Era el día de mi cumpleaños, había llegado de la cita con el psicólogo, sintiéndome un poco mejor. Era martes, apenas habían pasado tres días desde el sin número de bombas. No había hablado ni con Joe, ni con James. No tenía absolutamente nada que decir, ni reclamar. Pero no podía evitar que me siga doliendo.
Ese sábado llegamos con Haley a casa después de que me dejo llorar en el carro todo lo que quisiera. Recuerdo la sensación de vacío con la que llegue a casa.
Así que hoy, sin ánimos de ver a nadie, mentí y dije que estaría con Haley y a ella le dije que estaría con ellos. Y estaba en mi refugio. Al menos, empezaba a ver mi casa como un aliado.
Me sentía extraña y herida. Aunque sé que el evento con Joe lo dejaría pasar sin más, pero necesitaba un tiempo para que eso pase. Siempre había sido así. Era lo mínimo que podía hacer. Pero lo de James era otra historia, me había engañado, no como una infidelidad, pero sí en el sentido que no me lo dijo y era lo único que podía reclamarle.
Sé que, si esto hubiera pasado antes de que desarrolle sentimientos por él, me hubiera alegrado de que esté con alguien. Y espero, aunque no sea conmigo, que vuelva a ser feliz. Pero mientras tanto lo único que puedo hacer es sentirme como una tonta por haberme enamorado de él y haber pensado que él podía sentir lo mismo. E incluso si eso hubiera pasado, no llegaríamos a ningún lado.
Me pongo de pie directo a la cocina y agarro unos trozos de pizza. Agarro el vodka que llevaba bebiendo desde hace un rato. Canto feliz cumpleaños para mí. Mi voz se quiebra. Y lloro al final de la canción.
Los padres que no recuerdo y muertos. Mi nula capacidad para entablar relaciones profundas. Mi tío queriendo haber sido simplemente mi tío. El hombre porque el que estaba enamorada saliendo con otra mujer. Mi vida solía ser relativamente sencilla en New York, esos problemas míos que estaban aguardando no podían salir sin motivación a la distancia.
La puerta suena con un par de golpes por lo que me quedo en silencio. Nadie debería saber que estaba aquí. Vuelven a tocar fuerte y me pongo de pie, debatiéndome si abrir o no. Pasa un largo rato y no vuelve a tocar. Camino de regreso a mi cuarto cuando tocan de nuevo.
- Vamos, Cas, puedo ver la luz por la puerta – dice la voz de James –
Miro mi apariencia en el espejo detrás de la puerta. Ojos hinchados, nariz roja, pelo enmarañado y llevaba una camisa vieja de Joe.
- Quiero hablar – dice y mis ojos se vuelve llenar de lágrimas –
No respondo
- Yo no la invite a salir, tus padres la invitaron a la noche de juegos... – continúa – no estaba escapando de ti por eso... la cabaña y esa noche en tu casa fueron muy íntimas para mí, no quiero eso, pensé que algo de distancia serviría, pero luego paso eso y no quiero que pienses que no eres importante para mí –
Tomo una profunda respiración
- Perdón por no venir antes, Joe tampoco lo está pasando bien – menciona y un hincón de culpa se apodera de mí – y pensé que no querrías verme, pero no quiero dejarte sola hoy –
Limpio las lágrimas de mis ojos
- Solo quiero saber que estás bien – lo dice apenas audible –
Y cedo. Destrabo la puerta con el aparato que él me regalo y abro. Su mirada cambia de preocupación a culpa y de culpa a preocupación, tan rápido, que siento que tal vez es el alcohol. Entra y cierra la puerta detrás de él.
- ¿Qué tiene Joe? – pregunto –
- Se siente mal por decirte sobrina, está preocupado porque no contestas y no pasaste el cumpleaños con ellos – quiero golpearme, lo único que no quiero es causarle más daño –
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Filadelfia
RomansDe forma inesperada Cassie y James se encuentran en una bar, un encuentro extraño que de alguna manera logra compaginarlos. Se forma una amistad singular donde reina la atracción mutua, ambos saben que está mal que esa amistad pase los límites. Más...