Capítulo 29.

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Valentina

La grava en el muelle resonó con fuerza bajo los neumáticos del coche el cual Zed aparcó segundos más tarde frente a aquel auto que había visto alejándose de casa. Hubo una señal a través de las luces de ambos coches y entonces noté que Craig y otros cuatro chicos descendían de éste.

―Val, ¿estás segura de esto? ―Preguntó Keaton antes de que pudiésemos descender del automóvil.

―Lo que sea para traer a Mía de regreso.

Las puertas resonaron al cerrarse con fuerza y me posicione frente a Craig quien aguardaba de brazos cruzados.

―Ha pasado tiempo Carvajal.

―Sí, esperaba no tener que volver a partirte la cara. ―Murmuré con serenidad y él soltó una risa.

―Es gracioso que lo digas ―dijo dando unos cuantos pasos tentativos en nuestra dirección ―hay una sorpresa de camino a tu casa. Y estoy segura de que será un gran golpe para ti.

―Basta de juegos. ―Intervino Ethan.

―¿De qué hablas? ―Podía sentir que nada bueno saldría de su asquerosa boca.

―La pequeña Mía está en uno de aquellos contenedores aguardando la llegada de su madre. ―Mi vista fue a para de prisa a los contenedores pesqueros que allí había ―y Juliana y Morgan están en peligro. ―Formó un puchero con sus labios antes de volver a reír. ―¿Sigue tan buena como la recuerdo?

―¡Calla pedazo de mierda! ―Grité con ira.

―¿Qué es lo que tramas?

―Verás querido Dean, hay mucho plomo y pólvora dirigiéndose hasta aquello casa para ser disparados en su contra. ―Mi piel se erizó ante sus palabras ―y aquella mocosa está en manos de Dominic, ¿quién morirá primero?

―Pues tú maldito idiota.

Ethan sacó su arma a la velocidad de la luz y y disparó en su contra y en la de otros dos hombres antes de que Keaton acabara con el resto de ellos. Sus cuerpos cayeron como costales sobre la grava y yo me di la media vuelta dirigiéndome al coche antes de hablar.

―Regresen a la casa. Las chicas están en peligro, me encargaré de recuperar a Mía y de matar a Dominic si es necesario. ―Dije tajante recibiendo un par asentimientos.

―Zed, es hora sé que nos recojas. ―Dijo Dean a través de su radio.

Tomé mi arma y corrí a través del muelle en dirección de los contenedores procurando no ser descubierta por los hombres que los custodiaban. El lugar olía a pescado y mariscos frescos, me detuve justo antes de dar la vuelta al notar a dos hombres armados charlando en la entrada. Quité el seguro del arma y soltando un suspiro dejé mi escondite para disparar en su contra desplomándoles en instantes. Esquivando sus cuerpos empuje la pesada puerta de metal del contenedor para adentrarme, todo estaba oscuro lleno de cajas y una que otra rata merodeando en el interior.

Un sonido sordo retumbó contra las paredes de contenedor y puedo jurar que sentí la bala rozar mi brazo con una pequeña ráfaga de viento antes de tener oportunidad de cubrirme tras unas cajas. Podía sentir los pasos del sujeto acercándose, estaba buscándome. Caminé con sigilo desde en otro lado rodeando la pila de cajas y desechos, busqué mi navaja en mis bolsillos y me acerqué con rapidez desde atrás clavando el arma justo en su cuello y soltándolo segundos después. Se desplomó en el suelo junto a su arma para comenzar a desangrarse.

Parecía no haber más secuaces de Knight, pero aun así avancé con cautela, había sólo una luz encendida en el oscuro lugar y caminé hacia ella. Mi pecho se apretó al ver a Mía allí, sentada en una vieja silla de madera en medio de cajas y viejos utensilios de pesca, sus ojos estaban vendados y sus manos amarradas. Pude notar su labio inferior temblar ligeramente y me acerqué con rapidez.

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