038: Sin culpas, sin dudas

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— ¿Estás segura, Emilia?

La forense se quita los guantes y se recuesta en el marco de la puerta.

— Cien por ciento. Estoy muy segura de que no fue suicidio. A él — se voltea para señalar el cuerpo inerte sobre la mesa — lo mataron.

— ¿No hay ADN del asesino, algo que pueda confirmarnos quien lo hizo?

Emilia arruga el ceño para luego negar. — Lo siento, no hay nada. — Sujeta una planilla y empieza a llenarla con una lapicera negra. De pronto parece acordarse de algo ya que se voltea y nos mira confundida. — Tienes que hablar con la oficial de la policía científica. No lo escuchaste de mi pero en la celda del fallecido se encontró un teléfono móvil junto a sus pocas pertenencias. Está claro que son reglas estrictas las de no tener esos artefactos por lo que...

— Alguien importante se lo permitió.

Emilia asiente y sin decir nada más vuelve a ingresar a la sala blanca y deprimente. Me volteo hacia Carl quien había estado de pie, distante todo el momento.

— Tenemos que ir con la oficial de todas formas. Están los resultados del análisis del freezer.

Mi compañero asiente mientras estira una brazo hacia la puerta, invitándome a pasar primero. Sonrío no sin antes agradecer con un saludo clásico que consta en sujetarse el vestido y flexionar una de las piernas hacia atrás. Una vez llegamos a la oficina de la policía científica, la oficial de apellido extranjero nos recibe animada.

— Estaba apunto de llamarla, detective Belo.

La carpeta estaba abierta sobre la mesa, indicio de que recientemente la había terminado. Vuelve a la primera página para seguido pasar el dedo índice por las palabras previamente seleccionadas.

— ¿Hay buenas noticias?

— Véalo por usted misma. — Gira la carpeta para que pueda leerla. Me siento en una de las sillas vacías mientras Carl se pone de pie justo detrás de mi. La oficial le insiste que tome asiento pero él se excusa informando que pasó muchas horas sentado. — Las pericias afirman que los productos de limpieza utilizados tanto para el freezer como para el auto, concuerdan. — Ante la sorpresa demostrada por mi rostro, la oficial descarta la posible exoneración. — Aún así, no es suficiente como prueba exculpatoria. De todas formas, el cabello presentado como prueba concuerda con el cabello encontrado en el cuerpo de la víctima.

— ¿Es suficiente ahora?

La oficial me observa un segundo antes de negar. — No, pero con la grabación estoy segura que si. Además hay algo más: encontramos el teléfono móvil de Matt. Sus últimos mensajes fueron con Riverson.

— ¿Mantenían contacto?

— Si. Estoy segura de que esto afirma la participación del comisario Riverson.

Me pongo de pie de un salto provocando que la silla termine en el suelo, a no ser por Carl parado detrás de mi. Lo siento por los hombros y le doy un abrazo.

— Tenemos que contactar a Susan.

Suspiro, acomodo mi traje y asiento.

•••

Susan es una señora de mediana edad, que a juzgar por su aspecto parece una persona seria, de pocos amigos pero que, una vez que la conoces termina siendo alguien cálido y valioso. Nos hace tomar asiento en su despacho enorme e iluminado. A su espalda una repisa llena de libros se fundía con las paredes marrones. Personalmente no me gustan las paredes oscuras, pero en este caso la sofisticación me hacía olvidar tal detalle. Nos estrechamos las manos en un ritual amistosos antes de dirigirnos al tema importante.

— Bueno, — golpea la mesa con la pila de papeles en un intento de darles orden — tenemos buenas noticias. Dediqué las horas posteriores al recibimiento de los documentos, a estudiarlos y, tengo que admitir, que no puede ir mejor.

Una sonrisa nos tranquilizó de tal manera que nos incentiva a hacer lo mismo.

— ¿Podemos ganar?

Susan asiente orgullosa. — Ayer visité a Denna y le comenté la situación. Si bien estoy segura de que tenemos el caso en el bolsillo, no puedo darle tales esperanzas porque, con la justicia de este país nunca de sabe.

Hace una pausa para beber un trago de agua.

— ¿Las pruebas son consistentes?

— Depende. Lo son para abrir el caso pero, para ganarlo, depende de mi accionar. — Al notar que no entendíamos mucho comenzó nuevamente. — Me refiero a que, hay casos en que tienen pruebas irrefutables tales cómo ADN, videos, mensajes, cualquier abogado mediocre puede ganar. En este caso las pruebas no son irrefutables, cualquiera puede encontrar incongruencias pero, con un buen manejo de la situación podremos entrar en la cabeza de los jueces para que entiendan nuestro punto de vista.

Susan se recuesta en la silla de cuero. Nos observamos un momento son decir nada, simplemente disfrutando de una buena noticia después de tanto tiempo. El silencio no es incómodo, en absoluto. Al cabo de unos minutos, Susan decide romper el silencio.

— ¿Qué pasará con Riverson?

Carl y yo intercambiamos una mirada.

— No volvió más desde que mataron a Matt. No ha dado señales de vida.

— Presentamos denuncia formal de lo sucedido lo que derivó en que asignarán a otra persona.

Susan asentía ante cada palabra que aprobaba.

— ¿Lo van a buscar?

— Hasta que lo encuentren. Hay avisos por todos lados.

— ¿Lo van a acusar de los tres asesinatos?

Tristemente negamos. — No hay manera de probar los asesinatos sin confesión. Y dudo mucho que él lo haga.

Al cabo de unos minutos nos pusimos de pie, saludamos a Susan quien afirma que abrirá el caso cuanto antes. Le dimos las gracias por todo y yo, específicamente, por lo que está haciendo por Denna.

•••

Decido invitar a Carl a cenar después de todo lo que ha pasado, invitación que él acepta con gusto. Me observo en el espejo para darme los últimos retoques. Un vestido simple de verano sentaba bien con la ocasión. El timbre me sobresalta y me invita a abrir, lo cual hago encontrando a un Carl completamente diferente a lo que estaba acostumbrada. Me muevo hacia un lado dejándolo entrar. En cuanto pone un pie dentro halaga el aroma de la comida. Acepto el cumplido y lo guío a la cocina.

— No tenía idea que sabías cocinar.

Finjo estar ofendida. — Mi madre me enseñó de pequeña a cocinar y siempre lo he hecho bien.

Revuelvo la pasta y espero a que rompa hervor.

— Yo también sé cocinar — anuncia bebiendo un trago de vino.

— Eso sí que no me lo esperaba.

— Bueno, si. No lo hago muy seguido lo que no quita que lo sepa hacer.

Apago el fuego, colocó la pasta en una fuente, luego en los platos y luego la salsa. Carl observa con intriga la comida.

— ¿Qué tiene? — inquieto ante su expresión.

— Estoy meditando si es necesario morir así de joven.

Pongo los ojos en blanco para seguido golpearlo amistosamente con el codo. Carl se queja falsamente y propone un brindis.

— Por el futuro.

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