Capítulo 13.

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Valentina

El sonido sordo del cuerpo de la chica desplomándose tras de mi provocó que apretase aún más mis ojos sin querer apreciar la escena de la que era participe. Pero sabía que tenía que mirar así que recobrando toda la valentía que había adquirido en los últimos meses, lo hice. La imagen de la ojiazul apuntando justo frente a mis narices me hizo sobresaltarme, ella salió de su trance en cuanto noto mi reacción y bajo rápidamente el arma.

―¿Estás bien? ―Preguntó con dificultad aún con la mirada perdida en el cuerpo inerte de la chica tras de mí. ―Tenemos que irnos ―tomó mi brazo y me arrastro con ella hasta el exterior.

En cuestión de segundos estaba de regreso en la parte trasera de aquella sucia furgoneta rodeada de dinero junto a una chica absorta en sus pensamientos pero que mantenía el semblante duro como una roca. Mis manos temblaban un poco mientras nos movíamos con velocidad y desplante a través de las calles casi desiertas de la ciudad dejándola atrás dentro de poco. No sé cómo ni en qué momento estuvimos de regreso en aquella casa que compartía con Valentina, pero ahí estábamos de pie en la entrada sin decir nada.

―Jamás había matado a una mujer tan fríamente, ¿sabes? ―Rompió el silencio congelándome con su confesión ―pero ella estaba apuntándote y no pensé muy bien en lo que hacía.

Mis labios se separaron, pero ni una sola palabra salió de ellos así que permanecí en silencio.

―Cada vez que un inocente muere en nuestras manos, no puedo mirar su rostro al tirar del gatillo por miedo a retractarme de mis acciones al notar la vulnerabilidad y el temor en sus ojos.

―Valentina... ―dije su nombre intentando detenerla, pero negó.

―Pero esta vez la he mirado a los ojos, no pude pensar al verte en aquella situación Juliana. ―Su voz era neutra y su mirada perdida buscó la mía.

Me acerqué a ella y tomé sus manos entre las mías guiándola hasta su habitación, específicamente hasta el cuarto de baño. No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero por una vez dentro de mucho tiempo quería dejarme llevar y mi pensar en nada fuera de ese momento. La ayudé a quitar su chaqueta luego de cerrar la puerta tras nosotras y ella pareció entender mi mensaje con tan solo mirarme a los ojos. En un abrir y cerrar de ojos, entre caricias, miradas y besos estuvimos desnudas en medio del cuarto de baño entregando nuestros cuerpos la una a la otra.

Sus labios en mi cuello y mis uñas arañando su espalda mientras contenía los jadeos de placer que amenazaban con salir de mi boca. Todo parecía estar en calma.

Valentina

Mis manos vagaron libremente por su moldeado cuerpo cumpliendo aquel sueño frustrado que poseía desde la primera vez que la vi. No solía ser cariñosa o cuidadosa a la hora del sexo, pero sentía que esta vez la realidad era mucho más distinta de lo común. Sus labios encontraron los míos mientras nos guiaba al interior de la ducha acorralando su cuerpo contra los fríos azulejos. Mis dedos recorrieron desde el valle entre sus pechos hasta el monte de Venus entre sus piernas dándole suaves caricias mientras mi miembro era estimulado por sus gemidos.

No sabía si esto estaba bien o no. Lo que si tenía claro era que se sentía jodidamente bien estar piel a piel con la pelinegra que había estado robándome el aliento últimamente. Ya ni siquiera podía recordar cómo se había sentido estar con otras chicas, no cuando la tenía plenamente entre mis brazos derritiéndose entre ellos. El agua caía sobre nuestros cuerpos mientras yo la embestía una y otra vez de manera lenta intentando ser cuidadosa con ella. Había estado a punto de resbalar en cuanto tuve que coger un preservativo a causa del vapor dentro de la habitación el cual había humedecido las baldosas de cerámica.

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