los hombros—. Te vas a ahogar. Sí que me gusta el cine, bastante, aunque supongo que no sé ni una tercera parte de lo que sabes tú, que estudiaste cine.
— ¿Cómo...?
— ¿Crees que no te presto atención cuando hablas con alguien y yo estoy en el mismo sitio? —Me volvió a cortar—. Te escuché decirle a Ethan que habías estudiado cine, con Sara y Rebeca.
No contesté, tan solo sonreí, me había hecho cierta ilusión que pusiese atención a lo que decía.
Nos adentramos en la galería. Todavía era pronto, así que había poca gente. Recé porque nadie reconociese a Damiano y nos fastidiase la noche. La exposición era preciosa, estaba dividida por décadas y había imágenes y también pantallas con trozos de las películas, e incluso había alguna que otra parte interactiva. Damiano me seguía de cerca, imitando cada uno de mis gestos.
Me acerqué a una de las pantallas táctiles y vi que se trataba de un juego de entrelazar películas con directores. Estábamos en la parte de los noventa, sin duda, mi época favorita del cine. Estuve observando la pantalla unos segundos.
— Si no juegas tú, lo haré yo. —Comentó el italiano.
Tan solo me aparté para darle más acceso a la pantalla y le invité con la mano a acercarse. Damiano me miró dubitativo, pero se aproximó.
— Pero me tienes que ayudar.
— No, que eso es trampa. —Me reí.
— Bueno, esta me la sé. —Sonrió triunfal, uniendo "La vida es bella" con el director Roberto Benigni.
— Claro, porque es italiana —Bromeé—. Sigue, sigue.
El italiano puso el dedo en la pantalla, justo en "Uno de los nuestros" y me miró, dubitativo.
— No sé cuál es esta —se explicó—. Igual en italiano se llamó de otra manera—. Se rascó la nuca.
— Oh —musité—. Es "Goodfellas".

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Bed of roses · Damiano David
FanficLos caminos de una joven escritora y un famoso cantante se cruzarán más de una vez de las maneras más inesperadas y abruptas posibles. "Siguió subiendo sus manos hasta casi rozar mis ingles cuando noté mi móvil vibrar. Aparté a Damiano de un empujón...