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Me despierto temprano para preparar el desayuno mientras Chris sigue dormido. Normalmente él es el que se encarga de esas cosas porque se le da delicioso cocinar pero hoy yo quería quitarme la corona y tratar de no quemar el agua.

Pocas de las cosas que sabía hacer bien eran los chilaquiles que mi abuela paterna me había enseñado a hacer así que tomé las tortillas y la salsa que había hecho para comenzar a hacer una obra de arte.

-Huele delicioso.

Volteo a ver y viene bajando por las escaleras mi chico con su pantalón de pijama solamente y el torso descubierto. Verdaderamente sexy.

-Tú te ves delicioso- le respondo.

Cuando llega a la cocina me abraza por la cintura y me da un pequeño beso en el cuello.

-Si así van a ser mis mañanas, contigo en puras bravas y una jersey mía puesta, deberíamos de venir más seguido por acá.

-Siempre estoy de la misma manera en el departamento.

-Pero no sé, hoy en especial luces más apetecible que nunca. ¿No puedes dejar de hacer lo que estás haciendo y venir conmigo a la cama?

-No amor, estoy preparándote de desayunar y no quiero que se queme- sigo rompiendo los huevos en el sartén.

-Entonces me sentaré a ver lo que me voy a comer en un momento, también a lo que sea que estes cocinando- ambos soltamos una risita.

Cuando termino de cocinar, sirvo los platos en la mesa. Ambos nos sentamos a desayunar y no puedo evitar mirarlo como niña chiquita en el momento que se mete el primer bocado de chilaquiles en la boca.

-Wow- dice. No soy buena cocinando pero espero sea decente.

-¿Están ricos?- lo interrogo con los ojos.

-Deliciosos. No sabía que sabías preparar chilaquiles. ¿Por qué nunca habías hecho?

-Porque no recordaba que sabía hacerlos.

-Están muy ricos.

Entre risas y murmullos seguimos desayunando y cuando por fin estuvimos listos para irnos, nos subimos al carro y nos dirigimos a nuestra aventura.

Manejé por al rededor de una hora hacia nuestro destino que estaba dentro de la ciudad pero quedaba apartado de mi casa.

Vamos vestidos para la ovación porque aunque en la playa hacía un calor infernal, aquí hace frío y mucho.

Llegamos al parque, sí. Ese gran parque donde hace años un tipo insoportable me conquistó con su pésima manera de tratarme... que mal suena eso pero así fue como sucedieron las cosas.

Lo llevé de la mano hasta donde estaba todo preparado.

-Yo recuerdo este camino- me dice mientras nuestras manos se entrelazan.

-Sería una pena si no. ¿Qué tanto recuerdas?- dije poniéndolo de espaldas a la sorpresa y mirándolo a los ojos.

Me hacía ilusión escuchar el recuerdo desde su punto de vista.

-Recuerdo el lugar lleno de chicas, el escenario y a una persona en especial que estaba enojada porque su amiga la había traído a la fuerza al concierto de alguien que no conocía ni le llamaba la atención. Pero justamente ese carácter fue el que me llamó la atención de esa chica que traía su playera de Micky Mouse puesta.

-¿Quién sería esa chica tan suertuda?- dije jugando.

-El amor de mi vida- me tomo del rostro y me fui un beso lindo, lento y cálido.

Le tapé los ojos con una bufanda que traía y caminamos lentamente a la orilla de la presa llena de agua cristalina.

Había una burbuja inmensa en donde dentro había un pequeño picnic armado con cojines y una mesita de madera. Se veía hermoso.

Le quité la bufanda y me hinqué frente a él sacando el anillo de oro que le había comprado hace unos días en Miami.

Él me había propuesto matrimonio pero yo también quería hacerlo.

-Christopher Bryant Vélez Muñoz. Hace exactamente cinco años de que te conocí en este mismo lugar mientras tú cantabas esa canción que me hizo odiarte demasiado esa noche. Hoy después de este tiempo me di cuenta que básicamente lo manifestamos frente a muchas personas porque evidentemente me volví a loca desde el momento que probé tus labios. Y aquí estamos uno frente a otro mientras no puedo de dejar imaginarme cómo sería mirarte a los ojos y decir que por fin eres mío. Porque ambos somos un cero al final complementándonos el uno del otro hasta convertirnos en un cien. Te amo, Chris y quiero que seas mi esposo hasta el fin de las galaxias que habitan en la órbita. ¿Te quieres casar conmigo?

Abrí la pequeña caja azul marino y en ella habitaba un anillo amarillo brillante con escasas piedras al rededor.

Mi prometido me toma de los hombros y me besa los labios respondiendo mi pregunta. Eso era un "sí".

-Pero por supuesto que sí, hasta el fin de los tiempos.

-Hasta el fin de los tiempos.

Le coloqué su anillo en el dedo y ambos lucimos nuestra joyería orgullosamente en nuestras manos.

Después del momento tan emotivo que vivimos ambos tras nuestro compromiso mutúo nos quedamos sentados contemplando el gran lago que se veía a lo lejos.

-¿En qué momento preparaste todo esto?.

-Es un secreto.

Estaba recostada en su hombro y ambos creo que estábamos asimilando todo lo que estaba ocurriendo. Si bien nos iba en menos de un año nos casábamos y era algo que me emcionaba pero a la vez me poníà muy nerviosa.

Iba a ser mi primer y único matrimonio por lo cual el solo pensar en que yo podía arruinarlo todo me ponía la piel chinita.

Después de unos cuantos besos, fotografías y muchas risas acompañadas con lágrimas nos pusimos de pie y decidimos ir a recorrer la ciudad. 

Quería visitar muchos lugares y a decir verdad también quería recordar un poco de mi infancia cuando solía ser feliz. Me refiero a que hubo una parte de mi niñez en la que recuerdo que solo éramos mis papás, mis hermanos y yo. 

Aprovechamos lo más que pudimos el día, mañana nos regresábamos a Miami y era volver a mi vida, la que está en constante vigilancia. 

Desde que Chris y yo hicimos público nuestro noviazgo, era esta constantemente con cámaras en la cara y uno que otro sujeto persiguiendonos mientras decidíamos hacer nuestra vida y daba gracias que aquí en México eso no sucede mucho.

Sí se nos habían acercado unas que otras chicas a pedirnos fotos y videos pero fue todo de lo mas tranquilo para ambos y agradecíamos eso.

Fuimos por un helado al centro de la ciudad, le mostre a mi chico muchos lugares representativos de la ciudad y volvimos a casa para empacar y poder descanzar un poco puesto que el viaje de mañana iba a ser demasiado largo.


CERO AL FINAL #4 ||Christopher Vélez|| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora