I S S A C
Corro como si mi vida dependiera de ello lo cual, si te pones a pensar, es del todo cierto. Salto por encima de un tronco caído que me hace tambalear pero me niego a detenerme o siquiera mirar hacia atrás. Esquivo un árbol, luego otro y otro haciendo un recorrido en zig zag. A lo lejos diviso el auto de los chicos, siento alivio y de la nada más energía; sigo corriendo. Cuando estoy lo suficientemente cerca, le hago una seña con el dedo a Matt quien está detrás del volante para que me abra la puerta de copiloto lo cual hace, permitiéndome saltar al interior del auto.
— ¡Arranca! ¡Vamos!
Matt pisa el acelerador a fondo. Nos sacudimos en el interior, hacia adelante y atrás violentamente. Las luces se vuelven más pequeñas a medida que nos alejamos de esa zona de la playa a través de la carretera. Adam, quien está ubicado en el asiento de atrás prácticamente acostado, coloca su mano en mi hombro. Me volteo hacia él sonriendo, e intento descubrir su figura entrecortada en la penumbra. Matt, sin apartar la vista de la carretera, se voltea hacia mi en intervalos de dos segundo, echando miradas de reojo al ver que no digo ni una palabra. Sonrío, asiento frenéticamente y golpeo rápidamente las rodillas, como si estuviera dándo comienzo a un importante concierto. Me inclino hacia Matt y deposito un beso en sus labios. Me volteo hacia el morocho y lo abrazo incómodamente por encima del asiento. Éste último no parece nada contento aún así teniendo en cuenta que había liberado sus hombros de un enorme peso que lo hundía poco a poco. Aún así siendo conciente de haber despejado el camino hacia su futuro. Me dispongo a preguntarle si tiene alguna idea de en qué punto de nuestras vidas nos encontramos en este momento, pero algo más importante llama mi atención: un auto de policía.
Las sirenas provocan que me siente derecho en mi asiento. Me miro las manos aún enfundadas en los guantes negros, pestañeo sorprendido y me los quito, para seguido arrojárlos al suelo del auto. Me abro un poco el enterizo intentando no dar una imágen muy criminal de mi persona. En ese momento la patrulla que se acercaba cada vez más, disminuye la velocidad gradualmente colocándose frente a nosotros definitivamente esperando a que hiciéramos lo mismo. Matt aparca a un lado de la ruta. Adam comienza a hiperventilar en la parte de atrás.
— Por favor, Adam, cálmate.
— Pero... la policía.
Esto último lo dice en un susurro, mientras se frota el rostro, en un intento de disipar su frustración. El oficial de policía se baja de su auto, se inclina para sujetar una linterna junto con un pequeño cuaderno forrado en cuero, se ajusta tranquilamente su cinturón, antes de caminar unos metros hasta nosotros. Mientras tanto, Matt convence a Adam para que se hiciera el dormido: se voltea de cara al asiento, se cubre hasta la cabeza y, respirando profundamente tal cuál hacen las personas dormidas, empieza su actuación.
Toc, toc.
El nudillo del policía golpea la ventana del lado de Matt pidiéndole que la abra con un ademán. Mi acompañante traga saliva, me sujeta la mano dando un leve apretón antes de comenzar a descender el pequeño cuadrado de cristal.
— Oficial — comenta saludando con la cabeza recibiendo un gruñido como respuesta.
— ¿Vienen de Bill Baggs?
— No — respondo yo en un susurro. Como el policía no escucha Matt habla más alto repitiendo mi comentario.
— Bien — anota algo en la libreta — ¿entonces de donde?
Matt me mira un segundo, pero en ese momento por más mínimo que sea reconozco que necesita ayuda.
— Vamos a Crandon Beach, venimos de Miami — el oficial arruga el ceño ante mi argumento. — Quisimos conocer toda la zona de Cayo Vizcaíno, ya sabes, turistas.
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¿Estás segura?
Short StoryCuando Denna y Sarah deciden pasar sus vacaciones en Miami piensan en todas las cosas buenas que van a pasar, pero ¿qué pasan con las cosas que no podes controlar? ¿Podrá Denna demostrar su inocencia? Historia corta Todos los derechos reservados.