—GUÁRDANOS ESTO, AMIGO—, ANAKIN ENTREGÓ TODOS NUESTROS SABLES DE LUZ A SU NUEVO DROIDE, R2.
—¿Cuándo finalmente acabaste con él?— Pregunté mientras el droide obediente ponía nuestras armas bajo llave dentro de sí mismo, pareciendo estar orgulloso y emocionado de ser parte hoy.
Anakin le dio una palmada suave al droide antes de mirarme, —Hace unos días. Pasamos el tiempo volviendo a conocernos y ahora él también está listo para su primera misión—, dijo con la sonrisa más brillante en su rostro, —Y tú los devolverás tan pronto como dé la señal, ¿de acuerdo?— Se dirigió a él y me pareció mono lo enamorado que ya estaba. No puede estar enfadado con Padmé por mucho tiempo después de darle algo como esto, ¿verdad? Honestamente, no estoy segura de si todavía está enfadado porque ella me contó todo, no ha dicho nada al respecto, ni ha hablado con ella, que yo sepa.
R2 emitió un pitido de emoción y comenzaron a tener una pequeña conversación que no escuché porque ahora mi atención estaba en mi propio droide: —Está bien, chica, recuerda lo que te dije. Tienes que quedarte aquí, volveremos antes de que te enteres.— emitió un pitido tristemente en respuesta, pero no opuso resistencia.
Planeo llevarla a misiones en el futuro, pero para esta, pensé que sería mejor si ella se queda. Todavía es nueva para mí y siento que tengo más cosas que aprender sobre ella antes de arrojarla al peligroso mundo.
—Está bien, padawan, necesito que vengas aquí—, me habló mi maestro, lo que hizo que mi atención se desviara de mi droide. Anakin sostenía grilletes en sus manos que sacó de una bolsa, y noté por el rabillo del ojo que el Maestro Kenobi ya los estaba colocando en las muñecas de Ahsoka.
Suspiré mientras daba un paso adelante y extendía mis muñecas, —Asegúrate de que no estén demasiado apretados—. Dije y él asintió, mirando mis muñecas. Estaba esperando a que los pusiera, pero él dudaba. No hacía falta ser un genio para saber por qué, —Oye—, lo llamé y lentamente levantó la vista con una mirada triste en sus ojos, —Está bien, es solo temporal—. le recordé. Sé que no quiere simpatía por su pasado, pero es obvio que lo está pasando mal con todo esto.
—Lo sé—, suspiró en voz baja antes de mirar hacia abajo y lenta y suavemente trabó los grilletes en una muñeca, antes de hacerlo en la otra, —cambiaría de lugar contigo si pudiera—. Susurró mientras sostenía mis manos entre las suyas, sus pulgares acariciaban la suave piel alrededor de mis nudillos y dedos.
