26 ❝ 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐮𝐦𝐞 ❞

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Un nuevo y glorioso día daba comienzo en aquella gran ciudad de altos edificios, diversos animales y por supuesto: muchos criminales por atrapar.   

Mientras los primeros rayos del sol se colaban por entre los edificios en busca de despertar a los residentes que aún dormían, una dupla sin par se encontraba de camino hacia la estación de trabajo, ya uniformados y listos para la acción, acostumbrados por completo al frío matutino, con un vaso caliente con café cada uno, recorriendo diversas rutas hasta juntarse en la gran recepción de aquella comisaría sin igual.

— ¡Buenos días, Nick! —saludó la coneja de orbes violetas, girandose hacia su compañero que recién llegaba detrás de ella, sonriéndole con energía.

— Buenos días, Zanahorias —saluda el más alto, dándole un sorbo a su vaso de café, sin estar del todo despierto todavía, sin acostumbrarse a llegar tan temprano a su trabajo—. ¿Dormiste bien?

— De hecho no —confiesa, empezando a caminar a su par, forzando una sonrisa—, estuve pensando toda la noche en el caso...

— No te preocupes —musita, relamiendose los labios en busca de los restos del café—, hoy terminaremos eso de una vez por todas —sentecia, quitandole la tapa al vaso, bebiendo hasta el fondo, terminándose el café de su termo por completo.

— Si tú lo dices —musita, jugando con los dedos—. ¿Ya archivaste el informe del caso anterior?

— Sí ¿Y tú ya tomaste todas las evidencias necesarias para este? —inquiere, viéndola por encima del hombro.

— Desde ayer por la noche sí —afirma, repasando mentalmente lo que había visto en aquellos expedientes, sin mencionar los audios que grabó de las entrevistas con las víctimas y sospechosos—, tenemos todo el orden para proceder. Solo necesitas analizarlos también y podríamos avanzar.

— Excelente —musita, desechando el vaso y tapa de café en una de las papeleras más cercanas—, técnicamente no nos falta nada —comenta, bajando celosamente su voz ante cada palabra.

El zorro mayor había empezado a agitar su nariz, percibiendo un olor nuevo, un olor desconocido, un olor que no había percibido antes.
Empezó a buscarlo, dando pequeños pasos mientras se inclinaba a ningún lugar en específico, devolviéndose para buscar en otro lado, sin entender de qué podría ser.
Pasó por detrás de aquella conejita, sintiendo que el olor de intensificaba, haciéndolo dudar.

La más pequeña de los dos lo observaba confundida, dando pequeños sorbos a su vaso de café, confundida de verlo tan extraño, esperando que no fuera un efecto secundario de la cafeína.

El de pelaje anaranjado se fue acercando desde atrás, pegándose lentamente hasta posar su nariz sobre una de sus mejillas, sorprendiendola de sobremanera.

— ¿Pero qu-? —chilló en voz baja la pequeña oficial, viéndolo con extrañeza mientras bajaba sus orejas.

— ¿Eres tú? —interrumpe, habiendo encontrado la fuente de su misterio— ¿Por qué hueles así?

La más joven lo miró con una mueca de extrañeza hasta entender todo, soltando una pequeña carcajada que disimuló perfectamente mientras se tapaba los labios con el dorso de la mano.

— ¿Estabas tan raro por eso? —ríe, cerrando sus ojos con fuerza, intentando retener las carcajadas, molestando un poco a su compañero— Hoy decidí usar el perfume que me regalaron hace unos días —explica, serenandose, manteniendo la calma para no reírse más.

El zorro alza sus orejas, parpadeando repetidas veces, muriéndose de pena y vergüenza por dentro mientras que por fuera soltaba su famosa sonrisa confiada, afirmando lentamente con la cabeza... Aunque ahora había otro problema.

— ¿Y quién te regaló ese perfume? —pregunta con cierto tono celoso, cruzándose de brazos, inclinándose hacia ella.

— ¿No lo sabías? —ladea la cabeza confundida— Finnick me lo regaló, fue un lindo detalle ¿no crees?

Algo dentro del vulpino se retorció bruscamente, sintiendo ahora unas impulsivas ganas de cazar a ese feneco y decirle no una si no dos cosas al respecto de este “acto de caballerosidad”, a fin de cuentas lo conocía bien, sabía lo que ésto significaba y no permitiría que avanzase a algo más.

— Ya veo, realmente fue muy amable de su parte —gruñe suavemente entre dientes, tratando de cegarse por aquel exquisito y suave aroma, retomando el rumbo con la conejita a su lado.

— Lo malo es que el frasco es pequeño y se puede acabar pronto —reconoce, terminando de beber su café—, ¿Podrías acompañarme hoy o mañana para comprar otro?

Sí, la oportunidad de oro se había presentado, Dios existía y se estaba manifestando frente a él con este glorioso y desinteresado milagro.
No dejaría pasar esto tampoco.

— Seguro —sonríe, despeinandola—, aunque... me gustaría ir hoy, a fin de cuentas siento que conozco un buen lugar.

— ¡Perfecto! —salta la coneja, dejando el vaso en una papelera, cruzando junto a él las puertas que daban hacia las oficinas— En ese caso más nos vale terminar cuanto antes.

En efecto, ella tenía razón.

Finalmente aquel zorro había confirmado que solo deseaba tener a esa conejita para sí mismo, por lo que en efecto debía darse prisa y estar pendiente de otros depredadores para proteger lo que sentía que era suyo.

Empezaba la planificación de una operación secreta y exclusiva para él, no sería fácil, pero al menos ya tenía más camino cubierto que cualquier otra persona.

Sí, con su inteligencia y belleza ésto sería pan comido.
Aunque primero debían terminar de atender el caso del tiroteo en TundraTown y atrapar a los responsables, claro.

Wild Hope ft. Nicudy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora