Estoy en mi habitación. Por fin puedo volver a sentarme sobre la cómoda alfombra azul y apoyar mi espalda en la cama. Estar en una habitación con paredes azules y techo de madera normal y corriente es muy diferente a estar en una de El Cubo. Allí parece que flotas con cada movimiento y ahora que estoy fuera de él, lo noto. Ahora que sé que mis padres no son mis padres biológicos si no una pareja que nos adoptó, necesito investigar, por lo que me he propuesto averiguar quien es Erik Worheimer, saber su historia y saber quienes son mis verdaderos padres. Tengo el libro que Kirra me regaló en la tienda, "Historias y Leyendas del Desarrollo" y tengo que empezar por algún lado así que cojo abro la mochila para coger el libro y también saco mi infine. Todavía no lo he abierto... No he tenido ninguna necesidad de guardar algo pero también tengo curiosidad por saber quién era su antiguo dueño. Desencajo la tapadera color gris de la pequeña caja y un pequeño brillo sale de ella, una luz. Del infine sale una especie de humo color rojo granate y la luz se apaga. Es como su hubiese encendido una barra de incienso, con el humo formando espirales y formas al azar, pero el olor no es nada especial. De repente el humo se desvanece en la habitación y entonces decido meter la mano en el infine para sacar una carta de pergamino doblada y atada con una cuerda. Desenrollo el lazo y desdoblo el papel amarillento:
Aaron John Walker (1823 - 1912)
Categorías: Psíquico, Físico y Sobrenatural.
<<Electrificado>>, pienso. Me resulta familiar el apellido Walker.
Antigua localidad: Mountains
Sucesor: James Wood
Mountains. Ese es mi antiguo pueblo, allí está la casa de la playa donde nos hemos criado Ellie y yo. Normalmente pensaría que es una casualidad, pero no, seguro que estamos conectados por alguna razón. No hay nada más anotado, asi que doblo el papel y vuelvo a meterlo en el infine. Abro el pequeño libro y me encuentro con un índice con títulos de leyendas, cuentos y nombres que me suenan de haberlos escuchado alguna vez en mi vida. El índice ocupa casi cuatro páginas con letra pequeña. Parece ser que se ha estampado el sistema del infine en el libro, justo lo que necesito para poder empezar."Un objeto pequeño pero práctico para guardar objetos. El Infine 101, página 184", leo.
Paso las hojas rápido hasta llegar a ella y me detengo cuando un dibujo de un infine me hace parar. El infine 101.
Tiene un pequeño símbolo plasmado, o dibujado sobre él, por alguien. Me levanto del suelo y cojo la mochila que está en la cama rápidamente para poder observar el infine 101, ese objeto que esta bajo mi responsabilidad ahora. Le doy vueltas con las manos observándolo. No se parece en nada al infine de la ilustración, en nada salvo por una cosa, la marca. Es un cuadrado pero esta vez no con tres triángulos, si no con cuatro. El libro parece ser muy antiguo.
"Los infines buscan a sus futuros dueños por destinación, haciendo así que se adapten a la mente de su dueño para adquirir diferentes tipos de poder".
Por eso cuando Lucy me dio mi infine cambió de color. Los infines tienen una pequeña "alma" que les hacen pensar y buscar a sus predecesores. Posiblemente el infine 101 haya pasado por varias generaciones y con éstas ha ido cambiando de intensidad energética y aspecto. Observo la forma original del infine en la página, la marca parece seguir intacta a como era originalmente, realizada con un pequeño trazado de color rojo sangre. Esa es la marca de la que no me fijé la primera vez que lo sostuve entre mis manos. Ahora que lo tengo entre mis manos lo observo. La marca está formada por dos líneas que acaban en una espiral unidas, como si de dos manos agarradas se tratase. La marca brilla con fuerza y la energía oscura parece querer atacarme de nuevo, la siento, pero sobretodo siento la maldad de su primer dueño: Erik Worheimer.
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Distorsionados [Editándose]
Aktuelle LiteraturHace millones de años cuando el sistema solar se creó, una inmensa generación se desarrolló de forma paralela a los humanos. También son humanos, pero están alterados genéticamente. James nació uno de los días oscuros y más que nunca, la confusión l...