31 ❝ ⭑𝐘𝐨𝐮 𝐦𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐞 𝐚 𝐛𝐞𝐭𝐭𝐞𝐫 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧⭑ ❞

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La noche anterior había sido complicada, dolorosa y hasta traumática a un grado sorprendente, pero... todo había sido para bien ¿no es así?      

El sol se colaba por las limpias y cristalinas ventanas de aquella habitación de suelos y paredes blancas, llenando y multiplicando su lucidez detrás de aquellas persianas celestes, en un estéril silencio, mismo que no había dejado rastro alguno del escándalo de la noche anterior.

El zorro detrás de aquella gran habitación se encontraba notablemente nervioso, sin saber si podría con lo que había detrás de la gran puerta.

Aquel mamífero se encontraba son el pelaje completamente erizado y hasta desordenado, con las orejas abajo, temblando, sintiendo frío aún pese a traer una camisa manga larga blanca térmica, con una chaqueta de verde oscuro con cuadros azabaches y pantalones avellanas, enfocando sus orbes esmeraldas hacia la puerta, sintiéndose mal, sobandose la mano derecha con recelo, recordando como su amada esposa casi se la rompía en la odisea de la noche anterior a la que milagrosamente habían sobrevivido.

Suspiró de forma pesada, sacudiendose levemente, dispuesto a asumir esto, reconociendo que una vez que cruzase esa gran puerta no habría marcha atrás, daría inicio a una nueva vida, a un nuevo capítulo, a una nueva oportunidad.

Empujó suavemente la inmensa y blanca puerta, ingresando con cautela, divisando los equipos médicos cuyo funcionamiento o misión desconocía; entre las mesas blancas con floreros, notando la gran pantalla plana actualmente apagado. Tensando sus orejas ante el pitido que marcaba el pulso de su esposa, esperen... ¿el pulso de su esposa?

— Buenos días —saludó suavemente aquella conejita de pelaje grisáceo y orbes violetas resplandecientes, llamando la atención del vulpino a sus espaldas, manteniéndose acostada en aquella gran camilla, sosteniendo algo entre sus brazos—, papá.

— Buenos días —responde, acercándose a ella, quedando a su par en la camilla.

Aún con todos los años que habían pasado conociéndola, viéndola, escuchándola y entendiendola le seguía sorprendiendo como aún después de largas y dolorosas noches de trabajo y esfuerzo podía seguirse viendo magnífica en la mañana. Sin duda era su bendición, su virtud, su don.

Gradualmente empezó a percibir un aroma dulcemente suave, sorprendiendolo de sobremanera tras identificar que este no venía de su esposa, llegando a olfatear de forma disimulada los alrededores, ciego de mente, siguiendo su instinto, intentando encontrar algo.
Aquella conejita rió suavemente ante su ingenuidad, viéndola divertida y adorable a la vez.

Jaló la manga de la chaqueta del zorro, llamando su atención, nerviosa por la revelación pero lista hasta donde podría estarlo.

Lentamente fue retirando los pliegues de la cobija celeste que rodeaba a su recién nacido, dejándolo en un ángulo para que el mayor pudiera verlo desde donde estaba, destapandolo casi por completo, mostrándole el fruto de su relación a su esposo.

Se trataba de un pequeño cachorro de zorro con pelaje plateado, orbes de brillante esmeralda, con la punta de sus pies, manos y orejas con detalles rojizos, con una cola alargada y más esponjosa que la de otros zorros, con orejitas con puntas ligeramente redondeadas, con un hocico menos alargado que el de otros cachorros, viéndose ansioso e interesado por el entorno que lo rodeaba, percibiendo los olores de la habitación, agitando su cola de forma torpe, aprendiendo con cada pequeño fallo inconsiente.

El vulpino mayor abrió sus ojos de par en par, sintiendo como éstos se llenaban de lágrimas, gratamente sorprendido, contento, sin palabras para describir el sentimiento de ver a su primer hijo con cualidades similares a las suyas, sintiéndose orgulloso y agradecido.
Se aproximó nuevamente a la par de la cama, afincandose sobre ésta para ver de mejor forma a su hijo, un hermoso varoncito que ahora lo observaba con fascinación, esbozando una gran sonrisa llena de luz e inocencia, conmoviendolo.

Wild Hope ft. Nicudy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora