D E N N A
Después de varios exámenes psicológicos que demostraban que no estaba loca y que, por ende, Isaac no era producto de mi imaginación, llegó el juicio. Tal y como lo había dicho el oficial, la espera no fue tan larga, tan solo un mes. Según me fue explicado por Equis, tenían todas las pruebas necesarias, además de gran cantidad de profesionales de la ley que prestaban ayuda para verme tras las rejas. Por lo tanto no había razón alguna para alargar la inminente llegada del juicio.
En apenas un mes, había entrado y salido de la corte muchas veces. Las redes al igual que los diarios plagada de noticias dudosas acompañadas por mi foto, recorrían prácticamente todo el país, por no decir el mundo. ¿La razón? Resulta que la señora que supuestamente maté era nada más y nada menos que la abuela de un importante político de aquí de Miami. Nadie se había dignado a darme la para-nada-irrelevante noticia, por lo que termine enterándome de dicho suceso un día en la corte. El señor político, rodeado de varios guardaespaldas se acercó peligrosamente a mi, mientras me señalaba con el dedo índice de su mano izquierda, grito que pagaría por lo que hice y que no descansaría hasta verme tras las rejas.
Mi padre me odiaba. El dia de mi traslado hace exactamente un mes se negó a hablar conmigo y hasta el día de hoy a negado toda relación hacia mi persona. Me dolía, por supuesto pero ¿podía culparlo? De la nada su hija estudiante de medicina termina encerrada por asesinato en un país diferente. Es una locura.
Me pongo de pie frente al juez, con Equis a mi derecha. Mi madre junto a Sarah se encontraban justo detrás de mi. Ambas lloraban; por ellas, por mi ya que mi desolación me impedía soltar siquiera una lágrima. No tenía fuerzas para ello, no quería llorar en vano. Me dirigía a mi futuro: la cárcel. Por un momento todo a mi alrededor se desvaneció. Veía a la gente mover los labios pero no escuchaba nada: estaba dentro de una burbuja. Las palabras de Equis ocupaban toda mi mente desde esta mañana, "no debería decirte esto, Denna, pero las chances son nulas, ¿lo sabes no?"
Las chances son nulas. Nulas.
Los golpes del martillo del juez me hicieron volver a la realidad. Son nulas...
— Caso número 54798, Miami, 25 de Septiembre de 2015. Frente a todos ustedes comunicaré el veredicto del jurado. — El juez se detuvo un momento, carraspeo, y dirigió su vista hacia mi, demostrando lastima. O por lo menos yo lo sentía así. Con mucha gente en contra necesitaba aferrarme del primer sentimiento que demostrara la contrario, mendigar por un poco de compasión. — La acusada se declaró inocente. El jurado pronuncia que por el cargo de asesinato en segundo grado, se la concidera culpable recibiendo una pena de cuarenta años en la prisión estatal.
Un grito al unísono se escucha en la sala, muchos de felicidad, unos pocos no. Pánico, incredulidad. Yo no sentía nada. El jurado golpeó nuevamente con el martillo.
— ¡Silencio! El caso podrá ser abierto en cualquier momento siempre y cuando hayan pruebas nuevas y contundentes demostrando que la acusada no es culpable. Fin del juicio.
No sé cómo, pero me pongo de pie cuando el juez se aleja. En ese momento sentí como mi vida terminaba.
● ● ●
Han pasado tres meses desde que mi infierno comenzó, dos estando tras las rejas. Los demás me tratan como la mierda, me golpean, solo por nombrar un par de cosas. Mi madre vino a visitarme una vez. Mi padre jamás. No lo he visto en meses, tampoco espero hacerlo. Me lo dejó muy en claro: ya no era su hija. Dolía demasiado pero ¿que más podía hacerle una ruptura más a un espejo deshecho? Nada. Cada día me derrumbaba más.
Mi vida aquí... no es vida. ¡Vivir con miedo no es vivir! La comida es asquerosa además de poca. Lleno mi estómago solo una vez al día. ¿Acaso esperaba tener tratos especiales?
Debido a las peleas de todos los días en las que yo terminaba perdiendo, sin duda, tuvieron que trasladarme a un celda aislada. Terminé en la enfermería tantas veces como las horas del día, ¡en dos meses! Varias de estás debido a los oficiales. ¡Ja! Las personas son malas, los oficiales más pero yo soy una asesina ¿no?
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¿Estás segura?
Short StoryCuando Denna y Sarah deciden pasar sus vacaciones en Miami piensan en todas las cosas buenas que van a pasar, pero ¿qué pasan con las cosas que no podes controlar? ¿Podrá Denna demostrar su inocencia? Historia corta Todos los derechos reservados.