034: Lo que es importante

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Salgo del auto rápidamente con Carl prácticamente pisándome los talones. Acorto la distancia que me separa de la puerta de la residencia de los padres de Isa y llamo a la misma con tres golpes un tanto frenéticos. Me volteo para observar a mi compañero quien estaba interesado en algo que había en el piso. La puerta se abre repentinamente provocando que diera un salto en mi lugar. Mi rostro expresa sorpresa, incredulidad y enojo respectivamente. Mi ceño se arruga y mi mano se transforma en un puño.

— ¡Pero qué mierda Isa!

La mencionada se encontraba de pie frente a mi con el peso de su cuerpo en una pierna y el hombro contra el marco de la misma. Su rostro demostraba tranquilidad.

— Pensé que te darías cuenta antes.

— ¡¿Cuenta de qué?!

Mis brazos se mueven frente a mi como si estuviera en un pelea. Los brazos de Carl aparecen para mantener los míos en su lugar. Isa desvía la vista hacia él pero en una micra de segundo está observandome de nuevo.

— Cuenta de que no estaba. Te llevó dos días. — Isa pone los ojos en blanco, suelta un suspiro sonoro y sonríe de forma burlona. — Y eso que era importante.

Las últimas palabras las dice con un tono despectivo. Sujeta la puerta y se dispone a cerrarla pero yo la mantengo abierta con el pie. Vuelve a poner los ojos en blanco mientras abre la puerta de mala gana.

— ¿En qué estabas pensando al hacerme esto? ¡Pensé que Jim te había hecho daño!

— Dos días te llevó darte cuenta que podría estar en peligro.

Sacude la cabeza y cierra la puerta del todo. Con mi mano en forma de puño golpeo la puerta una y otra vez mientras grito que se vaya al diablo. Furiosa me alejo de la puerta deseando nunca haber venido.

•••

Me pido la noche libre acción a la que el comisario accedió sin protesta alguna. Me preparo una bebida con vodka y limón, me dejo caer en la cama y me quedo en silencio. Se me antoja que todo fue una obra teatral para dejarme. ¿Cómo fue posible que hiciera algo así? ¿Con todo lo que estaba pasando? ¿Con todas las muertas? Bebo un gran sorbo y siento el líquido ardiente descender por mi garganta. Arrugo el ceño pero no me quejo, ya que acepto otro trago. Y luego otro más. Intento dejar el vaso vacío en la mesa de luz pero un golpe en la puerta me sobresalta lo que hace que el vaso descanse, ahora hecho añicos, en el suelo. Grito que no hay nadie cosa que en el momento pareció una buena idea pero que no mantuvo al visitante fuera. Una figura alta y delgada aparece en la puerta pero que a la tenue luz de la lámpara no logro identificar. La sombra desaparece un momento pero regresa con lo que, al parecer, es una escoba. Pongo los ojos en blanco en cuanto se prende la luz y aparece el semblante tranquilo de Carl.

— ¿Estás espiándome?

Un color rosa se apodera de sus mejillas mientras sonríe. Sujeta la escoba con ambas manos y con un movimiento mecánico deja la alfombra libre de agentes dañinos.

— Quería saber cómo estabas. Te llamé pero no respondiste.

Escaneo la habitación en busca de mi teléfono pero no lo encuentro por ningún lado. Palmeo el espacio a mi lado invitándolo a acercarse pero el se limita a negar y decir que está bien allí de pie. Me encogo de hombros mientras me subo la frazada hasta los hombros. Repentinamente siento las lágrimas resbalar por mis mejillas y, aunque trate de detenerlas no puedo. Las lágrimas silenciosas dan paso al sollozo en voz alta, acción que alarma a Carl quien se coloca en el lugar que previamente le señalé. Su mano viaje de su regazo a mi espalda ahora descubierta. Da pequeños golpecitos llenos de ánimo que, en el momento no sé recibir. Al cabo de varios minutos mi respiración se normaliza, las lágrimas cesan, y yo me excuso al baño para tratar de lucir presentable. En cuento regreso me encuentro con la escena de Carl sentado con la espalda apoyada en la cabecera de la cama y las piernas cruzadas sobre la misma, con los zapatos puestos. Me meto bajo la frazada nuevamente pero está vez me acerco más a él, hasta colocar la cabeza en su regazo. Tímidamente Carl coloca la mano en mi cabello, pasándola suavemente.

— ¿Querés hablar de lo que pasó?

Muevo la cabeza hacia arriba, hasta encontrar sus ojos los cuales estaban fijos en mi. Niego para seguido regresar a mi posición previa.

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