18: ¿Los locos Addams dos?

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Cuando aterrizamos después de horas estábamos en el aeropuerto subimos a otro autobús que nos llevaría a donde nos quedaríamos.

Juró que pensé que nos quedaríamos en un hotel, no fue así. Nos quedamos en la mansión de los Jordán.

—¿Sabes Shane?, si tenía razón. No sobrevivirás esta noche —le dijo Summer a Shane con su aire cargado de burla.

La mansión era terrorífica fácilmente se podía decir si asustaban o no. Ese aire frío que te erizaba la piel si te le quedabas viendo un buen rato.

—Ni loca —dije negando con la cabeza observando la entrada de la enorme casa y anticuada.

—No sean cobardes —dijo Jackson dando palmadas sobre el hombro se Jason quien estaba cagado de miedo.

Jason con su semblante horrorizado lo encaró—. Oh si, si lo soy —dijo Jason con ese tono cobarde.

Jackson se carcajeó—. Es un milagro que no te hayas metido en problemas toda la semana, sobrevivirás.

Rodé los ojos.

—Estoy en Europa, no perderé mi tiempo fuera de esta bendita casa — dijo Summer abriendo la reja y dirigiéndose a la puerta.

—Quisiera que estuviera bendita —murmuró Aidan siguiéndole el paso a la castaña.

Cuando Summer tocó la puerta se escuchó un rechinido espantoso, la puerta fue abierta a los segundos y fue como ver al mismísimo Drácula en carne propia. Un señor de al menos uno noventa estaba plantado frente a nosotros, su cabello de negro azabache, sus ojos del mismo tono, su tez era tan pálida que se me antojaba ponerle un solecito para que se bronceara un poco, su bigote era corto y delgado.

No me jodas siento que estoy viendo el mismísimo Gomez Addams con un aire de Jack Skellington.

—¡Señor Jackson! —exclamó el señor Jordán con una amplía sonrisa—. Los esperábamos.

¿Los locos Addams dos?

Todos intercambiamos miradas incómodas.

Cuando entramos percate la presencia de sus hijos, los trillizos Jordán. Los tres tenían el cabello pelirrojo compartían el color verde de los ojos. Y eran dos hombres y una mujer.

—Ellos son mis hijos, mi hija Lucía — presentó a la chica de cabello largo hasta media espalda, su tez exacta a la de su padre—, mi hijo Patrick —señaló a su lado izquierdo al chico de al menos uno ochenta con esa aura misteriosa y muy sexy—, y Jason —por alguna extraña razón él era el que más miedo transmitía.

—Demonios, me robaron el nombre —murmuró Jason.

Reí y le golpeé el hombro para que guardara silencio.

—Ella es mi esposa, Debby —presentó a la mujer que estaba a su derecha. Ella tenía cabello rojizo e intensos ojos color verde. Era obvio que los trillizos eran idénticos a su madre, pero conservaban la actitud de su padre.

Le sonreímos.

—Bueno, las habitaciones están en el cuarto piso. Pueden elegir la que gusten.

¿Oí bien o dijo cuarto piso?

—No quiero subir escaleras —dije en susurró a mis compañeros y amigos.

—Saca la escoba, con ese cabello encajas perfecto para una casa como esta —bromeó Shane. Lo miré mal.

Todos rieron.

—Suerte esta noche —me acerqué a él—. Pestañitas —susurre. Él sonrió con picardía, intentó sostenerme de la cintura, pero quite su mano bruscamente.

Mi inmaduro favorito. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora