Capítulo 25.

1.5K 126 4
                                    

Valentina

Fruncí el ceño mientras dejaba escapar un gruñido ante el incesante ruido que interrumpía mi sueño aquella madrugada. Una palmada en la espalda por parte de Juliana fue señal suficiente para notar que debía terminar de una vez con aquella irritante vibración, así que estiré mi mano a tientas y di con mi móvil sobre la mesita de noche. Entrecerré los ojos con esfuerzo ante la brillante luz que destellaba en la pantalla e intenté leer el nombre en ella.

―¿Qué necesitas a las cuatro de la mañana Zed? ―Pregunté en un susurro mientras intentaba no despertar a Juliana.

―Tenemos algo. Más bien a alguien, tal vez te interese conocerlo. ―Dijo desde el otro lado. ―Es en serio. Ven aquí Carvajal.

―Está bien. ―Bufé antes de finalizar la llamada.

Giré mi cabeza sobre la almohada para echarle un vistazo a mi esposa, su cabello caía como cascada sobre su espalda de piel morena y sus labios estaban ligeramente entreabiertos. Suspire mientras estiraba mi mano para dejar una caricia en su mejilla antes de ponerme en pie con cautela. Podía ser un ninja a la hora de tener que escapar de Juliana sin que ella lo notase, pero aun así no estuvo completamente relajada hasta que estuve en el interior de aquella vieja tienda de souvenirs.

―¿Qué tenemos? ―Pregunté mientras caminábamos hasta uno de los bloques del lugar.

―Su nombre es Nate. Trató de infiltrarse entre nosotros y también intento apuñalar a Dean por la espalda ―dijo Keaton. ―Sospechamos que trabaja para Dominic.

―Lo haremos hablar. ―Asegure.

Y eso fue lo que ocurrió minutos después. Lo golpeé otra vez en el rostro haciéndolo escupir un chorro de sangre fresca. El hombre atado a la silla soltó un quejido cuando lo tomé por los cabellos y tiré de su cabeza hacia atrás. Podría hacer esto toda la noche si no tuviese que regresar a casa.

―Te daré sólo una oportunidad, ¿sí? ―Su mirada me desafiaba, pero tenía miedo. ―Tú me dirás lo que quiero escuchar. Y yo tendré consideración a la hora de matarte. ¿Para quién diablos trabajas?

―No te diré absolutamente nada zorra. ―Gruñó y reí mientras me alejaba.

―Mala decisión Nate ―di una mirada a Keaton que estaba de brazos cruzados y él se acercó a mí. ―Quiero que hable. Dile a Zed que no me importa si es necesario cortarle la puta lengua, pero quiero que lo diga.

―Está bien.

Dejé la habitación dispuesta a volver a casa antes de que Juliana pudiese notar mi ausencia. Caminé de puntillas escaleras arriba asegurándome de no despertar a Mía quien dormía plácidamente abrazando a aquel elefante de peluche que tanto amaba. La puerta de nuestro cuarto estaba entreabierta y maldije por lo bajo al entrar en la habitación y notando que la morena yacía de pie junto a la ventana.

―¿Ha sido de Ethan? ―Preguntó girándose para mirarme en cuanto notó mi presencia.

―¿De qué hablas? ―Estaba algo confundida con su pregunta.

―La llamada, ¿ha sido de mi hermano? ―No lucia enfadada sino más bien algo preocupada. ―Nadie ha llamado en la madrugada más que Ethan.

―No. No ha sido él, fue... ..Fue de Zed ―murmuré y ella soltó un suspiro. ―Cariño, todo está bien. ¿Sí? No tienes de que preocuparte.

―Sí lo tengo. ―Respondió elevando un poco su voz ―esto puede salirse de control Valentina, y no quiero que terminemos en aquel mundo del que salimos hace siete años.

―Juliana...

―¿Recuerdas lo que le ocurrió a Morgan? ―Apreté la mandíbula al recordar esas escenas y desvíe la mirada. ―Lamento tener que mencionar aquello, pero no quiero que nada le ocurra a Mía.

Mafia | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora