14: Te conozco más de lo que piensas.

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—¿Y a ti que te pasó?, ¿te estrellaste con la parte rosada de un arcoíris? — preguntó Alex con el entrecejo contraído.

Bufé y me dejé caer en la silla del comedor—. Ojalá eso hubiera sido, pero no, fue el imbécil de Shane —pronuncie de manera molesta mientras tomaba la caja del cereal.

—¡Hey! Esa boca —me regañó el supervisor Jackson.

—Es que es un idiota —bufé.

Me volteó a ver de una vez por todas arrastrando la mirada desde el periódico hasta mí, su café cayó al suelo haciendo que la taza se quebrará en mil.

—¡Santo Jesús! —tocó su pecho.

Rodé los ojos y gruñí.

Por las escaleras bajó Jason, se dirigió a mí, me vio de pies luego subió a mi cabeza él estaba serio, cuando vio mi cabello soltó una burlesca carcajada que irradio algo en mi interior.

—¡Cierra la boca cara de pecas! — exclamé molesta.

Enarcó ambas cejas y colocó su mano en su pecho fingiendo estar indignado—. Mi amor, esa no es forma de hablarme —se hizo el ofendido.

Fruncí el ceño—. Que amor ni que nada —le golpeé el brazo.

Rio a carcajadas. Por el umbral de la puerta apareció Summer con su pelo húmedo y frotando sus ojos del sueño. Miró a todos y cada uno con una sonrisa hasta que llego a mí.

—¿¡Qué demonios!? —gritó Summ.

—Agh —gruñí y me abofeteé la cara—. Sin comentarios.

***

—Bueno, alumnos. Abran su libro en la página siento rosado y siete —lo miré mal y juro que estuve apunto que soltar un millón de maldiciones—, perdón, perdón siento noventa y siete.

—Hey, Támara —me susurró Blake uno de los bombones más ardientes de la escuela y de la nueva fraternidad.

¿Blake Harries me está hablando?

Summer me miró sorprendida, estaba en shock y con una sonrisa de oreja a oreja. Me hizo una seña para que le contestará.

Me moví rápidamente y me volteé hacía atrás. Donde estaba él.

—¿Qué quieres? —pregunté de mala gana, no quería que se sintiera el importante.

—¿Qué pasó con tu cabello?

—Un "bromilla" de Shane —hice comillas en bromilla.

—Wow, es el rey de las bromas pesadas.

No sé porque, pero su comentario hizo que una parte de mí se sintiera ofendida.

—No lo creó —arrugue la nariz.

—¿Por qué? —rio—. ¿Tú puedes llegar a ser más pesada con las bromas?

Sonreí maliciosa—. Si, la verdad es que... Si decidió teñirme el cabello fue porque yo teñí de rosa su ropa blanca.

—Wow —rio—. Golpe bajo.

—Sí, supongo.

—¿Y cuál será tu venganza?

Arqueé una ceja—. No te diré.

—¿Por qué? Se supone que somos amigos, ¿o no?

Este hombre es un Dios, madre mía.

—No, es la primera que te habló, tendría que tenerte confianza para contarte mi venganza —dije de eso sonó el timbre. Salí de ahí dejándolo.

Mi inmaduro favorito. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora