10: Sin luz

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Mis padres habían salido esta noche hacia New York porque Chris tenía una convención de médicos y Joe quería buscar unos libros en la biblioteca de allá... así que viajaron juntos. Hoy era jueves, regresarían el sábado. Camino por mi casa inquieta porque no había luz. La batería de mi celular moriría pronto por tener la linterna prendida y todo el barrio estaba sin luz. Busco velas, pero no hay ni una sola y las que tienen olor, Joe le había cortado la mecha "para evitar accidentes". Apenas había pasado una semana del día que dije que quería besarlo y cuatro días desde el domingo de día de campo. No quería incomodarlo, ni hacerlo sentir acosado. Aún no entendía lo del parque, pero estoy seguro de que debió ser mi imaginación. No quería aparecer en su casa pidiendo vela. O una linterna que seguramente él tendría.

No me gustaba la oscuridad, me ponía nerviosa. No me gustaba el mar, me aterraba. En ninguna de las dos podías ver que había detrás... como el silencio. Canto bajito para mí, una mezcla de canciones que van desde Taylor Swift, One Direction e Imagine Dragons.

Me sobresalto cuando escucho que el viento hacía que los cristales bailen.

Maldición.

Avanzo hasta el porche con el celular al 5% en mi mano. El celular se apagaría al 2% porque mi batería estaba un poco dañada. Camino rápido pasando por el césped de mi patio delantero y luego del suyo. Llego a la puerta donde me debato entre tocar o no. Mi celular vibra ante una video llamada de Chris y la cuelgo para poder escribir "sin luz y sin batería, todo en orden, te aviso cuando regrese", responde "ok" y mi batería baja una más.

Toco la puerta. Y me abre James con una camisa sin mangas y su pantalón de correr. Su linterna apunta mi cara.

- ¿Tienes una linterna extra o algo? – pregunto entrecerrando los ojos cuando deja de apuntarme la luz –

- Sí – responde con una mirada seria en su rostro, al menos sí responde –

Me deja pasar y apago la linterna de mi celular en 3%. Tiene una vela puesta en la sala y supongo que estaba en la sala porque hay un libro dejado en el sofá frente a la mesa con la vela.

- ¿Tu celular tiene batería? – pregunto –

- No, descargado –

Llevábamos dos horas sin luz, pero apenas había oscurecido hace una hora.

- ¿Sabes a qué se debe el apagón? –

- Estaban haciendo mantenimientos hoy, supongo que algo dejaron mal – asiento –

Veo como busca en uno de los cajones y finalmente me entrega una linterna. Sonrío en agradecimiento.

- No me gusta la oscuridad – admito –

- Ni el silencio, debes estar aterrada – bromea un poco, dejando que su mirada se suavice -

- Ni si quiera puedo entretenerme en el celular porque está a nada de morir - le digo –

No responde, así que entiendo que espera que me vaya, camino hacia la puerta. Estoy tentada a decirle si me puedo quedar para hacernos compañía, pero tal vez debería respetar los límites de siempre.

- ¿Esperabas llamar a Morgan? – pregunta en ese tono neutral que emplea, que empiezo a creer que ocultan sus emociones cuando las cosas le importan –

Giro para encararlo

- Así que realmente me estabas viendo el día de campo – sus ojos viajan inquietos e incomodos con mi acusación –

FiladelfiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora