19 ❝ 𝐒𝐡𝐚𝐫𝐞𝐝 𝐇𝐨𝐛𝐛𝐢𝐞𝐬 ❞ [TEEN!AU]

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Había que admitirlo: El destino tenía formas no muy discretas de decir —o gritar— que quería a esos dos juntos.

Ésta ya era la sexta vez en el mes que quedaba en detención después del horario de clase, viendo cómo los demás salían corriendo de aquella institución de renombre, rumbo a sus hogares, mientras que ella se quedaba dos horas más, reflexionando lo que había hecho para terminar ahí.   

Realmente se sentía extraño, ella no era una “chica mala”, solo la molestaban demasiado aquellos depredadores que se creían mejor que los demás solo por tener grandes colmillos y mayor estatura, ni que eso los hiciera los reyes del mundo.

Aquella joven conejita caminaba por aquellos grandes pasillos de suelos grises, paredes de beige plagadas de casilleros, posters y puertas que daban a otras aulas, siendo iluminada por las ileras de luz blanca en el techo, recibiendo las miradas de confusión o desagrado por otros estudiantes, quizás habiéndose hecho cierta reputación con lo que había hecho recientemente, cosa que si bien no la avergonzaba no la hacía sentir orgullosa, simplemente le daba igual.

Minutos después llegó finalmente, posandose frente a aquella gran puerta de madera con un letrero metálico con la palabra “DETENCIÓN” escrita por todo lo ancho. Tembló en su lugar, bajando sus orejas, temiendo por la posiblidad de que esto quedase en su expediente permanente, si así fuera podría entorpecer su camino para ser una policía ejemplar... Pero era eso o dejarse abusar por ellos.

Acomodó su camisa blanca con chaleco de azul cobalto, ajustando de mejor forma su falda azabache, aferrándose a las hombreras lilas de su mochila negra con chapas de sus series favoritas.   

Tomó el pomo de la puerta y la empujó, ingresando lentamente hacia aquella sombría habitación con paredes de marrón oscuro, suelos grises, luz opaca, con pupitres rayados, rotos o desubicados, con una pizarra de acrílico y tiza, una con dibujos obscenos hechos con marcados permanente y navajazos y la otra con groserías escritas con marcador.
No era el lugar más acogedor de la escuela, pero al menos era mejor que el sermón del director.

— Creí que ya no vendrías más por aquí, Zanahorias —habló aquel zorro de pelaje anaranjado, orbes de verde brillante, vistiendo la camisa del colegio con una chaqueta de cuero y jeans rasgados, sentado sobre uno de los pocos pupitres en buen estado, exhalando el humo del cigarrillo que había calado.

— Hola, Nick —saluda, sonriéndole con suavidad, terminando de cerrar la puerta detrás de sí—. ¿Cómo has estado?

— Nada nuevo, linda —suspira, inflando sus mejillas mientras desviaba su mirada, disgustado—. Solo apuñalé a alguien por... ofender a la chica que me gusta y ahora estoy aquí.

— ¿Esa es la historia completa? —inquiere, alzando una ceja de forma pícara, acercándose cada vez más a él, quitándose de a poco la mochila.

— Bueno —gruñó, calando nuevamente el cigarrillo—, también no entregué dos de mis tareas para hoy, insulté a la maestra por no darme más tiempo como a los demás y ya —confiesa, exhalando el humo por la nariz, girandose a verla, esbozando una pequeña sonrisa—, pero de esa no me siento orgulloso.

— ¿Ves que sí tienes corazón? —musita, dejando su mochila sobre una de las sillas, quedando frente a él, en medio de sus piernas, sonriéndole con ternura.

— Sí, sí, sí —se apresura a responder, ocultando su sonrojo, desviando su mirada hacia otro lado—, como digas.

La conejita ríe. A la final los días de detención solo eran agradables por su presencia, misma que si bien la había intimidado en un pasado ahora la hacía sentir cómoda y hasta relajada.

Wild Hope ft. Nicudy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora