15 ❝ 𝐒𝐨𝐮𝐥𝐦𝐚𝐭𝐞 ❞ [TEEN!AU]

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Suspiró pesadamente, dando otro mordisco a su sandwich de queso y jamón, encorvandose hacia adelante, sin importarle lo que pudieran pensar sobre su postura, sobre su soledad.

Sentía envidia, envidia de sus compañeros, tanto presas como depredadores se juntaban de forma amorosa en cada recreo, dándose regalos, detalles amorosos, besos, caricias, frente a ella, que no tenía amigos, ni pareja, con suerte tenía familia y hermanos pero de igual forma no eran cercanos a ella.

Se sentía completamente perdida, como si le faltara algo, algo que no sabía lo que era, algo que todos ya habían experimentado, vivido, tenido y sentido antes que ella.
Aquella jovencita de orbes violetas y uniforme de camisa blanca con pañoleta rojiza y falda azul se sentía privada y hasta excluida de su propia sociedad, como si no conforme al hecho de ser una presa también fuera también una rarita fuera de su lugar.

Al final de cada día se convencía a sí misma de que no necesitaba de nadie, ni de nada en el mundo, insistiendo con la idea de que bien podría vivir en soledad por años si así lo quería el destino, aunque, como siempre, su corazón no se encontraba de acuerdo con aquellas afirmaciones.    

Quizás se trataba de causa perdida.

Estaba dispuesta a dar una mordida más a su sandwich pero se vió bruscamente interrupida por un extraño a sus espaldas, mismo que cubrió sus ojos con rapidez, asustandola, sorprendiendola, confundiendola.      

— ¿Qu-quién es? —inquirió, tratando de sonar firme, bajando sus orejas en el proceso.

— Sshhh —musitó con suavidad aquel zorro de pelaje anaranjado y uniforme de camisa blanca de botones, con corbata rojiza y pantalones cobaltosos, sonriendo de lado—, no te asustes.

— ¿¡Pero quién eres!? —exclamó, retorciéndose para liberarse de su agarre, dispuesta a darle un golpe a cualquiera que estuviera detrás, no le importaba si era de uno de esos estudiantes de grados superiores, incluso ni siquiera importaba si era un profesor, simplemente lo pondría en su lugar.

— ¿Tan rápido te olvidaste de mí? —ríe, alzando una ceja, quitando sus manos de sus ojos, acomodándose frente a ella, extendiendo sus brazos hacia ella— Vamos... Nos vimos en la excursión al Museo De Historia Nacional el año pasado.

La menor lo vió de arriba abajo, reconociéndolo lentamente, cambiando su semblante de confusión a uno de total sorpresa.

— Tú... ¿No fuiste el que se sentó al lado mío en el autobús, que trató de tomarme de la mano en todo el recorrido y al que luego en la escuela le tiraron una cubeta con agua fría desde el segundo piso?

— Veo que sí me recuerdas —murmura, forzando su sonrisa mientras bajaba sus orejas, sintiéndose avergonzado de que sus primeras impresiones hubieran sido en su mayoría negativas—, pues... Te estaba buscando para darte algo.

— ¿Algo? —ladeó la cabeza, frunciendo el entrecejo— ¿Qué cosa?

El vulpino volvió a alzar sus orejas, meciendo de lado a lado su esponjosa cola, animado de forma repentina.

— Felíz San Valentín —musitó, entregándole una pequeña carta que había guardado en uno de los bolsillos de su pantalón, dándosela en sus manos—, espero que no seas la única que recibas —agrega, depositando un suave beso sobre la suave frente de la conejita.

La más joven vuelve a inclinqr sus orejas, abriendo levemente la boca, suspirando de forma muda, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas, viéndolo de una forma diferente, sintiendo una desesperación en su corazón, un palpitar intenso, diferente y urgido. No quería que se fuera, no quería que se fuera, no quería que se fuera, no quería que se fuera.

El más alto se separó, avanzando por el corredor que daba nuevamente hacia la instalación, sintiendo sus mejillas arder, mordiéndose la lengua mientras se encogía de hombros, sin saber si había sido muy invasivo, deseando que su corazón no se hubiera equivocado al guiarlo a este disparatado impulso sentimental.

— ¡Oye! ¡¡Espera!!

Escuchó un par de gritos detrás de él, llamando su atención, alzando sus orejas de forma atenta, defendiéndose en sus pasos, ¿Acaso era lo que creía que era...?

— ¡Nick! —exclamó la conejita, corriendo detrás de él, presionando la carta contra su pecho, deteniéndose frente a él, completamente ruborizada— Nick, ¿cierto?

— Sí —responde, aún ruborizado, sin saber qué decir o pensar ante el hecho de que aquella tierna jovencita recordara su nombre.

— Yo... A mí me gustaría verte después de clases —confieza, viéndolo directamente a los ojos, perdiéndose en estos como si de un gran y frondoso bosque se tratara, sintiendo que había encontrado al indicado—. ¿Conoces la gran tienda de helados en la que...?

— ¿...en la que puedes ordenar pastel de fresa o arándanos los viernes? —interrumpe, terminando la frase, esbozando una gran sonrisa.

— ¡Sí! —chilló, alzándose en las puntas de sus pies— ¿Te gustaría vernos ahí?

— Con gusto —afirma con la cabeza, sin poder evitar sonreír, completamente contento—, es una cita.

— Cita... —repite la más joven, agitando frenéticamente, sintiendo tanto ante tan pocas palabras, como si fuera una especie de hechizo, ¿Ésto era lo que tanto presumían aquellas otras parejas? ¿Ésto era el amor? ¿Por qué se sentía fuerte y débil a la vez? ¿Se debía por él? No lo entendía, pero sí sabía que deseaba más— ¡Sí, una cita! —confirma, sonriendo de forma adorable.

El más alto no lo evita y la despeina, guiñándole el ojo antes de seguir avanzando por aquel corredor, juntándose con sus colegas, otros depredadores de distintas especies, dejándola atrás, con el corazón entre las manos, ansiosa por la culminación del horario escolar para volver a verlo.

Quizás a la final no era necesario que fueran de la misma especie para enamorarse...
Las almas gemelas últimamente funcionaban de forma muy extraña.

Wild Hope ft. Nicudy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora