31. Siluetas

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Dedicado a nicolakibble

Estoy de nuevo en El Hexágono. Esta vez no me sentaré en los sillones, me quedaré de pie esperando a mi hermana. Espero que los minutos pasen rápido para poder abrazarla pronto. Observo mi reflejo en las ventanas, y detrás de él, la luna, oculta entre las nubes. De repente me vienen varias escenas a la mente, recuerdos. Recuerdo que Ellie y yo jugábamos en el jardín por la noche, en aquella casa de madera que teníamos antes de mudarnos. Jugábamos a ser una especie de superhéroes. Yo tenía el poder de controlar el agua y ella el de ser invisible. Jugábamos durante horas y horas hasta que anochecía en aquel jardín. Cuando las estrellas empezaban a pintarse sobre el cielo y el sol sonreía detrás del horizonte del mar, Mamá nos daba la mano y nos acompañaba hasta la playa, que estaba como a diez minutos de nuestra casa. Pisabamos la arena con los pies, nos tumbábamos en las hamacas vacías que había bajo las sombrillas de paja. Era por aquellos años, cuando empecé a tener visiones. Los sueños me desconcertaban. No tenían sentido, veía luces entre una gran niebla blanca, y en mitad de la niebla un chico. Recuerdo ver la letra "E" pintada de negro sobre el suelo blanco. Esa letra no encajaba ahí y cada vez que la miraba me sentía mal, como si estuviese contemplando una playa llena de petróleo. Pasadas unas horas cuando me levantaba intentaba recordar el sueño lo mejor que podía para poder memorizarlo y después contárselo a mi hermana antes de dormir. También era por aquellos años cuando mi madre se desconcertaba escuchando mis historias, me prohibía contarlas y nunca entendí el porqué.

- Vaya, leíste la nota. - Susurra. Me giro y la observo. Ha cambiado tanto desde que eramos pequeños que se podría decir que ya es toda una mujer. Sus mechones rubios brillan con la luz de la luna. Se acerca a mí y me pasa los brazos por debajo de los hombros. Sus abrazos son mágicos, cálidos y suaves. Huele a suavizante de ropa y manzanas.
- Tengo que contarte algo. - me dice.
- Y yo.- Le digo separándome de ella.
- No creo que sea lo más apropiado contarlo aquí. ¿Quieres ir a mi cuarto? - me ofrece. Asiento y empiezo a seguirla. El Hexágono queda vacío y desolado, como suele estar siempre.
Para llegar a su habitación tenemos que subir a la tercera planta. La sigo sin saber exactamente por donde voy, ni con intención de memorizar el camino. Ella abre la puerta y me deja pasar primero. Mi primera impresión al entrar es... Paz. La mitad de la habitación está hecha de cristal. Debe de ser una de las puntas de El Cubo, ya que las paredes de cristal forman un angulo de 90° y se unen con las de cemento. La luz de luna lo hace mágico. Los pocos rayos de luz golpean con suavidad las sábanas enredadas en la cama y la alfombra verde de el suelo. Ellie cierra la puerta a mi espalda y me coge de la mano arrastrándome hasta la cama para poder sentarnos.
- Preciosa habitación. - le digo sonriendo.
- Gracias. - Me devuelve la sonrisa. - Pero no se si todavía me he acostumbrado a esto.
- Cuéntame. - le digo
- James, necesito volver a hacer mi vida, mis cosas, salir con mis amigas. ¿Acaso tu no? - Dice apoyando una pierna en la cama y dejando la otra colgando de la cama, por encima de la alfombra.
- Bueno. No es algo que haya cambiado a bien mi vida. Pero tampoco me la ha cambiado a mal. Ahora nuestro objetivo ha cambiado. Debes olvidar nuestra antigua rutina. Tu y yo somos los únicos distorsionados que han venido juntos Ellie, eso es una señal.
- Pero James, estoy asustada. Puedo hacer cosas que semanas antes no podía hacer. ¿Que mierdas me está pasando? - se lleva ambas piernas al pecho y las rodea con sus brazos apoyándose con la espalda en el cabecero de la cama. La luz también ilumina sus ojos, creando un pequeño círculo que le hace parecer más.
- Escuchame. ¿Has hecho la prueba de porcentaje? - le pregunto.
- Si, pero todavía no me han dicho nada.
- ¿Nada... De nada? A mi me lo dijeron tras acabar. Calvin me enseñó en una de las pantallas de la sala donde me hicieron el test. Soy un Electrificador.
- ¿Que es eso? - pregunta ella con los ojos muy abiertos. Me pongo de pie y me acerco a uno de los paneles de cristal con los brazos cruzados.
- Significa que tengo las tres capacidades.
- ¿¡ Las tres!? Wow James, eso les habrá impresionado bastante. ¿Que sabes hacer?
- Tú también las tienes , Ellie.

- ¿Yo?

-Sí.

- Por ahora no me he sometido a ningún entrenamiento, pero las pocas cosas que he hecho han sido notables.

- ¿Cómo hoy cuando has aparecido de la nada?

- Mmm. Si.
- Todos te miraban muy impresionados. ¿Y si eres el primero que hace eso?
- No lo sé. Dicen que hubo un chico antes. Pero puedo predecir algo. No voy a parar hasta que sepa el origen real de esta generación. Y si no lo encuentro, al menos buscaré una razón para que los humanos no nos tengan miedo.
- ¿Por que nos iban a tener miedo? - me pregunta. Entonces recuerdo las imágenes de la ecálida y lo vuelvo a entender, pero de otra forma. Tal vez solo debía analizarlo un poco más.
- Los humanos nos tenían miedo. Creían que eramos una especie de brujos o algo así. Nos mataban. Ahora muy pocos saben lo que son los Distorsionados, o casi ningún humano.
- Vaya... No lo sabía. - me dice.
Dejamos de hablar por unos minutos y las nubes destapan la luna. Ahora la luz es más potente, y crea sombras.


Distorsionados [Editándose]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora