El Coleccionista

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—Te prometo que lo había dejado en mi mochila. —Adrien dijo a la vez que removía todo lo que había en el interior de su mochila buscando aquel libro.

El cual él no sabía que era el Grimorio de los Miraculous.

—¿Pero estás completamente seguro que SÍ lo metiste a tu mochila? —pregunté mientras revisaba los estantes de su habitación.

Al día siguiente después del incidente con Volpina, Adrien se dispuso a prestarme aquel libro, debía llevarlo con el Maestro Fu, pero había un pequeño problemita...

¡El libro no estaba por ningún lado!

Me comencé a preocupar, tal vez estaba en las manos equivocadas, o tal vez estaba en la biblioteca de la escuela, o tal vez en algún lugar de la habitación de Adrien, ¿Qué le diría al Maestro ahora?

Él se quejó. —¡Sí! Lo traía en mi mochila, no puede seeer —alargó la última vocal—, mi padre no me lo perdonará, perdí su libro que tomé sin permiso. —se cubrió el rostro con las manos y se dejó caer sobre la silla de su escritorio.

Apreté los labios al verlo, él no merecía sentirse así de culpable por esto, sí, no debió tomar el libro, pero Gabriel es muy, muy estricto y hace que Adrien se ponga así por una cosa pequeña.

—Tranquilo, lo vamos a encontrar —me acerqué a donde estaba y me paré detrás de él, puse mis manos en sus hombros y los masajeé.

Mi pobre novio estaba demasiado tenso. —______, va a colapsar, haz algo antes de que lo perdamos. —susurró Plagg en mi oído, asentí ya que de inmediato se me ocurrió una idea.

Giré la silla para que Adrien quedara de frente a mí, tomé su rostro con mis manos, estaba afligido y con la mirada baja.

Pero no dije nada, solo me dirigí directo a sus labios para darle un cálido beso, sentí como él comenzó a dejar salir la tensión y me respondió.

Me jaló un poco del brazo e hizo que terminara sentada en su regazo, creo que había sido una buena forma de tranquilizarlo.

—Ugh, qué asco, ayyy en fin, adolescentes. —escuché que Plagg habló.

Al separarnos miré a Adrien con una pequeña sonrisa. —¿Ya estás calmado? —pregunté.

—E-eso creo, ma belle, gracias por regresarme a la tierra. —el rubio sonrió y dejó salir otro suspiro.

Me recargue en él y me abrazo, ya estábamos acomodados en su silla.

—¿Ya terminaron? ¿Ya puedo voltear? —escuché a cierto kwami que estaba a unos metros de nosotros dándonos la espalda.

Ambos soltamos una risita. —S-sí Plagg, disculpa. —Adrien habló.

La criatura se dirigió flotando hasta nosotros y se sentó en mi regazo. —Bien, ahora los tres hagamos memoria —hablé.

—¿Y yo por qué? Ustedes perdieron el libro, no yo —Plagg trató de sacarse del problema.

—Porque tú todo el tiempo estás con Adrien, y si viste algo tal vez puedas ayudarnos, Plagg. —le dije al kwami.

Él soltó un quejido. —Para pensar necesito ¡Quesooooo! —exclamó. Me reí un poco, pero Adrien solo negó con la cabeza.

—A ver, mon étincelle, lo sacamos de la mansión.

—Ajá. —concordó conmigo.

—Luego lo estabas viendo en la biblioteca cuando llegó Lila y ella también lo vio —proseguí con mi recuento—, luego te fuiste a tu clase pero antes se te cayó la mochila y... Ay no, que no sea lo que estoy pensando. —dije y recobré mi postura.

Unidos Contra El Mundo (Chat Noir/Adrien y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora