Epilogo

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Dos años después

Camino por las calles de Filadelfia a toda prisa. Era de noche y era el cumpleaños de James, iba tarde. Mis padres le harían una cena donde estaríamos solo los cuatro e iba tarde. Finalmente, empiezo a vislumbrar mi casa de la infancia. Y odio a Haley con cada paso porque me convenció de última hora en hacerme toda clase de depilación, pintarme las uñas y hacerme unas ondas en la cabeza para ser el regalo para James. Aunque sí le tenía un regalo. Haciendo que me retrase en la entrega de unas notas quedándome un poco más de lo habitual.

Tampoco es como que el sexo sea un evento fuera de lo cotidiano en nuestras vidas, después de que regrese a mi departamento en Filadelfia unos meses después de tener el empleo en Juilliard, habíamos empezado a vivir juntos de forma informal porque él seguía buscando casas. Entonces, se lo propuse y acepto. Habíamos vivido juntos desde entonces, habíamos peleado por quien hacia la lavandería y habíamos peleado por cortinas, él las quería abiertas y yo cerradas. Pero nos reíamos mucho y esas peleas tontas nos mantenían activos y hacía del sexo salvaje y único. Sin mencionar las peleas raras entre parejas.

Había cambiado mucho los horarios en el trabajo, pero por fin había terminado con uno que me agradaba a partir de las 9 a las 5. Así no tenía que levantarme tan temprano y no regresaba tan tarde en el tren.

Había concluido la maestría y sabía que no me había equivocado cada vez que me servía para mejorar en mis clases y mis videos sobre clases de canto. Tenía una buena vida, sin contar que tenía un gato negro grande y peludo, y un nuevo gato amarillo de un par de meses que rescatamos de la carretera en una ida a la granja de los Charlies con Charlie.

Toco el timbre y me sorprendo al ver a Jake aquí de la mano con la pequeña niña de año y medio que tenía exactamente los mismos ojos verdes de Haley.

- Hola, tu – digo y me abraza –

- Tía – dice ella –

- ¿Qué hacen aquí? – pregunto –

- James nos invitó – responde él –

Por fin entro a la casa con la pequeña en mis brazos.

- Paige, ¿ya convenciste a tus padres del gato? – le pregunto y se ríe abriendo sus ojos para asentir – ¿En serio? –

- Sí –

- Iremos en busca de un gato estos días –

- Oh, vaya, que lindo peinado – dice Haley saliendo de la cocina con una bandeja camino al comedor –

- Te odio – le digo y se ríe –

- No puedes odiar a una embarazada – giro los ojos viendo su panza de 4 meses a penas se le empezaba a notar –

- Pero si llego la impuntual – menciona Joe –

- Tuve trabajo – le respondo y beso su mejilla antes de avanzar a la cocina y ver a Chris sacar una ensalada de la refrigeradora –

- Hola, cariño – sonríe él caminando a la sala –

- Hola, pá, ¿Dónde está James? – digo porque no lo veo al menos en la planta baja –

- Estaba en el comedor – dice él –

Vuelvo a asomarme, pero no se lo ve.

- Aprovecha que no está aquí y ve a cambiarte. – escucho la voz de Haley – Vamos, vamos, vamos

Me arrastra de la mano escaleras arriba. En mi vieja habitación, que ahora es un mini gimnasio, está el vestido que James me regalo hace unas semanas atrás y dijo que quería verme usarlo el día de su cumpleaños. Una especie de regalo para él mismo. Siendo sincera esperaba encontrar un vestido horrendo, pero me encuentro en un vestido de cuento de hadas. Era blanco, con la parte de arriba como de encaje y la parte de abajo era plana hasta la mitad de mis muslos y encima de esta parte de abajo una tela larga de encaje hasta mis pies. Me sentía como un hada, mi pelo con las ondas castañas y el maquillaje neutro y natural que resaltaba mis ojos. Quería una varita.

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