5: No se quedará así.

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—¡No Jason bájame! —grité.

Estaba teniendo una discusión con Jason sobre qué equipo de básquetbol era mejor, y creo que no fue la mejor idea darle la contraria a Jason ya que éste me cargó como un costal de papas dejando mi cabeza boca abajo con la peor vista. Su trasero.

—Chicos —dijo el Sr. Jackson entrando a la cocina y automática mente Jason me bajo—. Tienen día libre, me dieron la orden de dejarlos salir con sus familias.

Todos asentimos con una gran sonrisa. Siempre nos dejaban ir a casa una vez al mes. Me fui con Summer a mi casa ya que ella es mi vecina desde siempre. Al llegar bajamos el auto y nos paramos frente a nuestras casas.

Era raro estar aquí, era muy rara la vez en que yo venía, prefería quedarme en la fraternidad para hacer mis pendientes, pero justo en momentos como este, extraño a mi mamá.

—Hace mucho que no estaba en casa —dije con las manos descansando en mi cintura mientras apreciaba la fachada de mi casa. No era grande, una linda casa en los suburbios, de una planta bastante amplía.

—Es genial, ¿no? —pronunció Summer con cierto entusiasmo. La miré y sonreí, asentí con la cabeza.

Suspiré y me despedí de Summer, entré a casa, estaba sola. Había nuevos vecinos.

En serio me gustaría volver aquí.

Mire con atención la sala de estar que estaba a mi lado derecho, sus tonos cálidos seguían, a mi izquierda estaba una fotografía inmensa de nuestra familia, más delante estaba el pasillo con las habitaciones, junto a la sala de estar el comedor y frente a ésta, la una gran puerta corrediza que da al patio trasero, junto al comedor la cocina de concepto abierto y junto a esta un pasillo con el cuarto de lavandería, un baño y otra habitación más.

Era acogedora, me encantaba.

Pero entonces, tocaron la puerta haciéndome dar un respingo, volteé a todos lados y tome una gran respiración, me gire sobre mis talones y la abrí.

Ojos miel, cabello castaño claro, lindos labios rosados, nariz afilada y cuerpo de súper modelo.

—¿Shane? —fruncí el ceño con extrema extrañeza.

—¿Me extrañabas Julie? —esbozó una traviesa sonrisa. Negué con la cabeza y rodé los ojos. Si será egocéntrico—. Mis padres viven aquí —señaló la casa que estaba en la esquina.

—Oh —reí—. Pasa —me hice a un lado.

¿Esto es buena idea?, quien sabe, pero soy cortés a pesar de a veces tener una actitud de mierda.

—Gracias —me sonrió y me esquivó adentrándose a mi hogar. Su colonia inundó mis fosas nasales y me permití disfrutarlo un poco.

—Nunca dijiste que eras nuevo —le dije mientras cerraba la puerta.

Me miró—. ¿No? —arqueó una ceja, negué con la cabeza y una de sus comisuras se elevó—. Pues soy nuevo.

Comencé a caminar hasta guiarnos a la sala de estar y terminamos sentados en el sofá marrón—. ¿Y por qué mandarte a una fraternidad? —quise saber.

—Me gustan —respondió con simpleza y se encogió en hombros.

Arqueé ambas cejas—. A mí no, la parte buena es que vivo con mis amigos y la mala que tú eres mi roomie.

Él sonrió y se sentó acomodó—. No creo que sea mal roomie —me guiñó un ojo.

Apreté los labios y arqueé ambas cejas. ¿Era mal roomie? Sí, a veces lo era. Iniciando cuando me gana el baño en las mañanas y finalizando con sus figuras de acción acosadoras, podía sentir como si tuvieran cámara oculta y me observaban mientras me cambiaba cuando estaba a solas.

Mi inmaduro favorito. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora