23 ❝ 𝐌𝐨𝐯𝐢𝐧𝐠 𝐇𝐨𝐮𝐬𝐞 ❞

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Realmente no había mucho que empacar.    

Aquella conejita vestida por una camisa blanca y shorts hechos de jean se encontraba más que sorprendida, sentanda sobre una de las sillas que tenía.
Jamás había sido conciente de que su departamento era tan pequeño hasta ahora que había terminado de empacar todo lo que le pertenecía en menos de tres horas, literalmente eso.

Solo había tomado la ropa de sus cajones, los libros de su escritorio y sus accesorios para ponerlos en las cajas destinadas, y ya. Realmente no tenía mucho, y lo que realmente era de utilidad personal y laboral ya estaba en una mochila a los pies del banquito en el que estaba sentada.

Simplemente era alucinante.

— ¿Judy?   

Sus orejas se alzaron tras escuchar aquella voz detrás de su puerta, dándole un poco de alivio. Saltó fuera del asiento, corrió hacia la puerta y la abrió, relevando ante ella a un zorro de camisa blanca, con una chaqueta azabache y pantalones beige, viéndose sonriente y guapo, como de costumbre.

— Hola —saludó la más pequeña, alzándose sobre la punta de sus pies para besarlo tiernamente en los labios—, no pensé que llegarías tan rápido.

— ¿Rápido? —ríe el más alto, ingresando en el departamento— Me tardé demasiado realmente.

La puerta se volvió a cerrar, con la conejita devolviéndose a su lugar sobre el banquito, retomando su mirada de sorpresa ante lo poco que tenía.

— Muy bien —suspira el de pelaje anaranjado, dando un aplauso al aire, viendo lo que los rodeaba—, Finnick ya está abajo esperando con la camioneta por las cajas y muebles así que... —divagó, chasqueando la lengua— ¿Qué te parece si empezamos por la cama?

— Realmente no puedo llevarmela —comenta, encogiéndose de hombros—, venía con el departamento.

— Vale —gruñó, rascándose la nunca—, ¿Y las sábanas?  

— También venían con el departamento —ríe, ligeramente apenada.

— ¿Y el escritorio? —inquiere, acercándose al mismo, apoyándose sobre su superficie— Realmente se ve-

— También venía con el departamento —suspira, agachando sus orejas.

— ¿Y la mesita de noche? —pregunta, temiendo por la respuesta mientras trataba de mantenerse sereno.

— También —chilla con la voz ligeramente cortada, sin saber si reírse o llorar.

— ¿Y el espejo? —ruega, frotándose los ojos con las palmas de sus manos, sintiendo que iba a tener un ataque, encorvandose hacia adelante.

— También.

Había que ser francos.
¿Cómo aquella conejita no había podido tener más de lo que ya tenía guardado en las cajas después de tantos años viviendo ahí? Y no, la comisaría no pagaba mal, no les pagaba mal, ganaban por encima del promedio, así que, había que volver a preguntar ¿Cómo había podido vivir así durante todo ese tiempo?

— ¡Por favor dime qué las cortinas sí son tuyas! —exclamó, alzando las manos, consternado y sin entender bien el porqué casualmente su novia había elegido un departamento tan pequeño y tan bien amoblado, sin verle un sentido real.

— ...También vinieron con el departamento —confiesa, dando su mejor sonrisa mientras se encogía de hombros.

El zorro golpeó el escritorio, retorciéndose internamente hasta llegar al suelo, manteniéndose respirando de forma profunda, no sabía si esto ameritaba una charla real, pero si fuera por él este lugar ya estaría ardiendo en brazas ardientes.
¿Cómo le iba a explicar a su amigo que realmente lo despertó en plena mañana solo para ayudarlo con tres tristes cajas? Estaba bien que le debía una, pero eran para usarla en esto.

Wild Hope ft. Nicudy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora