Capítulo 11.

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Juliana

―¿No crees que eso debería juzgarlo yo? ―Pregunté alzando una ceja y ella sonrió ligeramente negando con la cabeza.

Non sto scherzando. Sono pericoloso. ―No entendía nada de italiano, pero pareció bastante atractivo escucharla hablar ―acabo de decir que no estoy bromeando. Soy peligrosa Juliana.

―Pues no lo creo ―insistí. ―Creo que sólo aparentas ser una chica ruda y sin escrúpulos porque tienes miedo de ser vulnerable.

―Estás hablando estupideces ―desvío la mirada y bebió de su cerveza.

―Estás herida ―deduje interpretando su evasiva.

―¿Te han dicho lo insoportable que eres? ―Gruñó mirándome con el ceño fruncido y yo sólo me encogí de hombros dando un trago a mi cerveza.

―¿Te han dicho lo irritante que resultas siempre? ―Contraataque elevando una ceja y dejándola sin palabras ya que su boca se abrió y cerró tres veces consecutivas, pero no emitió una sola palabra.

―Okay, creo que es momento de callarnos. ―Murmuró soltando una risita volviendo la mirada al frente y meciendo sus piernas para balancearnos. ―Así que ¿Tu hermano tiene una hija? ―dijo después de algunos minutos.

―Sí. Creí que lo sabias ―fruncí el ceño prestando atención a sus palabras.

―Dominic pretendía llegar a ella al principio. Quería darle a tu hermano en donde más le doliese, ya sabes, para hacerlo ceder fácilmente. ―¿Por qué está diciéndome todo esto ahora?

―Pero entonces aparecí yo, ¿no?

―Así es. Aunque yo no iba a hacerlo, es una niña pequeña, no soy un monstruo por completo después de todo. ―Seguía mirando a un punto fijo frente a ella mientras yo admiraba las facciones de su definido perfil ―tengo sobrinas.

―Eso lo explica un poco. ―Susurré recibiendo otro asentimiento por su parte ―no estaba tan equivocada después de todo ―bromeé atreviéndome a inclinarme un poco para dejar un golpe en su brazo.

―Puede ser. ―Giró su rostro quedando a tan sólo centímetros del mío y mi respiración se cortó.

Mi pulso se aceleró y las manos comenzaron a sudarme provocando que la botella de cristal se resbalase entre mis dedos. Mis ojos se desviaron hasta sus labios humedecidos por el alcohol luciendo más apetecibles de lo normal. Alcé la mirada algo asustada en cuanto sentí el dorso de su mano rozar ligeramente la piel de mi mejilla y me controlé para no cerrar los ojos y disfrutar de su toque. Su índice delineó la línea de mi mandíbula justo cuando nuestras miradas se encontraron y entonces sentí como se inclinó acortando la distancia entre nosotras.

―Se que no debo, pero... voy a besarte. ―Susurró casi sobre mis labios y yo sólo pude mantenerme estática en mi lugar aguardando el momento siguiente.

Entonces, nuestras respiraciones se mezclaron durante el dulce pero necesitado beso y su mano fue a parar a mi nuca atrayéndome más hacia ella como si intentase profundizar el encuentro de nuestras bocas al máximo. La mezcla del alcohol y la calidez de su lengua provocaban un ligero hormigueo en mis labios y me gustaba aquella sensación. Pero entonces su teléfono comenzó a sonar y ambas nos separamos de golpe ante la interrupción.

―¿Hola? ―Contestó la llamada sin apartar su mirada de la mía como si intentase descifrarme de alguna forma. ―No, no lo estoy. No puedo salir ahora Spencer, no me jodas.

Y sin más finalizó la llamada. Sostuvo mi mirada por unos cuantos segundos más antes de ponerse en pie y desaparecer hacia el interior de la casa dejándome totalmente paralizada en la hamaca.

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