3. La Vibración

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Las nueve y media

Trato de mandarle el mensaje a Violet para avisarle, pero hay un error que no deja enviarlo. Cuando me levanto para cambiarme, un ensordecedor sonido y una leve vibración retumban por toda la casa. Me quedo totalmente paralizado durante unos segundos y me limito a mirar por la ventana, el sonido venía de ahí fuera. Observo por entre las ramas las demás casas del vecindario, tratando de buscar un punto exacto que haya originado el sonido, pero no localizo nada. Al final caigo en la conclusión de que un rayo ha podido caer por aquí cerca. Me acerco al espejo rascándome el lateral del cuello. Me doy cuenta de que tengo el cuello rojo de tanto rascarme, y noto una sensación extraña, como si me hubiera estado rascando durante toda la noche sin darme cuenta. Siento un pequeño cosquilleo que me recorre la columna vertebral hasta llegar al cuello. Sinceramente creo que tengo un problema mental... o hambre.
Después de cambiarme, ordeno un poco la habitación. La carta de Ellie está en la mesilla. Decido abrirla:
"Diecisiete años. Catorce de ellos juntos. El tiempo pasa rápido y cada día te admiro más. Que sepas que te quiero muchísimo hermano, jamás olvidaré todos los buenos momentos. Por muchos años más a tu lado. Te quiero James.
Un beso. Ellie."
Doblo otra vez el papel y lo meto en el sobre. Recuerdo lo que me dijo sobre nuestros padres hablando en privado. Estoy convencido de que hablaban de algo que nosotros no sabemos, pero no creo que sean capaces de sacar el tema de mis padres biológicos estando a diez metros a la redonda de nosotros. Y eso es poco decir.
Cuando estoy a punto de salir de mi cuarto, otro estruendo hace que los cristales vibren. No puede ser, necesito saber que pasa. Abro la puerta de la habitación y empiezo a bajar los escalones. Cuando estoy bajando...
- ¿James?
Miro rápidamente hacia arriba y me encuentro con la figura de mi hermana. Lleva puesta la misma bata de color verde claro, aunque se ha recogido el pelo en un moño.
- Ellie, me has asustado...
- ¿Has oído eso? - me corta ella con su débil voz.
- ... ¿Tú también?
- Mi habitación ha vibrado, las paredes, el suelo - dice alterando la voz.
Se frota los antebrazos para conseguir algo de calor. La lluvia retumba por todo el tejado y me hace quedarme pensativo. Me siento sobre el escalón en el que estoy y apoyo los codos en las rodillas para sujetarme la cabeza con las manos. Mi hermana empieza a rascarse el tobillo derecho, parece angustiada.
- ¿Qué te pasa?
- Nada, un rasguño. ¿Estás listo?
- Sí. - le digo sentándome sobre el escalón y tapándome la cara con las manos.
- Ven, necesitas una taza de té.
Se acerca a mí y me ofrece la mano para ayudarme a ponerme de pie sobre el escalón. Bajamos juntos a la cocina y me siento en uno de los taburetes que solemos dejar guardados debajo de la mesa. Los dos hemos notado una pequeña vibración, eso me dice algo: O los dos estamos locos, o ha pasado algo.
Cojo la taza de té que da calor a mis manos y le doy un sorbo al líquido, causando una explosión de sabor por toda mi boca.
- He intentado hablar con Violet pero no contesta. - le digo.
- Oh genial.
- Debes ir a vestirte porque cogeremos el tren temprano, sobre las diez.

Mientras mi hermana se cambia de ropa decido salir al jardín trasero. Está lloviendo muchísimo así que salgo con un paraguas. Echaba de menos esto. Ponerme sudaderas y pantalones largos. Respirar el aire fresco de la lluvia. El sol se ha escondido tras unas densas nubes negras.

Me acerco a la valla de madera que rodea el jardín y abro una pequeña puerta que conduce a un sendero con dirección al bosque. Cuando éramos niños solíamos venir por aquí a veces a jugar. Camino por el terreno de piedra sin pensarlo mirando a todas partes en busca de algo. Activo la linterna de mi móvil y apunto hacia el suelo creando miles de pequeñas sombras por el camino empedrado. El viento agita el paragüas y me despeina. Cuando tenía catorce años hice exactamente lo mismo que ahora, como una despedida antes de irme cogí una linterna del garaje y salí por el jardín trasero. Quería quedarme con esta imagen de casa para siempre.
- ¡Eh James! - Es Ellie.
Mi hermana se agacha a atarse los cordones pero distingo entre las sombras que se rasca el tobillo.
Oigo un chasquido, un ruido que proviene de alguna parte por encima de mi cabeza.
- ¿Tú también lo has oído? - me pregunta ella. Yo asiento y apunto con la linterna más allá del sendero pero no hay nada.
- James, ¿Qué es eso? - dice ella aún agachada apuntando con la linterna al suelo y acariciándose el tobillo derecho con la otra mano.
Observo el camino. El viento y las hojas han creado una figura geométrica, un símbolo familiar. Un cuadrado con tres triángulos en su interior. Estamos justo en el centro del triángulo del medio. Me agacho para examinar las líneas del suelo pero una ráfaga de aire arrastra las hojas y éstas se mezclan con la tierra del camino evitando que me pueda fijar detenidamente en ellas.
Palabras y susurros se mezclan... Esa maldita palabra retumba por mi cabeza...
Infine.

