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El olor a mar inunda mi nariz y eso me hace recordar muchas cosas. Mi vida en Los Angeles, la primera noche que estuve con Chris y todas las demás.

Me llenaba el corazón saber que mi vida estaba tan bien. Trabajaba en lo que yo quería, ganaba un buen sueldo, tenía un prometido magnífico y mejor aún ese mismo iba a ser mi esposo para toda la vida.

-¿En qué piensas?- me dice Chris en el momento que toma mi mano y la aprieta mientras vamos en el taxi.

-En lo mucho que estoy enamorada de ti.

-Me alegra saber que piensas eso porque yo solo puedo pensar en cuanto quiero pegar mi boca en tus tet...- le tapé su boca con mi mano.

A pesar de que ya estábamos en México, esta era una ciudad muy concurrida por extranjeros y los locales sabían hablar inglés también.

Llegamos al hotel dónde se iba a llevar a cabo la boda y bajamos nuestras maletas. En la entrada nos recibieron dos personas a las que le indicamos que veníamos a un evento y de inmediatamente nos llevaron a nuestras habitaciones. Estaríamos aquí solo cuatro días mientras los demás estarán una semana entera y todo esto porque quería ir a visitar mi ciudad, esa que me había hecho conocer al amor de mi vida. Además que le tenía una sorpresa preparada a Chris.

Llegamos a nuestra habitación y era hermosa, con una vista bella hacia el mar y una cama que lucía muy cómoda.

Dejé la maleta en la puerta y corrí a acostarme, después de tener un polvo rápido en el baño del aeropuerto terminé demasiado agotada y el avión no es para nada cómodo para dormir.

Chris corrió y los dos nos quedamos acostados en la cama cayendo profundamente dormidos mientras los demás segura estaban mojando sus pies en el agua o algo así.

Narra Chris...

Ya era de noche cuando desperté. Estiré mi brazo al otro lado de la cama y la imagen que vi me sorprendió demasiado porque tenía mucho que no veía ese retrato desde que vivíamos en Los Angeles cuando comprendí que la amaba pero la había lastimado.

Estaba sentada en uno de los silloncitos que decoraban la terraza de nuestra habitación con la cara llena de lágrimas, su nariz roja y un cigarro en la mano. Estaba fumando y tenía mucho que no lo hacía.

Me levanté de la cama y fui a su lado. La abracé y eso bastó para que volviera a desmoronarse en mis brazos.

-Oye...- le dije tratando de tranquilizarla mientras le daba un beso en la frente- ¿Qué pasó nena?

-Mi padre... él está aquí- tomó una servilleta de papel con la que se estaba limpiando desde hace rato.

-¿Te dijo algo?- negó.

-No es el hecho de que esté aquí. Sino que las trajo a ellas... a su nueva familia y a su hija.

Y comprendía todo. Le dolía, claro que lo hacía. Por mas que ella quiera fingir que ya no le importa, no es así.

Recuerdo cuando mis padre se divorciaron. Fue duro y llevarme bien con su nueva esposa había sido duro para mi más que para mi hermano. Fueron meses de rechazo hasta que un día comprendí que las cosas se habían dado de buena manera y mi madre se lleva bien con la familia de mi padre. Mis hermanos la quieren y podría decir que la esposa también a nosotros.

A lo que voy con esto es que no puedo ni siquiera imaginar un poco qué sentirá ella en su corazón al saber que su padre lleva tanto tiempo jugando a las dos familias, que incluso nunca estuvo presente con ella por estar cuidando a otra hija, a otra persona que tal vez él sí estaba interesado en ejercer su paternidad.

CERO AL FINAL #4 ||Christopher Vélez|| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora