019: Fácil

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D E N N A

Un golpe estridente contra los barrotes de la celda me saca de mi sueño, asustándome. Instintivamente me llevo las manos al pecho tratando de, así, evitar que mi corazón saltará de mi pecho. Una oficial intentaba colocar la llave en la cerradura.

— Visitas, mierdita.

¿Sarah? Mi amiga me había dicho que no vendría esta semana debido a los exámenes. Ha estado viniendo cada semana desde mi condena, hace tres años. Se mudó con Isa, decidiendo quedarse acá, en Miami, obviamente ignorando los reproches de sus padres. Ahora ambas estudian muchísimo debido a su último año.

En cuanto la celda se abre, la oficial me saca violentamente del brazo, me coloca las esposas y se dispone a conducirme por el pasillo, ya familiar que se caracteriza por ser largo, frío e húmedo, lleno de celdas y presas que estiraban las manos para agarrarme. Cómo caminaba por el centro del pasillo, no podían llegar a mi. Aún así, los gritos e insultos eran aterradores.

— Eres realmente famosa, mierdita.

— No me llames así — comento entre dientes lo cual fue una mala decisión.

— ¿No? ¿Cómo debería llamarte? ¿Asesina hija de pe...?

Suelto un gruñido evitando que termine la expresión, acción que enfurece a la oficial. Empuja mi cabeza con una celda al azar. La presa que allí se encontraba, comienza a golpearme fuertemente en el rostro, ante la antenta mirada de algunas y los gritos de aliento de muchas. Sentía mi cara dormida.

— Sigue caminando, mierdita — pronuncia la última palabra con cierto placer.

Caminamos unos pasos más hasta una puerta azul al final del pasillo. La misma se abre revelando un ascensor. Bajamos uno, dos, tres pisos y luego, caminamos hasta una puerta con las mismas características que la anterior. Un oficial de policía estaba de pie frente a la misma, impidiendo la entrada a gente no autorizada.

— Oficial Collins, ella puede entrar sola.

Ella asiente con la cabeza. El hombre abre la puerta y me empuja dentro.

— ¿Qué? ¡No!

— Denna...

Esa voz varonil pero suave me deja paralizada. La silla suena al ser arrastrada contra el suelo, luego siento pasos asercándose a mi persona. Finalmente, con miedo pero más con el corazón roto, me volteo para enfrentarlo por primera vez desde que mi infierno comenzó.

— ¿Qué... haces aquí? ¿Por qué?

Él sonríe y trata de acercarse pero yo me alejo rápidamente al otro lado de la habitación.

— ¿Qué que?

— ¿Por qué yo? ¿Por qué hiciste eso? ¿Cómo?

Se lleva las manos a las orejas, cubriéndolas.

— Tranquila... Estoy acá para eso, para ofrecer una disculpa, por lo menos. — Se acerca lentamente hasta la mesa, y como si del juego del gato-ratón se tratara, hacemos círculos alrededor de la misma.

— Oh, por favor. ¿Una disculpa? ¿Después de lo que hiciste? ¿Después de tanto tiempo?

— Lo se. Loco, ¿no? No me culpes por el tiempo, necesitaba que las cosas se calmaran. Tres años son suficientes.

— Ya basta. Ve al grano, ¿por qué yo?

— Te veías débil, y eso era justo lo que necesitaba. Una débil, rota chica con el autoestima bajo. El objetivo perfecto. Las conocimos en la playa aquel día, ¿te acuerdas? Tu y tu amiga — sonríe de forma burlona mientras sacude la cabeza. — Le comenté el plan a mi amigo y a mi novio.

Ante la sorpresa en mi rostro después de escuchar la palabra novio, él sonríe.

— Sorprendida, ¿no? Salíamos hace un año cuando te conocimos. Fue difícil convencerlo pero funcionó. Perfectamente, de hecho.

Hizo una pausa esperando que agregara algo pero no lo hice.

— Empezamos a ser más cercanos. Era lo que necesitabas, ¿no? Luego solo tuve que poner a Sarah en contra, ya sabes, limpiar el campo. La llegada de Isa nos vino como anillo al dedo, una forma espectacular de quitarla de en medio.

— ¿Cómo...? — tragó saliva, claramente incómoda. — ¿Cómo la mataron?

— No fue nada especial, si es lo que esperas — cierra los ojos un momento, tratando de que el recuerdo llegara. — Estábamos alcoholizados y la atropellamos. Al principio ellos no sabían nada. Llegamos a casa, ellos fueron directo a la cama, por lo que fue fácil volver a recoger el cuerpo.

— ¿Cómo la enterraste en mi casa?

— Fácil. Tu me lo pusiste todo fácil, Denna. Con la ayuda de tu auto, colocamos el ADN dentro. ¿Recuerdas el día del accidente después de tu pelea con Sarah?

Pienso durante un momento para seguido asentir tímidamente.

— Bueno, fue una excusa para enterrar a la mujer. No quiero mentir, el pánico se apoderó de mi cuando dijiste que te irías. Pero lo pude poner todo en control, cómo siempre. Limpié el auto, le hice la abolladura justa de un atropello, le puse ADN y luego guié a la policía a tu casa.

Se detuvo. Me mira sonriendo para seguido alejarse a la puerta. Antes de golpear se voltea hacia mi.

— Oh, que mal educado. Gracias por cargar con la culpa, por salvar mi futuro, no tenías por qué hacerlo.

Me guiña el ojo y sale de la habitación dejándome aturdida, sintiéndome estúpida pero por sobre todo furiosa. Mi mano, antes abierta sobre la mesa se transforma en un puño el cual comienza a quedar blanquecino.

Juro que voy a matarlo.

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