036: Verdades

2 0 0
                                    

Desenfundo mi arma al bajar del auto, acción que Carl imita. A paso lento pero seguro nos acercamos a la puerta de la casa que, según su apariencia, lleva abandonada mucho tiempo. Digo mis pensamientos en voz alta recibiendo un silbido de frustración como respuesta.

— Mis expectativas quedaron por el piso.

— Te dijo la oficial que no te ilusionaras con hallar algo.

Alejo el pensamiento mientras camino con Carl pisándome los talones. Apoyo el hombro contra la puerta arruinada y vieja, para seguido colocar la oreja por si oía algo. Pero nada. Tanteo la cerradura pero apenas se mueve debido al paso del tiempo. Me volteo buscando a Carl quien está tratando de ver a través de la ventana de madera. Hago un intento de acercarme pero él me lo impide, estirando el brazo hacia mi, luego lleva el dedo índice a los labios y enfoca la vista nuevamente en las rendijas de la ventana. Me mira, arruga el ceño y mueve los labios diciéndome hay alguien dentro. El mensaje silencioso provoca una sensación de euforia que trato de esconder. ¿Alguien dentro? ¿Jim? Carl repite la acción anterior pero en cuanto está lo suficientemente cerca de la ventana, ésta explota provocando que Carl saltara hacia atrás y terminara en el suelo, inconsciente. Observo en shock la situación sin poder mover mi cuerpo para auxiliar a mi compañero. Alguien se asoma por el espacio previamente ocupado por la ventana, y sin dudar un instante salta y se dispone a correr hacia la vereda. Sujeto mi arma firmemente con las dos manos y disparo. La persona cae al suelo boca abajo mientras chilla de dolor y se retuerce para un lado y para otro. Otra vez me encuentro de pie sin hacer nada. Como si alguien hubiese chasqueado los dedos en mi rostro, despierto de mi trance, dejo caer mi arma y acorto la distancia con Carl, quien empieza a moverse. Se lleva la mano derecha a la cabeza mientras se apoya en el codo izquierdo. Mira hacia todos lados atónito: la ventana destrozada, el extintor que salió por ésta y, finalmente, la persona agonizando en medio de la calle. Lo ayudo a ponerse de pie, para seguido juntos acercarnos al herido.

— Santo Dios.

Reconozco a Issac por sus ojos. La misma mirada simpática e inocente. Por lo demás, no hay nada de Issac en él. La barba al igual que el cabello largos y sucios. El rostro y parte del cuerpo cubierto de costra. Arrugo el ceño, miro a Carl y luego observó la pierna de Jim que era una mezcla de barro y sangre. Mi compañero se inclina sobre el herido, saca de su bolsillo un pañuelo blanco y lo aprieta en la herida, provocando que Jim suelte un grito.

— ¿Quién eres? — pregunta Carl tratando de ver a través de la capa de suciedad.

— Es Jim Carson — me precipito a responder. Carl se levanta de un salto y lleva la mano al radio que cuelga de su cintura. Antes de que pudiera hacer algo le detengo. — No lo hagas. Hablaremos con él primero.

•••

Camino de un lado a otro de la habitación con los brazos cruzados. Carl está a mis espaldas sentado en un improvisado banco de madera, mientras tanto Jim está frente a mi con las manos atadas al asiento, acción que molestó un poco a mi compañero ya que rompía las reglas, pero al ver que no cedería, no dijo más nada. La pierna de Jim estaba envuelta en la tela de Carl de forma primitiva, cortesía de Carl. Pasados varios minutos Jim se despierta ya que se había desmayado por el dolor. Su cabeza de mueve de un lado a otro, así como lo hace un niño que trata de vencer al sueño. Quiere levantar las manos pero no puede, cosa que lo exalta. Me observa a mi, luego a Carl y arruga el ceño.

— ¿Qué mierda?

— Tanto tiempo, ¿no?

— ¿Qué mierda quieren?

Lo miro incrédula. — ¿Estás bromeando? ¿Después de lo que hiciste?

— Eso pasó hace tiempo. ¡Supéralo!

Me acerco y le doy un golpe en la cara. Carl se levanta del incómodo asiento para sujetarme de los hombros.

— Por Dios, Sarah, cálmate.

Trato de salir de su agarre pero él es más fuerte. Suelto un suspiro de resignación.

— No diré que lo siento, pero estuvo fuera de lugar. — Un pequeño hilo de sangre se desliza del orificio nasal de Jim. La furia con la que me mira me atraviesan como dagas. Saco una grabadora pequeña del bolsillo, la enciendo y la colocó a un lado. — Yo haré las preguntas y vos las vas a responder.

Jim se limita a escupir hacia un lado para luego encogerse de hombros.

— ¿Por qué hiciste lo que hiciste cinco años atrás?

Pone los ojos en blanco mientras niega con la cabeza. — Necesitaba salvarme.

— ¿Lo hiciste?

Jim niega con la cabeza. Señalo la grabadora acción que hace que ponga los ojos en blanco nuevamente. — No.

— Bien. ¿Por qué elegiste a Denna?

— Fue la primera que conocí después del accidente. Debía hacer todo lo posible para librarme. Ella era la más... débil de las dos. Con ella todo saldría mejor.

— ¿En qué te ayudo Rob?

Una sonrisa burlona ocupa su rostro. — En todo. En cuanto recogí el cuerpo la noche del accidente lo llamé. Él me explicó qué hacer y cómo.

— Estaba familiarizado con todo esto.

Jim se encoge de hombros. — Es abogado penal después de todo, ¿no?

— ¿Qué tanto te ayudaron Matt y Adam?

— En todo. Me ayudaron en todo desde el principio. Supongo que los tienes a ellos también.

Me volteo hacia Carl quien me mira confundido.

— Los tenía, hasta que los mataste.

Jim abre los ojos desmesuradamente. Me observa a mi, luego a Carl, luego el suelo. Sus ojos se llenan de lágrimas y luego empieza a llorar. No un llanto fingido ni sobre actuado, un llanto real.

— ¿Por qué mandaste matar a Adam?

Las lágrimas bañan su rostro, dejando un surco claro en toda la zona negra de las mejillas. Se agita mientras intenta dejar de llorar.

— Yo no mandé matar a Adam — pronuncia cada palabra con una especie de hipo entre cada una. — Le pedí a Matt que lo buscara para así poder protegerlo.

— ¿Protegerlo? ¿Cómo? ¿Golpeándolo hasta que se desmayara? ¿Encerrándolo hasta que muriera desangrado en un auto?

— ¡Basta! Por favor... basta.

Comienza a llorar nuevamente, negando con la cabeza sin parar de decir basta una y otra vez.

— ¿De quién querías protegerlo?

— Del policía.

Carl abandonó su asiento para colocarse a mi lado, igual de atónito que yo.

Trago saliva. — ¿Qué policía?

— El comisario Riverson.

Sonrío burlonamente mientras niego. El teléfono de Carl suena provocando que se aleje para responder.

— ¡Basta de mentiras! ¡Asume las consecuencias de tus actos! Por Dios, Jim. ¿Podrías hacerlo por una vez en tu vida?

— Sarah...

— ¡¿Qué?! — En el mismo instante en que le grito me siento mal por haberlo hecho. Me disculpo en voz baja y lo dejo hablar.

— Es la cinta de vídeo... Quién dejó a Jim entrar hace cinco años fue Riverson.

¿Estás segura?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora