Epílogo.

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Valentina

―Carvajal, ya es hora.

Dejé escapar una bocanada de aire contenido mientras echaba una última mirada a la celda que había sido mi lugar desde hace cinco años. Habían reducido mi condena en el juicio gracias a que ayude para atrapar a Dominic y a todo su equipo, y mi buen comportamiento al interior del reclusorio. Cinco años.

Estaba ansiosa por ver el rostro de Juliana otra vez. No había aceptado ninguna de sus visitas, no porque no quisiera verla sino por temor a no ser capaz de tolerar que se marchase después de esos pocos minutos en los que charlaríamos a través de un cristal. Keaton y Zed estaban trayéndome noticias constantemente acerca de ella y de Mía.

―¿Quieres salir o no? ―La voz de mi compañero de celda interrumpió mis pensamientos y alce la mirada hasta la litera de arriba.

―Aún me debes un juego más de póker. ―Bromeé y él se encogió de hombros.

―Debes desistir Valentina, soy el mejor en ello en todo este maldito lugar. ―Se rió y yo asentí dándole la razón.

―Espero verte fuera muy pronto sabandija.

―Saca ya tú culo de aquí Carvajal.

Negando con la cabeza una vez más me di la vuelta para caminar hasta la salida en donde un oficial me esperaba con el semblante serio. La celda se cerró otra vez tras de mí y me estremecí un poco ante el crujir de los barrotes de acero, recorrí los pasillos grises de la presión siendo escoltada y recogí mis pertenencias antes de salir. Mi vieja chaqueta de cuero y una fotografía de Juliana y Mía, además de la ropa de civil que ya traía puesta.

―Es todo. Hasta pronto Carvajal. ―Miré al oficial Reynolds quien me tendía una mano.

―Hasta nunca oficial. ―Conteste estrechando su mano.

Las puertas se abrieron para darme paso y el aire libre se filtró en mis pulmones dándole inicio al primer respiro de un nuevo comienzo. Entonces la vi, de pie junto Dean frente a una camioneta gris. Sus ojos dieron con los míos después de tanto tiempo y di flojos pasos en su dirección antes de que ella comenzara a correr en mi encuentro. La recibí entre mis brazos repitiéndome una y otra vez que no la soltaría jamás otra vez. Aspiré su característico aroma que tanto había extrañado y besé sus labios con necesidad.

―Tardaste demasiado. ―Susurró con los ojos cerrados.

―Ya estoy de vuelta.

―Lo ves Elián, es mamá. ―Esas voces familiares a unos metros de distancia provocaron que me percatara de la presencia de otros tres sujetos.

Morgan me dio una sonrisa y Mía corrió en mi dirección al igual que Juliana, su cabello castaño estaba más largo de lo usual y había crecido demasiado para tener doce años. La abracé y besé su frente tomando el tiempo para detallar su rostro parecido al de mi esposa.

―Te extrañe.

―También yo princesa ―dije acariciando su mejilla.

―Valentina, él es Elián ―mi mirada se desvió hasta el niño en los brazos de Juliana.

Sus intensos ojos marrones me veían con timidez mientras jugaba con un mechón de cabello de la morena quien se encontraba viéndome fijamente a la espera de algún movimiento. Me acerqué con manos sudorosas y acaricié su cabello negro recibiendo una media sonrisa en respuesta.

―Hey ¿No le das un abrazo a mamá? ―Preguntó Mía y entonces su pequeño cuerpo se abalanzó contra el mío tomándome por sorpresa.

Lo cogí entre mis brazos aún sin entender como un niño de cuatro años podía transmitir tanto con tan sólo aquel simple gesto. Cuando me enteré de su existencia unas ganas inmensas de cruzar aquellos muros que me mantenían retenida me invadieron y casi desisto de mi decisión de no ver a Juliana. Dean me prometió que cuidaría de ellos y al parecer así lo hizo.

―¿Qué tienes ahí hombrecito? ―Pregunté al niño de cabellos oscuros quien parecía estar muy concentrado con sus crayones.

―Un dibujo.

―¿Qué dibujas?

―A ti mami. ―Mis labios se crearon al oírlo llamarme así y mi corazón latió con rapidez ―somos todos nosotros. ―Dijo tendiéndome la hoja de papel llena de rayas de muchos colores.

―Tienes talento. ―Halague revolviendo su cabello mientras sentía la mirada de Juliana sobre nosotros.

―Me gusta el fútbol ¿Y a ti? ―Preguntó esperanzado.

―Por supuesto. Jugaremos todo lo que quieras. ¿Te parece? ―Él asintió repetidas veces.

―Ve con Mía cielo, Morgan está preparando una exquisita merienda para ustedes.

Elián asintió antes de salir disparado en dirección a la cocina llevándose un regaño por parte de su madre a causa de correr por la casa.

―No puedo creer que me haya perdido cuatro años de su vida. ―Susurré con una sonrisa nostálgica en el rostro.

―No pienses en eso. Piensa en todos los que te quedan para estar a su lado. ―Dijo Juliana acercándose a mí y tomando asiento a mi lado en aquel cómodo sofá que olvide que teníamos.

―Si tan sólo lo hubiésemos descubierto antes no me habría entregado ¿Lo sabes, verdad? ―Pregunté mientras rodeaba sus hombros con uno de mis brazos y ella recargó su cabeza contra mi hombro.

―Sí. Lo sé.

―No volveré a separarme de ti ni de ellos. ―Dije al escuchar contagiosas risas provenir desde la cocina.

―Eso espero Carvajal. O tendré que ir por ti.

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