Capítulo 22.

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Valentina

―¿Cuánto ha pasado desde que Ethan llamó? ―Pregunté a Juliana mientras daba vueltas por la sala de aquella casa desesperada.

―Quince minutos Valentina. ―Susurró Juliana quien permanecía junto a Anna quien lloraba en silencio.

―Ella... ya ha hecho esto antes pero sólo desaparece por un par de horas y regresa antes de que yo pueda llamar a la policía. ―Sollozó la rubia provocando que mis nervios y sospechas incrementaran.

―Es todo. Han pasado cuatro horas, saldré para buscarla ―dije decidida caminando a la salida.

―Valentina detente ―me llamó la morena tomando mi brazo. ―¿Qué estás haciendo? ―preguntó asustada.

―Ella no se escapó Juliana. Estoy segura de que Dominic está involucrado en esto. ―Gruñí entre dientes.

―Puedes contactar a Keaton y a lo demás, ellos van a ayudarte no quiero que hagas esto sola yo... ―estaba entrando en pánico así que tomé su rostro entre mis manos mirándola fijo a los ojos.

―Tranquila, voy a estar bien. No te muevas de aquí hasta que Ethan te de noticias ¿Está bien? ―Ella asintió y yo deposite un rápido beso en sus labios.

Conduje con rapidez por la carretera estrangulando en volante entre mis manos mientras pensaba en el rostro de Morgan hace unas horas. Ella no quiso verme y si algo llega pasarle no voy a perdonármelo. No había señales de Dominic, Macario puso a sus hombres en las calles y Dean comenzó a rastrear algunos de los coches que Dominic utilizaba. Mis nervios estaban incrementando a cada segundo que pasaba sin tener noticias, sin recibir una llamada de advertencia o algo parecido. Hasta que mi teléfono sonó y el nombre de Juliana se iluminó en la pantalla.

―¿Sí?

Valentina, no está en manos de Dominic. Su mochila no está en la habitación al igual que algunas prendas de ropa. Ella sólo se escapó de casa. ―Esas palabras me tranquilizaron un poco y provocaron que mi pulso lograra normalizarse.

―No puede ser. ―Susurré dándome cuenta.

―¿Qué? ―Preguntó Juliana en cuanto me oyó desde el otro lado.

―Ya sé dónde está ―dije antes de cortar y tomar las llaves de la camioneta para salir disparada de allí.

Aquel parque no estaba tan lejos del edificio en el que se encontraba mi departamento, habíamos ido allí un par de veces y ella me dijo cuando le gustaba mirar las fuentes de los parques. Eso de algún modo la relajaba. Fuimos allí cinco veces más después de aquella tarde dentro de este mes y sólo nos sentábamos en la orilla de la fuente a mirar nuestros reflejos en el agua. Caminé a paso ágil por el iluminado lugar desolado a aquellas horas de la noche y entonces una oleada de alivio me recorrió en cuanto la vi de espaldas a mí. Traía sus auriculares puestos y con sus dedos rozaba el agua ligeramente.

―Morgan ―la llame y ella se giró de inmediato algo sobresaltada. ―¿Qué estás haciendo aquí? ―Pregunté mientras me acercaba.

―¿Cómo me encontraste? ―Preguntó quitándose los audífonos y frunciendo el ceño.

―Eso no importa, ¿sabes Lo preocupada que está tu madre? ―Ella rodó los ojos y volvió a darme la espalda.

―Claro que lo has hecho por ella.

―No ―dije enseguida. ―También estaba preocupada por ti, como no tienes idea. ―Solté un suspiro ―sé que no quieres irte, tampoco quiero que lo hagas. Pero tú hogar está en Italia cariño.

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