Cinco minutos más tarde estamos en casa y me como dos empanadas mientras veo un programa en la televisión. Odio los canales de nuestra tele, pero no queda nada mejor que hacer. Ellie ya está lista y decidimos salir. Tenemos que ir a buscar a dos amigos de Ellie.
Tras cerrar la puerta con llave, lo primero que veo al salir es nuestra pequeña parcela. Nuestra calle está un poco deteriorada. El asfalto está agrietado, los jardines llenos de hierbajos, los árboles desnudos y las líneas de aparcamiento apenas se ven. A la derecha están las demás casas, a la izquierda el puente de piedra por el que pasa el tren cada mañana para recoger a los estudiantes. Elegimos el camino de la derecha, adentrándonos así en Destway.
Destway está formada por quince calles: La calle principal y otras catorce que se unen a ella en forma de árbol.
Un lugar característico del pueblo es una cafetería en forma de casita de leñador, por el tema de toda la madera y eso. Es un lugar muy acogedor y rústico y nada en el mundo podría reemplazar la sensación que te recorre el cuerpo al probar un poco de café "Alpine". Por el camino nos encontramos con unas ardillas en un pequeño parque al final de nuestra calle. Ellie les tira un trozo de empanada que traía de casa, y éstas sólo se acercan a oler el pedazo antes de salir corriendo a sus respectivos árboles. Seguimos caminando por el asfalto agrietado de la calle principal.
- ¿A quién estamos buscando? - pregunto
- Olive y Phil, estarán en la cafetería esperándonos.
- Ah, vale.
Olive es la mejor amiga de Ellie desde que tiene conciencia. Once años he vivido aquí, y no hay ninguno en los que no haya visto a Ellie y Olive separadas. Siempre estuvieron juntas desde que llegamos aquí por primera vez. Olive, y su hermano, Phil, vivían en la casa de al lado y ellas siempre jugaban juntas. Cuando nos fuimos Ellie tenía once años, y cada año que veníamos seguían viéndose así que nunca perdían la amistad, igual que yo y Violet. Tres años después todos seguimos juntos, y hemos venido para no irnos hasta dentro de mucho tiempo. Todo sigue tal y como debía de seguir. En orden. Sin embargo, Phil, el hermano de Olive, es todo lo contrario a ella. Nunca he mantenido una conversación que durase más de dos minutos con él.
Llegamos a la esquina y visualizo un elegante cartel: "Alpine"
Nada más entrar, un aroma a café y pan recién hecho me obliga a pararme en seco y respirar profundamente. En unos sillones se encuentran dos jóvenes con el pelo castaño oscuro, piel pálida y ojos verdosos: Olive y su hermano mayor Phil. Nos acercamos a ellos y les saludamos tras un largo tiempo sin saber nada de ellos.
- ¿Como fue el viaje? - Dice Olive terminando de abrazar a Ellie.
- Ah, y feliz cumpleaños James.
Mientras tanto Phil sigue sentado en el sillón. No es muy sociable que digamos. Tiene la misma edad que yo, de hecho íbamos juntos a clase, pero nunca hemos tenido una conversación que dure más de un minuto. No sé si es que no le caigo bien, o básicamente que no le gusta hablar con la gente. Sea lo que sea siempre trato de intentar hablarle bien, pero él se aparta siempre, asustado, como si al mirarle a los ojos se pudiesen revelar todos sus scretos.
Ellie y Olive empiezan a hablar de su vida y yo me pido un capuccino. Phil está al lado de Olive tecleando en su teléfono. Cuando me preparan el café decido sentarme a su lado.
- Bueno. ¿Que tal te va todo Phil?
Tras unos segundos esperando su respuesta, él despega la mirada de la pantalla y suelta su móvil.
- Pues... como siempre, supongo.
Ha puesto esa cara indiferente que siempre pone cuando trata de evadirse de la sociedad, como sin nada le importase.
- ¿Que... Que era lo que querías estudiar?
- Algo relacionado con Historia. Me gusta la historia.
- ¡Oh eso es genial! - contesto fijándome en su pelo castaño y sus ojos verdes. Su hermana y él son iguales. Si tuviesen la misma edad se podría decir que son mellizos, pero Phil es más mayor que su hermana, exactamente al igual que yo con Ellie. Los brillantes ojos verdes de Phil se vuelven a incrustar en la pantalla.
Espero poder mejorar la relación con Phil, ahora que sé que vamos a tener tiempo para hablar y somos más maduros. Llevo años buscando la llave de una puerta cerrada, y creo que por fin he encontrado la llave, es momento de atravesar esa puerta. O de romperle la pantalla a ese estúpido cacharro.

Distorsionados [Editándose]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora