Wild Hope ft. Nicudy

14 ❝ 𝐂𝐨𝐦𝐛 𝐭𝐡𝐞 𝐡𝐚𝐢𝐫 ❞

Se sentía bien sentir las cerdas de aquel cepillo pasando por sobre su pelaje y piel, de cierta forma era relajante, más aún si este venía a mano de aquella que tanto adoraba.

Aquel zorro de pelaje anaranjado y orbes brillantes como esmeraldas se encontraba acompañado por una pequeña coneja, misma que en esta momento se encontraba parada a sus espaldas, pasando suavemente un cepillo sobre su cabeza, alisando su pelaje mientras jugaba con sus orejas de vez en cuando.

Sí, sabían que un parque no era un lugar idóneo para ese tipo de cosas, pero había que decir que eran de aquellos días en los que hacían cosas impulsivas sin importar si éstas eran posibles o no.

Aquel de camisa verdosa y pantalones beige oscuro jugaba con su corbata de cobalto entre sus manos, cerrando sus ojos, relajandose mientras percibía el aroma a tierra mojada, césped y flores, escuchando el sonido de los árboles al agitar y frotar sus ramas junto al viento, brindándole una sinfonía suave y cautelosa que bien podría dejarlo en un trance eterno.

Se encorvó ligeramente hacia adelante, quedándose dormido sin querer, sin soltar aún su corbata.
Aquella de orbes violetas y jeans rasgados con camisa rosa pastel de cuadros blancos se quedó confundida, soltando una pequeña risilla tras entender.
Al parecer sus hermanitos no eran los únicos en quedarse dormidos cuando ella se encargaba de peinarlos.

Se dejó caer de espaldas contra el gran tronco, resbalando hasta sus raíces, quedando al mismo nivel que su amigo, jugando con el peine entre sus manos, viendo cómo el sol se iba ocultando de apoco, viendo cómo algunos de los que rondaban comenzaban a irse mientras otros recién ingresaban.

Sintió un pequeño cosquilleo, girandose para verlo, notando que se trataba de la misma cola esponjosa de aquel zorro, misma que rozaba contra sus muslos mediante pequeños espasmos.

Aquella de nariz sonrosada esbozó una pequeña sonrisa sencilla pero tierna, acercándose un poco más, tomando aquella cola esponjosa para así empezar a peinarla por todo lo largo y ancho, sin importunar en lo mínimo en el letargo de aquel pequeño depredador.

En cuestión de minutos aquella cola había quedado completamente lisa y perfecta, sin un solo nudo o pelo fuera de lugar, y aún así aquella joven señorita no dejaba de peinarla, viéndolo como algo que simplemente no podía dejar de hacer, algo que la estaba entreteniendo demasiado como para terminar, obsesionada hasta cierto punto con abusar de hasta donde podía llegar aquella insensibilidad en su letargo.

Suspiró, cesando finalmente, viéndolo y empujándolo levemente en búsqueda de despertarlo, sin recibiendo por respuesta los movimientos involuntarios de la cola, agitándose lentamente de lado a lado, tropezando con el césped en el que se encontraban.

Bostezó, tapandose la boca con el dorso de la mano, enternecida con la imagen, con cansancio por lo largo del día.
Se acomodó contra su espalda, escuchando su respiración, sintiendo los pequeños espasmos que lo recorrían por sueños, sorprendida.

Se separó, tomando al zorro para así moverlo más cerca del tronco y sus raíces, sin llegar a despertarlo realmente, sintiéndose aliviada por ello.
Se volvió a acomodar, esta vez a su par, acurrucandose junto a él, bajando sus orejas, escuchándolo respirar con suavidad, sintiéndose segura a su lado.

Lentamente empezó a cerrar sus ojos, esperando lo mejor, deseando que si volvía a despertar aquel zorro perezoso la estuviera llevando en brazos hacia su hogar, riendo de forma silenciosa ante aquella ocurrencia.
El sueño le fue ganando también, sintiéndola en su propio mundo de oscuridad y luz a la vez de que el sol se ocultaba por completo, mientras las farolas de la calle se encendían una a una rápidamente, con las ventanas de los departamentos iluminandose progresivamente, dándole la señal a la noche para poder empezar como era debido, con la luna y estrellas asomándose sin timidez.

Sí, iban estar en ese parque solo por un rato, un ratito más.