ABRÍ LOS OJOS AL SONIDO DE PEQUEÑAS GOTAS DE LLUVIA, GOLPEANDO Y DESLIZÁNDOSE POR LA TELA DE LA TIENDA. ERA UN sonido que era tan relajante que casi me volví a dormir. Pero mantuve los ojos abiertos mientras observaba y oía una sombra que pasaba junto a la tienda, sus pies crujían sobre las hojas y la tierra bajo sus pesadas botas.
Normalmente lo ignoraría, no sospechaba ningún peligro y probablemente era alguien de nuestro campamento, pero sentí un fuerte tirón dentro de la fuerza. Como si me rogara que siguiera a esta persona.
Levanté la cabeza del hombro de Anakin y comprobé si estaba despierto. No lo estaba, tenía los ojos cerrados con la cabeza apoyada contra la pared y roncaba levemente como siempre. Aunque él lo niega rotundamente. Un día lo grabaré, solo para poder demostrarle que está equivocado.
Me alejé lentamente para no despertarlo y me puse de pie de un tirón. Hice una pausa cuando escuché mi espalda crujir y miré de reojo a mi maestro con la esperanza de que no lo despertara. Apenas se movió, lo que indica que todavía estaba profundamente dormido. Afortunadamente, no solo no quería que me siguiera, él necesita descansar después de lo que acaba de pasar su cuerpo.
Me puse la capa y levanté la capucha antes de salir silenciosamente de la tienda. Para mi suerte no estaba lloviendo fuerte, solo una ligera llovizna que fue suficiente para mojarme, pero no empaparme.
Seguí el tirón y comencé despacio para no llamar la atención, pero una vez que sentí que estaba lo suficientemente lejos de nuestro campamento, aceleré el paso. La lluvia se hizo un poco más fuerte y sentí que las gotas me golpeaban la cara mientras pasaba entre las plantas y miraba hacia adelante en busca de Luke. Empecé a darme cuenta de que era él cuanto más me acercaba, su marca era extrañamente distintiva.
—¡Detente!— Un clon gritó y me detuve en seco, la lluvia lentamente se volvía más fuerte por minutos. Ahora estaba empapada, —Date la vuelta con las manos en alto, lentamente—. Hice lo que me pidieron y me di la vuelta con las manos en alto. Inmediatamente soltó su arma cuando vio que era yo, —¿Comandante? ¿Qué hace fuera del perímetro?
Dejé caer mis manos con una sonrisa tímida, —Uh, solo estoy tomando un poco de aire fresco.
Inclinó la cabeza y no necesité mirar más allá del casco para imaginar su expresión confusa: —Estamos en medio de una tormenta.
